3 de març 2015

Balada triste por Silver Kane

Una triste balada resonó en el mundo de la literatura para despedir a Silver Kane. La misma que en el mundo del periodismo se dolía por la pérdida de Francisco González Ledesma, identidad real de Kane. El periodista, abogado y escritor barcelonés, precursor de la novela negra en España, esforzado autor de narraciones del oeste bajo el seudónimo de Silver Kane, y creador del comisario Ricardo Méndez, falleció en la madrugada de ayer, a punto de cumplir 88 años. Ganador del Planeta en 1984, fue además de narrador infatigable un aguerrido y batallador periodista (padre de los periodistas Enric y Vicky) que desarrolló su carrera en medios catalanes. Colegas de sus dos oficios lo despidieron como un grande.
La nebulosa se había instalado en los últimos meses en la mente de González Ledesma (Barcelona, 1927), que se mantuvo a salvo de los embates de la desmemoria hasta hace apenas tres años, cuando publicóPeores maneras de morir, última novela de Méndez, la número once de la serie.
Fue un mercenario de la novela popular antes de ser reconocido como uno de los padres del género negro ibérico, con el que estuvieron y están en deuda autores como Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín o Lorenzo Silva. Estudió la carrera de Derecho, pero mientras la cursaba un contrato leonino lo ligaba a la editorial Bruguera, para la que escribió centenares de novelas del oeste bajo el seudónimo de Silver Kane.
Sombras viejas fue la primera ficción que publicó con su nombre en 1948. Tenía 21 años y mereció ya el Premio Internacional de Novela, con Somerset Maugham y Walter Starkie en el jurado. También se llevó un mazazo de la censura, que prohibiría su publicación. Sería el primero de un rosario de encontronazos con el franquismo, que veía pecado, traición y rojerío en sus relatos. «Situé la acción en un barrio pobre de Barcelona y ya por ese detalle me tildaron de rojo», explicaba. «Mientras viva el Caudillo, usted jamás publicará nada en este país», escuchó de los censores.
El folletín de cuatreros y bandidos fue su refugio, su bálsamo y su medio de vida. «Bruguera ganó mucho dinero conmigo, y yo también me embolsé mis buenos cuartos; había meses que se llegaron a vender 60.000 ejemplares de mis novelas», contaba el autor, que también escribió guiones para la revista Pulgarcito y que resucitó a Silver Kane con La dama y el recuerdo en el 2010. También se refugió tras los seudónimos de Enrique Moriel, uno de los personajes de sus primeras novelas, o Rosa Alcázar, bajo el que facturó novelas románticas.
Su carrera tomó velocidad de crucero en 1984. Un año después de publicar Expediente Barcelona, donde aparece el comisario Ricardo Méndez, se le concedió el Planeta por Crónica sentimental en rojo. Gracias a Méndez, su personaje más legendario, el noir español ganó credibilidad y creció como género, otorgando a González Ledesma una popularidad que superó nuestras fronteras. Su palmarés siguió acumulado galardones en los últimos años hasta obtener en el 2007 gracias a Una novela de barrio el primer premio internacional de novela negra RBA (con 125.000 euros, es el mejor dotado del mundo en el campo de la intriga policíaca).
El primer embate de la enfermedad llegó en el 2012, con un ictus del que se recuperó y tras el cual escribió Peores maneras de morir: en ella aparece un Méndez crepuscular, muy castigado por la vida y atrapado en una Barcelona que apenas reconoce. El año pasado se publicaba aún El adoquín azul, novela corta en que relata el caso de una víctima de la brigada político-social del franquismo.
«Méndez es sobre todo humano: detiene a un comunista pero es capaz de preocuparse por su familia», decía de su atípico comisario. Un personaje al que trasladó todas las experiencia de su infancia en los barrios populares de Barcelona donde creció: «Era un niño muy pobre, que vivía en un barrio pobre y de padres rojos», recordaba el autor de Tiempo de venganza.
Miguel Lorenci. La Voz de Galicia, 3 de marzo de 2015