6 de febr. 2005

Homenaje a Francisco González Ledesma

Teatro de Saint-Quentin en Yvelines, tarde del 6 de febrero 2005

Texto escrito y leído por Claude Mesplède antes de la entrega a Paco Ledesma de la medalla de la comunidad de Saint-Quentin de manos de Robert Cadalbert, presidente de esa comunidad

Claude Mespléde

La tarde del viernes 4 de febrero hemos rendido homenaje a la gran novelista sueca: Maj Sjöwall y teníamos previsto hacer lo mismo con Francisco González-Ledesma, nuestro amigo de Barcelona, pero aún no había llegado a Saint-Quentin. La razón era bien sencilla, Francisco recibía en ese mismo momento, en su ciudad natal, la medalla de oro del orden de abogados.
Esa ciudad natal, Barcelona, esta constantemente en el centro de su obra. Que se trate de la serie de investigaciones del inspector Ricardo Méndez o de las novelas históricas como Soldados, Los Simbolos o Los Napoleones. Entre las investigaciones de Méndez, el episodio más popular sigue siendo La Dama de Cachemira que narra con emoción la historia de dos mujeres pobres cuya única evasión para viajar son los sueños. Esa narración de carácter universal fue incluso traducida en los Estados Unidos.
Evocando la parte histórica de la obra de Ledesma, descubrimos narraciones exuberantes que cuentan la Barcelona durante la contienda civil y después bajo el franquismo, hasta hoy en la España democrática contemporánea. Ese admirable retrato que constituye Los Napoleones debuta por una escena que no se olvida. En una plaza de Barcelona asistimos a la carga violenta, de una tropa de caballería mora sable en ristre. Un niño de 8 años esta tirado en el suelo en medio de la plaza. Los caballos saltan por encima de el, sin tocarle. El amor por los caballos, de nuestro invitado, data de esa época porque aquel niño en el suelo era él. Nacido en una familia pobre, se dirigía con su madre hacía el puerto donde estaban amarrados los barcos cargados de provisiones. Hacía tres días que la madre y el hijo no habían comido. Años más tarde Paco cursa estudios de derecho y consigue rápidamente ser un abogado reputado de mucho prestigio.
Se da cuenta, al cabo de algunos años, que si gana mucho dinero, por otro lado ha vendido su alma al diablo. Decide entonces dejar la abogacía y emprender estudios de periodismo. Primero de su promoción, creará junto a otros periodistas entre los que figura su amigo Manuel Vázquez Montalbán, el Grupo de Periodistas Democráticos cuya acción principal será escribir artículos que permitan, incluso bajo la dictadura franquista, filtrar algo de la verdad. Esa lucha por la verdad y por la justicia social esta patente en toda su obra, la mayoría de sus personajes son de los que raramente ocupan la escena en literatura. Son pobres del barrio chino de Barcelona, prostitutas, viejos republicanos que perdieron su empleo, abogados forzados a trabajar en otra ocupación, y la mirada que sobre ellos enfoca el autor siempre esta cargada de simpatía y compasión. En cuanto a sus motivaciones, Paco es muy claro. "No podría vivir si escribir".
Por toda la felicidad de lectura que nos das, por ese empeño en defender valores como la solidaridad, la justicia social, la convivencia y la lucha para que triunfe la verdad, querido Francisco yo que te conozco y te aprecio desde hace quince años… Permíteme darte en nombre de de todos los novelistas de Francia, muchas gracias.

http://gangsterera.free.fr/ArtHomenajeLedesma.htm

1 de febr. 2005

A Méndez

personatge fictici de les novel·les de González Ledesma
que acostuma a passejar pel Poble-sec


Júlia Costa

Encara als bars hi ha gots amb gotes de silenci.
Encara el barri amaga enyoraments i plors.
Encara dels terrats s’albira la muntanya.
Encara el Paral·lel té rètols de colors.

Però de les velles quadres no surten els carruatges
que acompanyaven nuvis i enterraments antics.
Les dones no fan cua per omplir cantis d’aigua.
Ja no hi ha safareigs on rentar-hi el desig.

L’home cínic i vell esbrina algun misteri
i puja pels carrers, plens d’un temps que se’n va.
Algun mort dels nous temps s’amaga entre bardisses,
víctima de la vida, que no sap perdonar.

Policia perdut entre pàgines fosques,
que sap que la justícia mai no és justa del tot,
el vell Méndez s’allunya pels carrers que s’enfilen,
cercant el temps que passa o un assassí devot.

Tot ha canviat, remuga, enyorant vells cinemes,
encatifats de closques de pipa i cacauets,
i el carbó del vell moll, i els racons més ombrívols,
on els pecats encara eren greus i secrets.

La seva grolleria té un alè de tragèdia,
coneix bé les misèries que asfalten la ciutat,
contempla els gratacels que amb vanitat s’enlairen,
i s’atura una estona, abatut i cansat.

Júlia Costa. La pols dels carrers. Barcelona: Editorial Meteora, 2005 (Mitilene; 4)