10 de febr. 2008

Francisco González Ledesma

Con "Una novela de barrio" Francisco González Ledesma se llevó los 125.000 euros del primer premio de Novela Negra RBA, el de mayor dotación en el mundo. De nuevo nos encontramos con las peripecias del inspector Méndez. Pero hay más. Para empezar, los afanes de un padre por reconstruir la vida de su hijo muerto. Una obra maestra de uno de los mejores autores de novela social, como él gusta llamar al género negro. Con él hablamos de todo en "La torre de papel".



Onda Regional de Murcia. "La Torre de Papel", 10 de febrero de 2008

8 de febr. 2008

Acción e intriga en González Kane

Enrique Bienzobas

A mí, como a otros muchos, me costó conocer la verdadera personalidad de Silver Kane varios años. Siempre que lo menciono me vienen recuerdos de mi adolescencia y juventud, de los novillos que hacía (ahora se llaman pellas), de las novelas que leía: Silver Kane, Marcial Lafuente Estefanía… Zane Grey, al que me presentó mi padre: “Si te gustan las novelas del Oeste –me dijo un día-, lee estas que son mejores”. Y si lo eran, al menos tan buenas como las otras, La heroína de Fort Henry, El espíritu de la frontera, Nevada y tantas otras que yo devoraba. Pero también había policíacas, de Eddie Thorny, Espera desesperada, El muerto no tenía coartada, Peligro nacional… O de Lou Carrigan, Consejero matrimonial, Satori (esta era sobre artes marciales).Y muchas más, más de mil, más de dos mil, más… Aunque yo no leí tantas.
Ahora ya todos sabemos que Marcial Lafuente Estefanía fue hijo de un magistrado del Supremo en la República, que estuvo a punto de ser fusilado. Que Eddie Thorny era el periodista libertario Eduardo de Guzmán, del que en la actualidad la editorial VOSA está reeditando su obra. Que Lou Carrigan era Antonio Vera, que ahora publica un blog (
http://loucarrigan.com/). Y más. Que Silver Kane era Francisco González Ledesma, del que Vicente de Santiago Mulas, en su obra La novela criminal española entre 1939 y 1975 (Madrid, 1997, editada por Libris), nos reseña 136 novelas con ese seudónimo y una más con el seudónimo de Taylor Nummy. Que Zane Grey, efectivamente era norteamericano aunque no se llamara así, sino Pearl Zane Gray.
Hoy, efectivamente, sabemos más cosas. Pero nos siguen gustando aquellas lecturas. Y volvemos a ellas siempre que podemos. Por eso es de agradecer el esfuerzo de la editorial La Factoría de las Ideas (y el del director de la colección, David. G. Panadero) su reedición.
La mencionada editorial ha reeditado, con una introducción de Manuel Blanco Chivite, cuatro de las novelas de Silver Kane bajo el título genérico de la primera de ellas, Recuérdame al morir. Una bonita e intrigante historia policíaca con una dosis de misterio cercano a la magia. Aunque al final la magia es la del autor. Cuando Francisco Kane escribió Recuérdame al morir llevaba publicadas ocho novelas, todas ellas en la editorial Bruguera. Era el año 1957 y se publicó en la colección Servicio Secreto con el número 360. Habían pasado nueve años desde que ganó el Premio Internacional de Novela con Sombras viejas, pero la censura franquista impidió su publicación. Faltaban todavía veintisiete años para que, con Crónica sentimental en rojo se llevara el Premio Planeta.
Recuérdame al morir es una novela de intriga (hoy hay muchos que lo llaman “thriller”, como si en castellano no tuviéramos la palabra “suspense”). Sabiamente construida, en donde el diálogo, al estilo de las novelas de Chandler y de Hammett, por poner dos ejemplos, es el eje sobre el que transcurre la acción. Una acción trepidante en la que la magia y la intriga mantienen al lector aferrado a sus páginas, con una tensión creciente que no le permite levantar la mirada de ellas. Tanto que el propio autor se ve obligado a escribir un epílogo, triste epílogo, como dijo un poeta, todos los epílogos son tristes, en el que se suavizan las cosas y se abren ventanas a un futuro quizá mejor, además de que el editor, se lleva una regañina de lo mal que pagan a los autores. La misma editorial, en lengua original, se ve obligada a añadir una nota en la que dice que se le pagó al autor lo estipulado y donde se añade que no se debe de hacer caso a los autores. Este recurso final no es más que el colofón a un juego que el autor ha desarrollado durante toda la historia: el narrador cuenta los hechos en primera persona. ¡El narrador es Silver Kane!
“Si todo relato es narración de una historia, el productor del mismo es el narrador, que es quien cuenta los hechos de esa historia” (Demetrio Estévanez Calderón: Diccionario de términos literarios. Alianza, Madrid, 1996). Aquí nos encontramos con un ejemplo de narración en primera persona, es decir, el protagonista-narrador. Pero hay más, el narrador el es autor, es decir, Silver Kane. Francisco González Ledesma se escuda en Silver Kane (para poder publicar), y utiliza su propio seudónimo para figurar como el personaje central, el “Yo protagonista”. No se qué diría Todorov al respecto, cuando habla de “la mirada” del relato, pero es que, escribir una (y a veces dos) novelas a la semana, es la escuela que despierta imaginación, técnica y sabiduría. Y esta es la escuela en la que aprendió Francisco Kane o Silver González o Silver Kane Ledesma o…
Silver Kane, protagonista, se encuentra en las últimas. No tiene dinero y le vencen varios plazos. Busca ayuda en su editor, que no sólo no se la presta, sino que le insinúa que es él quien le debe dinero. Busca a sus deudores, pero o están muertos o no los encuentra. Sin saber qué hacer sorprende a una joven que se quiere suicidar. Y empiezan los líos. Los muertos parece que regresan de sus tumbas. Una ciega con facultades para adivinar cuándo van a morir o cuándo han muerto. Toda una intriga que va subiendo de tono, de tensión, a la vez que va aumentando el número de muertos.
Todo tiene un final que, si no es todo lo feliz que se desea, si al menos es feliz (seguro que la censura franquista andaba detrás de los finales). Pero, con todo, González Kane se permite alguna crítica indirecta al sistema montando después de la guerra civil: Somos una familia muy poderosa –dice una de las protagonistas de la historia, cada uno ponga aquí el apellido que desee-. La ley nada puede contra nuestra influencia y nuestro dinero, y, por si hay dudas, la que va a ser detenida, miembro de dicha familia, tendrá los mejores abogados del país y hasta los mejores jurados, porque compramos a sus miembros. Evidentemente deja caer que son a los miembros de los jurados, una institución que el Franquismo no tenía, pero por miembros podemos entender cualquiera de los que pertenezcan a las instituciones relacionadas con la justicia. Ir más allá podría provocar cárcel en aquellos tiempos. Y bueno, en estos tampoco anda la cosa mucho mejor.

Liberty, 8 de febrero de 2008

7 de febr. 2008

En la Barcelona joven y mestiza

Jordi Cervera

En Una novela de barrio, Premio Internacional de Novela Negra RBA, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) recuperó a su desencantado protagonista, el inspector Méndez, un hecho que se supone debería haber dificultado el argumento del anonimato exhibido por el jurado del galardón. En todo caso el autor que ganó el Planeta en 1984 con Crónica sentimental en rojo y que aún mantenía vivo el éxito del pasado Sant Jordi con La ciudad sin tiempo, firmada con el seudónimo de Enrique Moriel, cambiaba de escudería y se embolsaba los 125.000 euros del premio. Y mientras se dice que se prepara una nueva aventura del inspector Méndez, Destino ya ha anunciado para abril la nueva entrega del señor Moriel, que se titulará El candidato de Dios.
Una novela de barrio es una nueva aventura de esa Barcelona mestiza que va perdiendo sus referentes, los topónimos clásicos que conocía el protagonista, para dar paso a otras geografías más cosmopolitas, menos rastreables, nada asequibles. Méndez se hace viejo, se mueve por la prejubilación y la ciudad que él conocía se rejuvenece, ensancha las calles y cambia personajes de toda la vida por recién llegados que no saben nada de los códigos de honor ancestrales. Y el lector halla a un policía menos dialogante, que se refugia en la violencia con más facilidad que antes, un Méndez que se olvida menos de su pistola, pero que, a pesar de todo, no defrauda, que no abandona los interrogatorios en forma de conversación, que sigue frecuentando los pocos bares donde el certificado de salubridad es casi una utopía y que enfrenta al lector a un personaje que ya forma parte del imaginario colectivo.
Huérfanos de Carvalho, Méndez es el policía de Barcelona, de una Barcelona alterada y perturbadora pero capaz de albergar misterios, de encerrar delitos y, sobre todo, de conjugar los temas clásicos de González Ledesma, esos que borda en sus libros, la dignidad, la lealdad, la solidaridad y, por encima de todo, los límites de la ley, esas fronteras difusas que pueden traspasar con igual habilidad agentes y delincuentes.

Exit, 63, del 7 al 13 de febrero de 2008

4 de febr. 2008

Una novela de barrio

R. Pérez

Una novela de Barrio
Francisco González Ledesma

Descubrí a Francisco González Ledesma en una entrevista que le hicieron por televisión. Me cayó bien. Un tipo tranquilo, un profesional. Nunca mejor aplicado que a este hombre que hasta Jodorowsky lo cita como un prodigio de hombre trabajador. Comenzó escribiendo novelas de pistoleros bajo el seudónimo de Silver Kane. Tenía que entregar una novela cada semana y apuraba hasta la última gota de su tiempo para conseguirlo. Simultaneaba la escritura con los estudios de abogado y otros trabajos para engordar su magro sueldo de fin de mes. Llegó a ser abogado y más tarde periodista. Al final parece ser que ha conseguido independizarse con la escritura.
Sus primeras novelas fueron prohibidas, no sé por qué razones y no se publicaron hasta que llegó la democracia. Yo tenía en mente una "Crónica sentimental en rojo" que nunca he llegado a leer, pero de la que siempre he oído hablar.
Su personaje es Méndez, un viejo policía -al menos en esta, casi por jubilar- con maneras de veterano. No teme disparar un tiro cuando hace falta a pesar de las consecuencias en forma de expedientes. Aquí se investiga un asesinato, pero todo el tiempo parece estar claro quién ha sido el asesino. No se consigue demostrar y además hay que protegerle pues a su vez intentan asesinarle. Las razones que lo inculpan son una venganza, aún incompleta pues falta otra muerte para que esta se vea satisfecha. Esa otra posible víctima es la que intenta matar al vengador antes de que este actúe primero e impedirlo es la labor de Méndez a todo lo largo del libro. Al final las cosas no resultan tal y como se habían planteado.
El estilo de don Francisco no es muy poético. Como suele ocurrir en las novelas policiales. Se va al grano. Podríamos definir su estilo en que casi cada capítulo aparecen diferentes puntos de vista que relatan una parte de la historia. Que hay un narrador omnisciente y crítico con el estado actual de la sociedad desde el punto de vista de un viejo policía y otras personas que vivieron en un país bastante diferente al que reconocen ahora. Que predomina el paseo por las calles, la descripción de la decadencia de los viejos barrios y la crítica de algunos cambios que ha traído el advenimiento de la democracia y los nuevos tiempos.
Al principio cuesta un poco entrar a uno como yo que gusta de leer "alta literatura", pero al tercer capítulo engancha, sobre todo por Méndez y su deambular por los barrios de Barcelona (menciona el Raval, el Poble Sec, pero no recuerdo que mencionara la Barceloneta, no sé por qué tendría que haberlo hecho, desconozco completamente Barcelona) en donde se tropieza con antiguos confidentes, barmans de toda la vida, prostitutas. Se advierte sobre todo de la peligrosidad de la comida en los bares contra cuyos efectos Méndez está ya inmunizado.
En todo momento, mientras leía, he recordado al Carvalho de Vazquez Montalban, pero no el propiamente de sus libros, sino el de la película de Bigas Luna, y también las de Garci, el Crack.
Al parecer me he enganchado a la novela policial pienso en buscar en la biblioteca la "crónica..." para profundizar en este hombre.

Aquí no hay nadie, 4 de febrero de 2008

2 de febr. 2008

Barcelona, Barcelona...

Nathalie

Francisco Gonzalez Ledesma est un auteur assez méconnu en France que j'ai découvert il y a peu. Censuré sous la dictature franquiste, il a pourtant toujours su adopter un genre mélant fiction et réalité, entre fresque historique et enquête policière. Dans ses romans, cet ancien redacteur en chef de La Vanguardia nous plonge dans les bas fonds d'un Barcelone populaire, qui contraste avec les beaux quartiers liés à l'essor économique de la Catalogne. De l'incontournable inspecteur Mendez aux prostituées, des richissimes hommes d'affaires industriels aux ouvriers, des bonnes soeurs aux jeunes malfrats, des intellectuels aux jeunes étudiants, des personnages très différents se croisent au fil des ouvrages. Ces êtres solitaires, tiraillés entre le passé et le présent, le pragmatisme et l'intellect, le concret et le spirituel, sont dotés d'une profonde humanité, ce qui les rend si attachants...

Le Blog des Filles, 2 février 2008

Francisco González Ledesma: una excepció

Una excepció per a la meva entrada anterior on venia a suggerir que tots hauriem de viure, com a molt, fins als 75 anys. De ser així m'hauria perdut dos llibres que Francisco González Ledesma ha escrit superada la xifra en questió (va nèixer el 1927): La ciudad sin tiempo (sota el pseudònim de Enrique Moriel) y Una novela de barrio. I que m'han donat la oportunitat de descubrir-lo tot i que aquest senyor ha estat escrivint durant tota la seva vida.
He gaudit molt, sobretot amb Una novela de barrio, per mi una novela que ho te tot: una trama ben lligada, uns personatges a quin mes interessant (desde el gran inspector Mendez i les seves 1000 frases lapidàries fins al propietari del bar La Anticipada, passant pel mafiós Erasmus, l'advocat Escolano, la ex-madamme Ruth, la Mabel, en Miralles, etc.) i uns diàlegs clavats. Ah, i el millor de tot és que, pel que he pogut saber a través d'internet, l'inspector Mendez forma part d'una sèrie de novel.les d'aquest autor.
Dos reflexions per acabar:
1. Sempre hi ha una excepció que confirma la norma, no?
2. Una vegada mes una bona portada m'ha guiat en l'elecció d'un bon llibre i pels excèptics (com la meva dona) escriuré sobre això més endavant.

Apiretal, 2 de febrer de 2008