3 de març 2015

Adiós a un maestro de la novela negra

Muere Francisco González Ledesma, creador del inspector Méndez

Era, con permiso de Serrat, un noi del Poble Sec, de padre peón y madre modista «de pobres». Y un niño de la guerra, que con 9 años llevaba sacos de tierra al refugio antiaéreo, pasaba hambre y veía al padre partir en un reemplazo republicano de 1939 tras defender la ciudad del avance franquista en una barricada frente a El Molino. De aquella miseria se refugió Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) en la lectura, que le despertaría una vocación, que decía, era «lo único que justificaba» su vida. «Solo sé que soy auténtico cuando escribo. Me gustaría que me recordaran como a una persona que se sacrificó por la literatura, que le dedicó sus cinco sentidos». Pocos días antes de cumplir 88 años, de delicada salud tras sufrir un ictus en el 2011, fallecía el escritor, periodista y abogado que convirtió a la Barcelona de su inspector Méndez en escenario negrocriminal. Pero no del todo, pues según él mismo: «mientras alguien nos recuerda no morimos».
Con solo 21 años y la novela Sombras viejas ganó su primer premio, el Internacional de Novela de José Janés, en cuyo jurado estaba William Somerset Maugham. Pero era 1948 y topó con la censura (que también marcaría en rojo su obra Los napoleones), que le condenó por «rojo y pornógrafo», como le gustaba recordar. Para ver ambas novelas publicadas tuvo que morir Franco, en cuyo ejército llegó a capitán, aunque hablar catalán a sus soldados y evitar perseguir a los maquis le valió ser degradado y repetir la mili.
Mientras, González Ledesma halló sustento trabajando a destajo en Bruguera, donde además de guiones para cómics como El inspector Dan (junto a Víctor Mora) se inventó a Silver Kane, seudónimo bajo el que se codeó con Lafuente Estefanía y con el que de los 50 a los 70 alumbró medio millar de novelas populares del Oeste y policiacas, que podía llegar a escribir a razón de tres a la semana. Recupería a Kane en el 2010, con La dama y el recuerdo, algo que, confesó, le hizo «sentir joven otra vez».
Escribía de noche, porque por la tarde trabajaba de periodista y por la mañana de abogado, profesión que le hizo rico pero que abandonó a los 36 años porque le atormentaban las sentencias injustas y «defender a tipos indeseables». También ejerció, y sufrió, en Bruguera, al tener que blindar contratos de los dibujantes sobre derechos de autor en favor de la editorial.

LEY DE LA CALLE

En 1984, el inspector Méndez y su viejo Colt 45 -nacido secundario en Expediente Barcelona (1983)- en Crónica sentimental en rojo le valieron el premio Planeta, consagrándole como autor de novela negra de trasfondo social con Barcelona como protagonista. Mezcla de cuatro policías que conoció Ledesma, Méndez, que más que en los tribunales, creía «en la ley de la calle» y que podía ser comprensivo con los delincuentes pero implacable con pederastas y violadores, protagonizó una decena de títulos -Una novela de barrio le dio el premio RBA 2007; el último fue Peores maneras de morir (2013)-.
Ledesma, cuya carrera reconocía el festival BCNegra 2007 con el primer premio Pepe Carvalho, quiso en sus memorias, Historia de mis calles (2006), recordar la Barcelona humilde de su infancia, de hambre, lucha y posguerra. Su ciudad, omnipresente en toda su obra, seguía centrando la primera novela que firmó como Enrique Moriel -La ciudad sin tiempo-, seudónimo surgido del protagonista de la censurada Sombras viejas. Quizá porque deseaba que «de aquí a cien años» sus libros sean «una referencia de la memoria de Barcelona». El funeral será hoy a las 13.00 en el tanatorio de Sant Gervasi.
Anna Abella. El Periódico, 3 de marzo de 2015