12 de jul. 2003

González Ledesma, premio Hammett de novela negra

L.F.Z.

Francisco González Ledesma, por “El pecado o algo parecido”, y José Latour, por “Mundos sucios”, comparten este año el premio internacional Dashiell Hammett a la mejor novela policiaca, que fue fallado ayer en la Semana Negra de Gijón. El premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción sobre tema criminal fue para “Desde las tinieblas”, del periodista valenciano Juan M. Oleaque.

La Vanguardia
, 12 de julio de 2003

La Semana Negra premia a Latour y González Ledesma

Javier Cuartas

Las novelas Mundos sucios, del escritor cubano José Latour, y El pecado o algo parecido, del español Francisco González Ledesma, obtuvieron ayer de forma compartida el Premio Dashiel Hammett de la Semana Negra de Gijón a la mejor novela negra publicada en español en 2002.
El Premio Rodolfo Walsh para obras de no ficción publicadas en español fue concedido a Desde las tinieblas, en la que el valenciano Juan M. Oleaque trata el asesinato de las niñas de Alcàsser.
El galardón Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela negra lo obtuvo el argentino Carlos Balmaceda con La plegaria del vidente. Rosa Elvira Peláez logró el premio de relatos con su obra El aviso.

El País
, 12 de julio de 2003

3 de jul. 2003

González Ledesma

Título: El pecado o algo parecido
Editorial: Planeta
Precio: 18 euros Páginas: 423


Santos Sanz Villanueva

La Semana Negra de Gijón de este año ha concedido su ya prestigioso premio Hammett a El pecado o algo parecido, una buena novela criminal con la que se reconoce, por fin, el mérito de uno de los cultivadores españoles más veteranos e importantes del género, Francisco González Ledesma.
El argumento, denso, tiene un comienzo muy original: un caballero honorable muere en una casa de citas y para evitar complicaciones lo bajan a la calle y lo sientan en un banco de la plaza. Aparecen dos curas, toman al difunto como si estuviera dormido, lo meten en un coche y se lo llevan. Luego, se encadenan las actividades delictivas, se intensifica el suspense, y el autor, por medio de un policía un poco excéntrico, Méndez, resuelve un puñado de casos complicados con una voluntad testimonial: el dinero, el poder y el sexo tienen la culpa de los males de una sociedad como la nuestra, bárbara e inmoral. De este modo, esta novela comprometida alcanza el valor de un alegato social muy duro.Lectura interesante por su fondo y entretenida por su anécdota.

El Mundo
, 3 de julio de 2003