4 de set. 2015

Francisco González Ledesma / Silver Kane: el auténtico dinosaurio de Monterroso


Silver Kane escribió unas doscientas novelas del Oeste, policíacas, de terror, incluso algunas de ciencia ficción —la cifra no está exenta de polémicas: hay estudiosos que indican que escribió más de 1000—. Debutó con Mano muerta en 1952, superando por lo general los 20.000 ejemplares de tirada

De entrada cobraba 1.500 pesetas por novelita, que se pagaban en dos plazos. Después de 1953 fue subiendo el precio hasta cobrar 14.000 pesetas por libro. En Bruguera quienes más cobraban eran Marcial Lafuente Estefanía y Silver Kane, y quien alcanzó la cotización máxima, Corín Tellado.




Prótesis, septiembre de 2015

11 d’ag. 2015

Matarraña Negra rinde tributo a Francisco González Ledesma, el jefe de la banda


La novela negra es, sin duda, el género literario más popular del mundo. Si rastreáramos los anaqueles de las librerías, sus mesas de novedades, nos daríamos cuenta de que casi el 60% de lo que se publica es novela negra, novela policial o novela negra criminal. Es un género tan versátil que permite a los autores, prácticamente, abordar cualquier tema, por lo que es una herramienta muy útil a la hora de hablar de los problemas que aquejan a la sociedad, relacionados con redes criminales, corrupción política y económica, crisis social, terrorismo, etc.
En nuestro país, a pesar de la crisis en la que estamos inmersos que afecta a todo lo relacionado con el mundo de la cultura de una forma muy especial, los eventos relacionados con el género se han ido multiplicando a lo largo y a lo ancho de la geografía nacional desde que hace más de 25 años irrumpiera el festival legendario de la Semana Negra de Gijón. Prácticamente no hay ciudad, o comarca que se precie, que no tenga un evento relacionado con la novela negra.

Octavi Serret, el librero de Vallderrobres.

Desde hace ya tres años, alrededor de la librería Serret de Vallderrobres, en la Matarranya turolense, se está llevando a cabo un evento literario que reúne a una serie de escritores que firman sus libros en la calle en una jornada festiva similar al Sant Jordi de Barcelona durante el mes de Agosto. La nómina de autores de novela negra que van a estar este año ocupando la calle, y firmando ejemplares de sus libros a los lectores que lo deseen, asciende a más de cuarenta y dos, todo un récord y síntoma de la buena salud del género: Alberto Ávila Salazar, Alicia Estopiñá, Alicia Giménez Barlett, Angelique Pfitzner, Cristinas Fallarás, Daniel García Jiménez, David Marín, Empar Fernández, Esperança Camps, Esteve Litra, Fernando Martínez Laínez, Fernando Martínez López, Francesc Rovira Llacuna, Isidro Garrido, Javier Manzano, Jerónimo García Tomás, Jordi Ledesma, José  Andrés Espelt, José Luis Caballero, José Vaccaro Ruíz, Lluis Bosch, Lluis Llort, Margarida Aritzeta, Michel Suñén, Montse Sanjuan,  Nieves Abarca, Óscar Bibrián, Pablo Sebastiá, Paco Bescós, Paco Gómez Escribano, Rafa Melero, Rosa Ribas, Roxi Martínez, Rubén García Cebollero, Sabine Hoffman, Silvestre Hernández Carné, Silvia Mayans, Vicente Corachán, Vicente Garrido y Víctor del Árbol. Y  coordinando e impulsando esta cita literaria, el escritor y periodista cultural Xavier Borrell y el veterano autor de novela negra José Luis Muñoz.

Cristina Fallarás, una de las escritoras presentes en el evento,

Para este año, además de la firma de libros, Matarranya Negra ha montado una mesa redonda en homenaje al recientemente fallecido Francisco González Ledesma, que nos dejó el pasado 2 de marzo, figura capital de la novelística negracriminal. El padre del inspector Méndez, un atípico y muy humano policía criado en el franquismo, el escritor que, junto a Manuel Vázquez Montalbán, mejor supo recrear un barrio que era el suyo, el Raval—Historia de nuestras calles—, y unas épocas, el franquismo y el postfranquismo, nos dejó este año a los 87 de edad con una producción literaria imprescindible para comprender la evolución del género negro en España. Quien había empezado escribiendo a destajo novelitas del Oeste con la firma de Silver Kane, se convirtió en uno de los grandes de la literatura española y un escritor por todos querido y respetado. Silver Kane, el estajanovista escribano, que, para ganarse el pan, escribió hasta mil novelas populares, se convirtió en Francisco González Ledesma, pero también fue  Taylor Nummy, Silvia Valdemar, Rosa Alcázar, Fernando Robles o Enrique Moriel, porque, como todo escritor, era un impostor.

Alicia Giménez Barlett estará con su personaje Petra Delicado.

Ganó el Planeta, el premio RBA de Novela negra, el Hammett de la Semana Negra de Gijón,  y el ayuntamiento de Barcelona lo distinguió con el primer premio Carvalho. Expediente Barcelona (1983), Las calles de nuestros padres (1984), Crónica sentimental en rojo (1984), La Dama de Cachemira (1986), Historia de Dios en una esquina (1991), El pecado o algo parecido (2002), Cinco mujeres y media (2005), Méndez (2006), Una novela de barrio (2007), No hay que morir dos veces (2009) y Peores maneras de morir (2013) fueron las novelas que protagonizó el inspector Méndez. Pero su producción literaria no se redujo a ese emblemático personaje de novela negra como lo prueban Tiempo de venganza (2003), Historia de mis calles (2006), La ciudad sin tiempo (2007 o El candidato de Dios (2008).
El género negro español no se entiende sin Francisco González Ledesma: fue un pilar fundamental y un maestro indiscutible. Paco Camarasa, el librero de Negra y Criminal, le buscó un apodo perfecto que todos usábamos: el jefe de la banda. Y la banda, esos 42 autores negrociminales, representantes de todas las generaciones y de todas las formas de escribir novela negra, que se reúne en torno a la Librería Serret de Valderrobres el sábado 22 de agosto a las 12 horas, le rendirá un homenaje y los libros de este autor barcelonés estarán presentes, aunque no podrán ser dedicados.
Francisco González Ledesma no ha muerto, vive en sus libros. ¡Larga vida!

José Luis Muñoz. El Cotidiano, 11 de agosto de 2015



17 d’abr. 2015

Silver Kane

APAGADAS ya las pocas luces que iluminaron el modesto homenaje que se le rindió al gran Francisco González Ledesma con motivo de su fallecimiento el pasado 2 de marzo, quiero recordar aquí el artículo que le dedicamos el 14 de noviembre del año pasado bajo el título 'Deuda'. En él destacaba al González Ledesma escritor de novela negra y creador de la figura crepuscular del comisario Ricardo Méndez, como protagonista, ejemplar en su género, de novelas tan recomendable como 'Expediente Barcelona', 'Una novela de barrio' o 'Crónica sentimental en rojo', con la que obtuvo el Premio Planeta de 1984. Un premio que venía a engrosar la enorme nómina de galardones literarios que González Ledesma logró con sus narraciones. En aquel artículo también señalaba su novela breve, 'El adoquín azul', como una pequeña obra de arte, en la mejor tradición del género narrativo breve de nuestro país. Pero hoy quiero destacar otra faceta de Ledesma, la del escritor que perseguido por la censura franquista tuvo que ganarse la vida escribiendo novelas populares, sobre todo del oeste bajo el pseudónimo Silver Kane, como también escribió novelas de amor con el pseudónimo Rosa Alcázar. Mi padre era un buen aficionado a aquellas novelas del oeste que se compraban en los quioscos a muy bajo precio y que incluso se cambiaban por otras de segunda mano. Más de una leí yo también por aquellos grises años del tardofranquismo y más de una bolsa llevé a los quioscos para su reventa en aquel siempre efervescente mercado de la segunda mano, que tenía como uno de sus centros neurálgicos los alrededores de la Plaza de Abastos. Por aquellos años, de escasa presencia de la televisión en los hogares, la lectura era uno de los pocos entretenimientos que podían permitirse los españoles, y Ledesma contribuyó con su calidad literaria a satisfacer esa afición actualmente por desgracia casi perdida. Hoy, fallecido Ledesma, es un buen día para reconocerle de nuevo la deuda que los españoles de varias generaciones hemos contraído con sus novelas, un excelente día para leerlas. 

José López Romero. Diario de Jerez, 17 de abril de 2015


16 de març 2015

Un día triste y cargado de lluvia acompañó la memoria de Francisco González Ledesma


Andreu Martín leyó el discurso que González Ledesma escribió en su antigua Olivetti, lleno de tachaduras, y que leyó  en el Saló de Cent del Ajuntament de Barcelona cuando le fue entregado el Primer Premio Pepe Carvalho dentro del marco de BCnegra 2005. El escritor se lo regaló a nuestro librero . Al fondo, Rosa, La esposa del escritor y su hija Gloria.


Finalizado el acto Rosa y su hija Vicky conversan con Rosa Mora.


Dani Vázquez Sallés pensativo  


4 kilos de mejillones a la Méndez, con su cebolla, su chorizo y jamón y toda la enjundia de los bares cutres que el inspector Méndez frecuentaba.  Un mar y montaña del barrio chino ahora conocido como el barrio del Raval. Maurizio y Paco dan cuenta del caldo,  al parecer suculento.


Fotografias de Julia Camarasa

El Blog de Negra y Criminal, 16 de marzo de 2015


14 de març 2015

Francisco González Ledesma


Negra y Criminal, 14 de marzo de 2015


4 de març 2015

Premio Hammett 2003 a Francisco González Ledesma

Se ha ido González Ledesma


Una enfermedad muy larga se ha llevado a Francisco González Ledesma. Un maestro nos ha dejado. Las calles del Barrio Chino de Barcelona se han quedado en silencio y el inspector Méndez, husmeador de sombras y defensor de causas perdidas, ha cerrado su último caso y se ha jubilado para siempre. Méndez pertenece a la galería de los más grandes personajes de la novela negra: seguidor minucioso de su propia ley escrita en las servilletas de la barra de un bar,  merodeador incansable de la trastienda de Barcelona, de los barrios bajos donde la gente bien de las tarjetas black y las cuentas opacas en Andorra y en Suiza lava sus trapos sucios y tiende los felpudos donde los que pisan fuerte se limpian los zapatos.

González Ledesma nos hacía trampas. Pero a los lectores de siempre no conseguía engañarnos: él fingía escribir novelas policiacas o novelas sociales… pero lo que de verdad escribía eran poemas. Poemas en prosa, a pie de calle, sin otra rima que el vaivén de las vidas, de una belleza que no excluía el desgaste ni las mezquindades que todos cometemos a diario ni el peso de las decepciones.

Para no olvidar la Barcelona que nunca aparece en los folletos del patronato de turismo, hay que seguir leyendo a González Ledesma. Él nos lleva a sus malas calles que, a veces, son las buenas. Como suele pasar, estaba mejor considerado en Francia que en España. Aunque en los últimos años un puñado de fieles, encabezados por el megáfono del comisario Paco Camarasa de la librería Negra y Criminal, reivindicaron para él el lugar de maestro que merece. González Ledesma se ha ido, pero Méndez se quedará aquí para que no olvidemos su máxima: lo importante en un crimen nunca es quién es el asesino sino quién es la víctima.
Librújula, marzo de 2015


3 de març 2015

Balada triste por Silver Kane

Una triste balada resonó en el mundo de la literatura para despedir a Silver Kane. La misma que en el mundo del periodismo se dolía por la pérdida de Francisco González Ledesma, identidad real de Kane. El periodista, abogado y escritor barcelonés, precursor de la novela negra en España, esforzado autor de narraciones del oeste bajo el seudónimo de Silver Kane, y creador del comisario Ricardo Méndez, falleció en la madrugada de ayer, a punto de cumplir 88 años. Ganador del Planeta en 1984, fue además de narrador infatigable un aguerrido y batallador periodista (padre de los periodistas Enric y Vicky) que desarrolló su carrera en medios catalanes. Colegas de sus dos oficios lo despidieron como un grande.
La nebulosa se había instalado en los últimos meses en la mente de González Ledesma (Barcelona, 1927), que se mantuvo a salvo de los embates de la desmemoria hasta hace apenas tres años, cuando publicóPeores maneras de morir, última novela de Méndez, la número once de la serie.
Fue un mercenario de la novela popular antes de ser reconocido como uno de los padres del género negro ibérico, con el que estuvieron y están en deuda autores como Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín o Lorenzo Silva. Estudió la carrera de Derecho, pero mientras la cursaba un contrato leonino lo ligaba a la editorial Bruguera, para la que escribió centenares de novelas del oeste bajo el seudónimo de Silver Kane.
Sombras viejas fue la primera ficción que publicó con su nombre en 1948. Tenía 21 años y mereció ya el Premio Internacional de Novela, con Somerset Maugham y Walter Starkie en el jurado. También se llevó un mazazo de la censura, que prohibiría su publicación. Sería el primero de un rosario de encontronazos con el franquismo, que veía pecado, traición y rojerío en sus relatos. «Situé la acción en un barrio pobre de Barcelona y ya por ese detalle me tildaron de rojo», explicaba. «Mientras viva el Caudillo, usted jamás publicará nada en este país», escuchó de los censores.
El folletín de cuatreros y bandidos fue su refugio, su bálsamo y su medio de vida. «Bruguera ganó mucho dinero conmigo, y yo también me embolsé mis buenos cuartos; había meses que se llegaron a vender 60.000 ejemplares de mis novelas», contaba el autor, que también escribió guiones para la revista Pulgarcito y que resucitó a Silver Kane con La dama y el recuerdo en el 2010. También se refugió tras los seudónimos de Enrique Moriel, uno de los personajes de sus primeras novelas, o Rosa Alcázar, bajo el que facturó novelas románticas.
Su carrera tomó velocidad de crucero en 1984. Un año después de publicar Expediente Barcelona, donde aparece el comisario Ricardo Méndez, se le concedió el Planeta por Crónica sentimental en rojo. Gracias a Méndez, su personaje más legendario, el noir español ganó credibilidad y creció como género, otorgando a González Ledesma una popularidad que superó nuestras fronteras. Su palmarés siguió acumulado galardones en los últimos años hasta obtener en el 2007 gracias a Una novela de barrio el primer premio internacional de novela negra RBA (con 125.000 euros, es el mejor dotado del mundo en el campo de la intriga policíaca).
El primer embate de la enfermedad llegó en el 2012, con un ictus del que se recuperó y tras el cual escribió Peores maneras de morir: en ella aparece un Méndez crepuscular, muy castigado por la vida y atrapado en una Barcelona que apenas reconoce. El año pasado se publicaba aún El adoquín azul, novela corta en que relata el caso de una víctima de la brigada político-social del franquismo.
«Méndez es sobre todo humano: detiene a un comunista pero es capaz de preocuparse por su familia», decía de su atípico comisario. Un personaje al que trasladó todas las experiencia de su infancia en los barrios populares de Barcelona donde creció: «Era un niño muy pobre, que vivía en un barrio pobre y de padres rojos», recordaba el autor de Tiempo de venganza.
Miguel Lorenci. La Voz de Galicia, 3 de marzo de 2015

Adiós a un maestro de la novela negra

Muere Francisco González Ledesma, creador del inspector Méndez

Era, con permiso de Serrat, un noi del Poble Sec, de padre peón y madre modista «de pobres». Y un niño de la guerra, que con 9 años llevaba sacos de tierra al refugio antiaéreo, pasaba hambre y veía al padre partir en un reemplazo republicano de 1939 tras defender la ciudad del avance franquista en una barricada frente a El Molino. De aquella miseria se refugió Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) en la lectura, que le despertaría una vocación, que decía, era «lo único que justificaba» su vida. «Solo sé que soy auténtico cuando escribo. Me gustaría que me recordaran como a una persona que se sacrificó por la literatura, que le dedicó sus cinco sentidos». Pocos días antes de cumplir 88 años, de delicada salud tras sufrir un ictus en el 2011, fallecía el escritor, periodista y abogado que convirtió a la Barcelona de su inspector Méndez en escenario negrocriminal. Pero no del todo, pues según él mismo: «mientras alguien nos recuerda no morimos».
Con solo 21 años y la novela Sombras viejas ganó su primer premio, el Internacional de Novela de José Janés, en cuyo jurado estaba William Somerset Maugham. Pero era 1948 y topó con la censura (que también marcaría en rojo su obra Los napoleones), que le condenó por «rojo y pornógrafo», como le gustaba recordar. Para ver ambas novelas publicadas tuvo que morir Franco, en cuyo ejército llegó a capitán, aunque hablar catalán a sus soldados y evitar perseguir a los maquis le valió ser degradado y repetir la mili.
Mientras, González Ledesma halló sustento trabajando a destajo en Bruguera, donde además de guiones para cómics como El inspector Dan (junto a Víctor Mora) se inventó a Silver Kane, seudónimo bajo el que se codeó con Lafuente Estefanía y con el que de los 50 a los 70 alumbró medio millar de novelas populares del Oeste y policiacas, que podía llegar a escribir a razón de tres a la semana. Recupería a Kane en el 2010, con La dama y el recuerdo, algo que, confesó, le hizo «sentir joven otra vez».
Escribía de noche, porque por la tarde trabajaba de periodista y por la mañana de abogado, profesión que le hizo rico pero que abandonó a los 36 años porque le atormentaban las sentencias injustas y «defender a tipos indeseables». También ejerció, y sufrió, en Bruguera, al tener que blindar contratos de los dibujantes sobre derechos de autor en favor de la editorial.

LEY DE LA CALLE

En 1984, el inspector Méndez y su viejo Colt 45 -nacido secundario en Expediente Barcelona (1983)- en Crónica sentimental en rojo le valieron el premio Planeta, consagrándole como autor de novela negra de trasfondo social con Barcelona como protagonista. Mezcla de cuatro policías que conoció Ledesma, Méndez, que más que en los tribunales, creía «en la ley de la calle» y que podía ser comprensivo con los delincuentes pero implacable con pederastas y violadores, protagonizó una decena de títulos -Una novela de barrio le dio el premio RBA 2007; el último fue Peores maneras de morir (2013)-.
Ledesma, cuya carrera reconocía el festival BCNegra 2007 con el primer premio Pepe Carvalho, quiso en sus memorias, Historia de mis calles (2006), recordar la Barcelona humilde de su infancia, de hambre, lucha y posguerra. Su ciudad, omnipresente en toda su obra, seguía centrando la primera novela que firmó como Enrique Moriel -La ciudad sin tiempo-, seudónimo surgido del protagonista de la censurada Sombras viejas. Quizá porque deseaba que «de aquí a cien años» sus libros sean «una referencia de la memoria de Barcelona». El funeral será hoy a las 13.00 en el tanatorio de Sant Gervasi.
Anna Abella. El Periódico, 3 de marzo de 2015


González Ledesma, entre la novela negra y el quiosco


El escritor fallece a los 88 años Pionero del noir y creador del comisario Méndez, escribió cientos de novelas del oeste con el seudónimo Silver Kane
Abogado, periodista, guionista e icono de la novela negra. Esas son algunas características que definen a Francisco González Ledesma, pero el escritor fallecido ayer era ante todo un hombre humilde, generoso y bonachón, curtido en la dura posguerra y al que el franquismo le acusó de «rojo y pornógrafo».

Nacido en Barcelona en 1927, González Ledesma con 21 años ganó el Premio Internacional de Novela con Sombras viejas, un libro que no pudo publicar en 1948 por la censura franquista y que le llevó a escribir bajo el pseudónimo de Silver Kane. Un nombre con el que firmó más de 400 novelas del Oeste entre los años 50 y 70. Novelas de pistoleros, damas de salón, indios, cementerios, caballos y sheriff que se vendían en los quioscos de pipas disputando el espacio a Manuel Lafuente Estefanía o Corín Tellado.

Un género que volvió a recuperar en 2010, cuando publicó con 83 años La Dama y el recuerdo, para rendir homenaje a una buena parte de su vida, a esas novelas que le dieron «juventud» y «emoción» y algo de dinero. «Esas novelas me dieron dinero», decía.

«Se vendían muy bien porque no había televisión y la gente se entretenía», explicaba en una entrevista con Efe, en 2010, González Ledesma. Novelas baratas de las que se llegaron a vender 60.000 ejemplares al mes, en una España en blanco y negro y que eran alimentadas de «ingenuidad, rapidez y entusiasmo».

Ledesma cobró por su primera novela 150 pesetas que le pagaron a plazos. Tiempos grises en los que el joven escritor tenía que imaginarse un Oeste que nunca había visitado viendo películas, aunque luego, llegada ya la democracia, sí que pudo visitar el Oeste americano.

Pero este escritor de mil caras, nacido en el barrio de Poble-Sec, en la calle Tapioles y que comenzó trabajando en la editorial Bruguera, escribió con otros seudónimos: Enrique Moriel, extraído de uno de uno de los personajes de su primeras novelas, o el de Rosa Alcázar, con el que escribió literatura romántica.

Como periodista trabajó en El Correo Catalán y después en La Vanguardia, y en ambos fue redactor jefe. En 1966 fue uno de los doce fundadores del Grupo Democrático de Periodistas, asociación clandestina durante la dictadura en defensa de la libertad de prensa. Pero el que hoy sea uno de los pioneros e iconos de las novela negra junto a Vázquez Montalbán y por lo que será recordado es por su comisario Méndez, personaje con el que comenzó una serie que inició en 1983 con Expediente Barcelona y con la que quedó finalista al Premio Blasco Ibáñez. Un año después llegaría su consagración definitiva con el Premio Planeta por Crónica sentimental en rojo.

El comisario Méndez paseó su particular manera de hacer por las páginas de todas sus novelas: Las calles de nuestros padres (1989), La dama de CachemiraHistoria de Dios en una esquina (1991), El pecado o algo parecido (2002) y Una novela de barrio (2007). A estos títulos siguieron No hay que morir dos veces (2009), Barcelona Noir (2011) y en 2013 publicó Peores maneras de morir, la última entrega de su inspector, ya envejecido y paseando por una ciudad que casi no reconoce. En 2014 salió a la venta su última creación, El adoquín azul, una novela corta en la que relata el cao de una víctima de la brigada político-social del franquismo.

Carmen Sigüenza. Información, 3 de marzo de 2015


Francisco González Ledesma, un maestro de la novela negra


A los 21 años, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) ganó el Premio Internacional de Novela José Janés con Sombras viejas, pero el régimen franquista la censuró e impidió su publicación. "Mientras el Caudillo viva, usted no publicará", le dijeron. Y le tildaron de "rojo y pornógrafo". Decidió entonces estudiar Derecho y escribir novelas del Oeste para Bruguera que firmó con el seudónimo de Silver Kane. Entre 20 y 30 millones de españoles leyeron estas historias, en una España en blanco y negro en la que el autor catalán competía con Manuel Lafuente Estefanía y Corín Tellado. Pero su biografía, de niño pobre del barrio barcelonés Poble Sec, no había hecho más que comenzar. Abogado de Bruguera, además de autor, profesión que abandonaría por el periodismo, con el tiempo González Ledesma acabaría convirtiéndose en un clásico y en un maestro de la novela negra -el comisario Méndez ya tiene vida propia en la literatura de género- y del periodismo.
Padre del también periodista Enric González, Francisco González Ledesma falleció ayer tras dos años de enfermedad. Familiares y amigos le despedirán hoy, a la una de la tarde, en el tanatorio Sant Gervasi de la Ciudad Condal.
Veía con naturalidad la muerte, al menos eso declaraba hace algún tiempo en una entrevista: "Incluso piensas que puede ser útil... Una tontería: he dado mi cuerpo a la ciencia. No quiero entierros. Y además mientras tenga trabajo no me moriré. He pasado horas en autopsias, sé hacer un lazo de ahorcado, estoy familiarizado, incluso me sorprende haber llegado a esta edad: sufrí hambre, tuberculosis...".
La vida de González Ledesma tiene mucho de novela. "Yo era un rojo de barrio pobre", decía. Como abogado de Bruguera ganó mucho dinero, millones de pesetas, pero la presión que debía ejercer sobre los autores, haciéndoles contratos sin apenas derechos, le empujó a abandonar esa tarea. "Un día le dije a Bruguera, un empresario implacable, que quería poder levantarme y mirarme al espejo. Se enfadó y me fui sin cinco. Me dio un certificado y un mechero de oro, y yo no fumaba. Abandoné la abogacía".
Conquistó la libertad. Se incorporó como redactor eventual a El Correo Catalán y pasó de cobrar entre medio millón y un millón al mes a 5.000 pesetas. Acabaría siendo redactor jefe del diario y más tarde ocuparía ese mismo cargo en La Vanguardia. "El periodismo fue mi pasión. En una redacción hay gente indeseable y gente maravillosa. Y esa lágrima que te regala un entrevistado, esa confesión en el bolsillo al volver a la redacción... eso no tiene precio".
Pero el personaje que le ha convertido en uno de los grandes de la novela negra es el inspector Méndez, que, en Francia, ha llegado a ser casi tan popular como el Maigret de Simenon, y que el escritor catalán inició en 1983 con la novela Expediente Barcelona, finalista del premio Blasco Ibáñez.
González Ledesma firmó también libros con los seudónimos Enrique Moriel, un personaje de su primera novela, y Rosa Alcázar, con el que escribió literatura romántica. Fue premio Planeta con Crónica sentimental en rojo y logró el RBA con Una novela de barrio. A los 83 años quiso volver a ser Silver Kane con La dama y el recuerdo. La editorial RBA se refirió ayer al fallecido como "uno de los padres del género negro en España", con una carrera literaria que "sus miles de lectores seguiremos disfrutando, desde la Barcelona del comisario Méndez hasta el Lejano Oeste de Silver Kane". En su comunicado RBA señaló: "Te echaremos de menos, Francisco González Ledesma, Enrique Moriel, Silver Kane, Taylor Nummy, Silvia Valdemar, Rosa Alcázar, Fernando Robles", en referencia a los muchos seudónimos que utilizó el escritor barcelonés.
Asimismo, formó parte del grupo de escritores que asistieron a las primeras ediciones de la Semana negra de Gijón. "No se ha ganado todavía la batalla de la crítica", afirmaba en una mesa redonda celebrada en 1988 refiriéndose al género negro.
Solía decir que, si el mundo en el que naces te acaba por gustar, nunca llegas a escribir. Se definía como un hombre "muy complicado". "He sido muchas cosas y no he destacado en ninguna. Sólo sé que soy auténtico cuando escribo. Me gustaría que me recordaran como a una persona que se sacrificó por la literatura, que le dedicó sus cinco sentidos. A veces, impulsado por la desesperación... Todo lo demás es circunstancial".
P.R. La Provincia. Diario de las Palmas, 3 de marzo de 2015

El mundo de la literatura y del periodismo despide a González Ledesma

Escritores como Juan Marsé, Jordi Sierra i Fabra o Andreu Martín, el librero y comisario del festival BCNegra, Paco Camarasa, o periodistas, como Luis del Olmo, han despedido hoy a Francisco González Ledesma, considerado uno de los maestros de la novela negra, que falleció la madrugada del domingo.

El funeral por González Ledesma, prolífico escritor y periodista durante más de 25 años, ha congregado a veteranos del oficio de contar historias, sean encuadernadas en libros o publicadas en diarios, como La Vanguardia, donde ejerció la mayor parte de su carrera, y de la que ha habido numerosa representación, como Josep Martí Gómez, Joaquim Roglan o Maria Eugènia Ibàñez.

El escritor Jordi Sierra i Fabra, que homenajeó a González Ledesma al inspirarse en él para uno de sus personajes; o el novelista Andreu Martín, premio Pepe Carvalho 2011, un galardón que se concedió a González Ledesma en su primera edición, se han acercado hoy al tanatorio de Sant Gervasi para despedir a su amigo, con quien compartieron el 'boom' de la novela negra.

También han asistido editores como Emili Rosales, del Grupo Planeta, o Joaquim Palau, director de RBA; y, en representación de la Generalitat, el presidente del Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (CoNCA), Carles Duarte, o el presidente del Espanyol, Joan Collet, que han dado su pésame a la viuda y a los hijos del fallecido, el periodista Enric González y sus hermanas, María Victoria y Gloria.

Su hijo, Enric González, que practica el periodismo desde los diecisiete años y que tras ser corresponsal en diferentes países en la actualidad firma una columna en El Mundo, ha dicho durante la ceremonia que su padre era aquel hombre "capaz de soñar mundos infinitos", de trabajar duro y de "hacerles felices, incluso en circunstancias difíciles".

"El corazón tiene recuerdos que el cerebro olvida": palabras que González Ledesma puso en boca de su personaje el inspector Méndez, en el último libro de la saga policíaca "Maneras de morir", y que hoy ha recuperado su amigo y compañero de radio Fernando Rodríguez Madero durante el funeral.

En su lectura, Rodríguez Madero ha ensalzado la cara más humana del escritor, por su "generosidad, prudencia y cariño que desbordaba", y se ha despedido de todas las máscaras que tomó durante su trayectoria, bajo los pseudónimos de Silver Kane, Enrique Moriel, Taylor Nummy, Silvia Valdemar, Rosa Alcázar y Fernando Robles.

La Vanguardia, 3 de marzo de 2015



González / Kane: cuestión de dignidad

Su nombre no se menciona lo suficiente entre los grandes escritores de negra de Barcelona



Hace unos años y por la espalda le dieron de lleno. Pero, como era previsible, no consiguieron descabalgarlo. Silver Kane siempre fue mucho Silver Kane. Eso sí, le quitaron algo de lo que más quería: la posibilidad de seguir escribiendo. Porque lo suyo era un compromiso con la escritura. Con el aventis. Con la posibilidad de explicar historias que captaran la atención del lector, que le impidieran soltar aquel dichoso libro que había tenido la temeridad de empezar a leer. Contaba Silver Kane (González Ledesma, vamos) que ya en el colegio, cambiaba merienda por historias. Puede que sea otra de susaventis. En el fondo qué más da que algo sea verídico o no. Lo que importa es si es verosímil. Y tratándose de Francisco González Ledesma la aventis encaja con el personaje, con la persona, con el escritor. Y uno se imagina a un González Ledesma desfaciendoentuertos en el patio del colegio tanto como articulando trueque de pan y chocolate por historia imaginada o vista en la última sesión de cine.
Ahora lo han vuelto a intentar y sí, esta vez le han descabalgado. Pero su caballo permanece con él. Su caballo y todos sus lectores. No han sido los apaches porque González Ledesma tuvo mucho más de indio o de pistolero justiciero que de hombre de orden si el orden era injusto. Porque Silver Kane fue, es y será un tipo honesto. Un héroe crecido en una Barcelona de postguerra y brutal rotura de huesos e ideas por el franquismo. No un héroe apuesto ni bravucón. Pero sí alguien a quien los matones del patio y de la vida no podían conseguir doblegarle del todo. Vencerle quizás pero poco más. El héroe que hay en el hombre corriente. Pienso en James Stewart pero me viene más a la memoria Charles Laughton en This land is minede Renoir. Uno nace siendo lo que es y creyendo ser algo que sólo se demuestra cuando la vida te hace elegir. Ahí está el héroe. El tipo honrado. El hombre humilde castigado por serlo, y pese a eso sigue siendo un hombre porque sigue siendo honrado.
A juzgar por las bravatas de la intelectualidad de los últimos 60 años, todas las luminarias estaban en comisarías, luchando contra el Dictador, escuchando a Raimon y corriendo delante de los grises, pero no todos pueden exhibir el no publicar en años por “rojo” y “pornógrafo”. Silver Kane sí. Nunca sacaba pecho. Era parte de su travesía en el desierto. De su formación como literato. Le dieron la opción de retractarse, de ser otro, de traicionar su libertad creativa y no lo hizo. Se dio la vuelta, fue dando paseos por las calles de su Barcelona y se encerró en casa a escribir. Bajo otros nombres, acabando libros para el cajón. Trabajando de periodista de calle y de abogado, dos de las mejores maneras de comprobar cómo es y vive la gente con horizonte máximo 24 horas.
Como escritor, es una lástima que los malos le desmontaran tan pronto. Somos muchos los que le debemos tanto. Y su nombre no se menciona lo suficiente cuando se habla de los grandes escritores de negra de Barcelona. Las novelas de su comisario Méndez tienen algo que se suele pasar por alto: están muy bien escritas. Su prosa no es nunca barata ni esquemática. Está siempre en busca de esa forma de belleza que da darse fuerza con los pies en el trampolín de la vida para ir un pelín más lejos de trama, personajes y un poquito de cemento. Cuidaba sus libros, sabía cuándo ser periodista y cuándo literato. Había esmero, respeto y dignidad en la forma en que nos los servía a nosotros, sus lectores. Sabía —porque le robaron durante años la posibilidad de la relación con el lector— que cada libro es una única posibilidad de comunicarse, acompañar y luchar. Y que quizás no hay otra porque cuando te das la vuelta, el cobarde dispara.
Carlos Zanón. El País, 3 de marzo de 2015

Francisco González Ledesma: El autor que se pateaba las calles


Nació en el Poble Sec y allí vivió el hambre en tiempos de violencia y miseria. Era hijo de una matrimonio de clase trabajadora y toda su obra -su gran obra- sería un homenaje a la dignidad, la tenacidad y la entereza del perdedor (y azote de las argucias y malicias de los que ganan; en los ayuntamientos, en la política y en las finanzas). Francisco González Ledesma era un trabajador imbatible, formidable. Lo fue ya desde la infancia y, como él contaba en una entrevista, cuando consiguió seguir adelante con sus estudios gracias a una tía de Zaragoza. La ayuda económica de aquella señora tenía una condición: no se admitían suspensos.

Y así llegó a estudiar la carrera de Derecho. Para costeársela, entró a trabajar en aquella gran factoría llamada editorial Bruguera. Allí escribió a destajo, ganando pulso y oficio, esa serie de novelitas firmadas bajo el pseudónimo de Silver Kane (y tuvo otros, que incluían la novela romántica). Más tarde pasaría a ser abogado de la firma Brughera, trabajo en el que no se sentiría del todo bien. Y, en verdad, cuando se convirtió en abogado con despacho propio, acabó sintiéndose peor. Tenía buenos ingresos, posición, pero defendía lo que en todas sus novelas atacó: señores que merecían estar en la cárcel.

No sólo escribió aquellas (¡400!) novelas por entrega, a veces una por día. En Bruguera, entre 1947 y 1966, también fue guionista de tebeos -El inspector DanDoctor Niebla o Teniente Negro- y, fuera de la órbita de aquella editorial, en 1948, con 21 años, fue galardonado con el premio internacional de novela joven creado por el editor José Janés. Conoció a Somerseth Maugham -que era miembro del jurado-, y fue un gran honor, pero la censura franquista vetó la publicación de Sombras viejas por roja y pornógrafa. Casi treinta años después publicó por vez primera en España, con su verdadero nombre, la novela Los napoleones.

El fuerte carácter social, la radiografía del paisaje en fuga de Barcelona -"se acaba la Rambla de los camioneros y llega la de los ejecutivos"- de su obra posterior es indivisible de su carrera de periodista. Primero en El Correo Catalán y luego, durante 25 años, en La Vanguardia, en donde fue redactor jefe -y en donde durante mucho tiempo en esta redacción le han guardado su máquina de escribir-. Como su gran personaje, el comisario Méndez, González Ledesma ejercía el periodismo a fuerza de "patear al calle".

Conoció y entendió Barcelona como un notario que levanta acta de todos sus rincones, burdeles, inspectores de policías hijos del franquismo (como lo sería su personaje), ladrones de poca monta y señores en las esquinas de lo que en la obra de Méndez se llamaría El Chino, en desprecio de lo que para autor y protagonista eran un amargo eufemismo de estos tiempos: el Raval. 

El francés Leo Malet escribió una historia por cada distrito de París.

Barcelona tiene un recorrido literario de la obra de Juan Marsé, y de Mercè Rodoreda. La ruta de Méndez -altamente reconocido en Francia- sería un trabajo de fina arqueología. La misma que llevaba a cabo este comisario que desde hace muchas, muchas novelas sus superiores quieren jubilar, relegado a un escritorio junto al retrete en la comisaría de Nou de la Rambla, un tipo honesto e incómodo, valiente como nadie y "zorro viejo", que aunque algo decrépito sigue siendo capaz de molerse a golpes por honor y de buscar antiguas confidentes en viejas madamas, en un barrio chino en donde "se han ido las madames y han llegado los dentistas". Crónica sentimental en rojo (Premio Planeta), El pecado o algo parecido -en donde las garras del sabueso Méndez llegan a Madrid y "algún pez gordo de la Moncloa"- , Cinco mujeres y media (Prix Mistere) Una novela de barrio (Premio RBA 2007); en cada novela la lengua de Méndez es más amarga, y su mirada más certera.

En 2007 su autor publicó en forma de libro una obra llamada La ciudad sin tiempo. Un prodigio de registro diferente, un recorrido por Barcelona (cuyo origen había sido una historia por entregas publicada en este diario) y centrada en un personaje inmortal, nacido en un burdel de la Edad Media, que vive todas las épocas de la ciudad, que huye de la muerte en 1714 o asiste a la inauguración del "Set portes".

Por eso fue muy difícil de creer que este otro inmortal, encantador y fuerte, sufriera un ictus cuando ya tenía casi acabada su novela Peores maneras de morir. Decía Ledesma que la prueba de fuego sobre sus propios textos era releerlos tiempo después: si se aburría, los tiraba. Afortunadamente, y posiblemente porque no podría soportar la idea de no cumplir con sus editores, esta novela sobre chicas que huyen de verdugos que las esclavizan y luego se comportan como empresarios de alto nivel, sobre la ciudad que tapia, hermosea y derriba y se hace irreconocible, se publicó (y con la colaboración de una de sus hijas). Fue la despedida de un maestro del que -como crítica habitual de novela negra- no me puedo despedir. Sé que no volveré a reseñar la fuerza y la puñetera verdad ala que nos confrontó él, libro tras libro. Sé que no volveré a encontrarme con frases así: "no le doy mi palabra de caballero porque sin duda no lo soy, pero le doy una palabra que en la calle vale más, mi palabra de hijo de puta". Queda, pues, salir a buscarlo, Como Méndez salía a buscar con un libro en los bolsillos la ciudad que sólo podía contar él. Así lo dijo su autor: "La ciudad, Méndez, está llena de cosas que han existido, y en las calles siempre hay alguien que las recuerda. Por eso caminamos sobre el pasado y por eso nos está esperando en las esquinas".

Lilian Neuman. La Vanguardia, 3 de marzo de 2015

Recuerdo de González Ledesma: “Las cucarachas siempre respetaron la hora del cierre”


Cuando los ordenadores sustituyeron a las máquinas de escribir en la redacción de La Vanguardia, la única Olivetti que quedó fue la de Francisco González Ledesma. Después, cuando colaboró con El Paísllevaba sus artículos a la redacción, que seguía escribiendo a máquina en hojas de papel, y aprovechaba para tomar un café con los colegas. González Ledesma, quien falleció ayer a los 87 años, fue un resistente que decidió no emplear los ordenadores.
En su libro Historia de mis calles (Planeta, 2006), González Ledesma recuerda cómo fueron sus inicios en el periodismo. Trabajaba en la editorial Bruguera “desde las ocho de la mañana hasta las seis, buscar a partir de entonces un reportaje, escribirlo, llevarlo, y por la noche hacer de Silver Kane”, un seudónimo con el que escribió más de cuatrocientas novelas que se vendían y cambiaban en los kioscos. Esa es la vida que llevaba el abogado, periodista y escritor, desempeñando los tres oficios en un mismo día, a mediados de los años 60. En 1966, ingresó como redactor fijo en El Correo Catalán, un periódico que, según González Ledesma, tenía la redacción “más romántica y sucia de Barcelona”. Lo explica así en su libro de memorias:
Por favor, déjenme entrar con ustedes en aquella vieja redacción de El Correo Catalán, la más romántica y sucia de Barcelona, que entonces estaba en un sótano de la Rambla, entrando por un costado del hotel Montecarlo que, debidamente desinfectado, aún existe. Lo primero que encontrabas, en la pequeña sala de redacción, era una tubería del techo que goteaba un líquido inclasificable, sin duda la orina de los turistas. Jaume Castell me dijo que no me asustara: “Son meados internacionales”.
Bajabas al sótano y entrabas en la redacción, o templo de la sabiduría. La empresa —que entonces era de los algodoneros, aunque también tenía capital el alcalde Porcioles— había tratado de instalar allí una especie de New York Times, con departamentos cerrados por cada sección y separados por vidrios. Quería seruna imitación de la todopoderosa Vanguardia, como también querían serlo las páginas de huecograbado. Pero los diligentes redactores del Correo habían ido rompiendo los cristales y sólo quedaban las separaciones de madera, de modo que aquello era una imitación de los treinta metros vallas, y digo treinta porque nunca llegarían a cien. La redacción estaba llena de papeles y restos de bocatas, y de madrugada la visitaban las cucarachas, pero nunca antes. Las cucarachas siempre respetaron la hora del cierre.
En Historia de mis calles, el lector se percata de que González Ledesma guardaba buenos recuerdos de unas redacciones pintorescas donde podía suceder cualquier cosa. “No como las de hoy, que parecen oficinas de La Caixa. Martí Gómez me lo contaba hace poco: “Antes los redactores entraban con una botella de whisky. Ahora, todos llevan bajo el brazo una botella de litro de agua mineral, y yo, al verlos, pienso: Poca cosa haréis”, decía en el libro.
Ya no quedan máquinas de escribir en unas redacciones donde los periodistas salen poco a la calle. A veces solo para ir a sus domicilios. En las redacciones tampoco se enseñan como antes las cosas elementales del oficio. Por eso hay que recordar al último mohicano de la Olivetti, un periodista que aprendió en la redacción, entre otras muchas cosas, que hay que titular las noticias como si se las estuvieras contando a tu mujer. Un consejo que sirve también para los tiempos de Twitter.


Fernando García Mongay. Fuentes y charcos, 3 de marzo de 2015

2 de març 2015

Mor el periodista i escriptor barceloní Francisco González Ledesma



L'escriptor i periodista Francisco González Ledesma ha mort als 87 anys a Barcelona. Nascut al Poble-sec, Ledesma està considerat un dels pares de la novel·la negra espanyola. Seves són les històries del famós inspector Méndez, que es movia com ningú per la Barcelona dels baixos fons del franquisme. El reconeixement li va arribar l'any 1984 amb la novel·la 'Crónica sentimental en rojo', amb què va guanyar el Premi Planeta. La seva salut es va ressentir l'any 2011 arran d'un ictus, fet pel qual va restringir les aparicions públiques.
L‘inspector Méndez s’ha quedat orfe. El seu pare, l’escriptor i periodista barceloní Francisco González Ledesma, ha mort aquesta matinada dies abans de fer els 88 anys. A través de Méndez, Ledesma va saber retratar com pocs la Barcelona més canalla del franquisme. Els baixos fons de la ciutat, sobretot del Raval, però també del Paral·lel i el Poble-sec, el barri on va néixer l’escriptor l’any 1927. I va ser precisament aquest, el seu personatge més conegut, el protagonista de la novel·la ‘Crónica sentimental en rojo’, amb què va guanyar el Premi Planeta l’any 1984, i també la popularitat i la projecció fora, especialment a França.
La carrera literària de Ledesma, però, va començar molt abans. Amb només 15 anys ja feia guions de còmic per a l’editorial Bruguera. Provinent d’una família humil, l’escriptor barceloní es va pagar la carrera de dret escrivint novel·les de l’oest americà. En va escriure més de 400, a un ritme frenètic de fins a una novel·la per setmana, sota el pseudònim de Silver Kane.
L’última novel·la de Ledesma, ‘Peores maneras de morir’, es va publicar ara fa dos anys, el 2013. Era l’onzena història protagonitzada per Méndez, passejant per una Barcelona que l’inspector ja no reconeixia. La va escriure mentre es recuperava de l’ictus que va tenir el 2011 i arran del qual va espaiar les intervencions públiques.
A banda de la faceta com a escriptor, Ledesma també va desenvolupar una carrera periodística important. Va ser redactor en cap tant al ‘Correo de Cataluña’ com a ‘La Vanguardia’. També va ser un dels fundadors, l’any 1966, del Grup Democràtic de Periodistes, una associació clandestina que va treballar per la llibertat de premsa durant els anys del franquisme.
L’any 2006, l’escriptor va publicar un llibre de memòries, ‘Historia de mis calles’, en què repassa les seves vivències quan encara era un nen en la Barcelona de la Guerra Civil. Un testimoni que també va recollir en una llarga entrevista el programa de BTV presentant per Manuel Campo Vidal,  ’Barcelona: ciutadans en temps de guerra’.
BTV, 2 de març de 2015