25 de juny 2004

González Ledesma mezcla género negro y una revisión del franquismo en su última novela

Juan Carlos Merino

Amistad, sexo, violencia, tiempo y venganza son algunos de los elementos con los que Francisco González Ledesma ha armado su última novela, que publica ahora tras cinco años de trabajo.

Madrid. "Barcelona es mi madre, pero también mi hija, porque la veo cambiar cada día", dice Francisco González Ledesma. En su opinión, las ciudades las hacen los urbanistas y los arquitectos, pero son los novelistas los que las dotan de alma. "No concibo Madrid sin Galdós, París sin Victor Hugo o Barcelona sin mis amigos Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán o Terenci Moix. Yo describo el alma de la ciudad", añade. El último título de González Ledesma, Tiempo de venganza (Planeta), es desde luego, confiesa, "una novela barcelonesa".
También se inscribe en el género negro. "La novela negra, más que el periodismo, te permite seguir a los ministros e incluso meterte en la cama de las amantes de los ministros. Esta es una novela negra en el sentido de que es urbana, tiene una intriga policiaca y es muy crítica con el poder establecido", corrobora el autor, que añade que también tiene mucho de memoria y de reflexión sobre el poder, y que en sus páginas, más que un ajuste de cuentas, hay una revisión desmitificadora del franquismo.
Todo empieza en una Barcelona "no tan remota", en los patios de la vieja universidad, que eran, junto a los cafés, "los únicos reductos de libertad donde los jóvenes podíamos discutir y hablar del futuro". Allí coinciden Miguel y Sergi, dos estudiantes idealistas que piensan que el país algún día cambiará. Allí también conocen a Guillermo, un joven falangista. Y allí también aparece Blanca, de la que los tres se enamorarán. Pero finalmente Guillermo violará a Blanca, la dejará embarazada y provocará su suicidio. Muchos años después, Miguel y Sergi, ya prestigiosos abogados, deciden que ha llegado el momento de vengar a la mujer que amaban, para lo que contratan a un sicario a través de un intermediario financiero... Aunque luego se irá descubriendo que nada es lo que parece. Aborda también Tiempo de venganza la educación nacional-católica que recibieron los jóvenes bajo el franquismo. "La mujer siempre era el enemigo del hombre, la que le conducía al pecado --rememora González Ledesma--, y metían esa mentira en el alma de los jóvenes, que acababan creyendo que sólo se podían fiar del sacerdote y de sus compañeros, lo que originó muchas desviaciones sexuales". "En España --continúa-- no hubo una ley de punto final como en Chile o Argentina. Y fue mejor que no hubiera un ajuste de cuentas. La transición fue una obra de orfebrería muy bien hecha, pero a los que tenían una cuenta que saldar les dejó una herida íntima que nunca se cerró. Eso es lo que les ocurre a los dos protagonistas de la novela". Pero las cosas, ya queda dicho, nunca son como parecen.
En su búsqueda de la verdad, Miguel y Sergi irán viendo cómo muchas de sus convicciones se rompen en pedazos... González Ledesma dice, en todo caso, que en Tiempo de venganza hay mucha nostalgia, --una constante en mis libros--, y mucho, también, de sí mismo. "Toda novela es una confesión y un psicoanálisis", asegura. En cuanto a la crítica al poder establecido, el autor dice que a lo largo de su vida ha podido palpar de cerca la corrupción de políticos, policías y jueces... Se supone, claro, que eran otras épocas. Junto a su pasado como abogado y su pasión por el periodismo (véase recuadro), como novelista, González Ledesma recibió con apenas veinte años un premio de manos del mismísimo Somerset Maugham por Sombras viejas --prohibida por el franquismo--, también firmó muchas novelas del oeste con el seudónimo de Silver Kane y creó al policía Méndez en una serie negra de éxito --El pecado o algo parecido, publicado hace dos años y que obtuvo el premio Dashiell Hammett, es su última entrega--, además de ganar el premio Planeta en 1984 con Crónica sentimental en rojo. Hoy González Ledesma tiene aún más lectores en Francia que en su país --de hecho, tiene un contrato en exclusiva con la editorial Gallimard--, y Tiempo de venganza le ha costado cinco años de escritura y reescritura, dos más de lo habitual en él. "La tuve que escribir dos veces --bromea--, no me ha salido rentable".

La Vanguardia
, 25 de junio de 2004

24 de juny 2004

González Ledesma: al buscar la verdad uno va dejando trozos de sí

EFE

El escritor Francisco González Ledesma, abogado prestigioso que derivó a periodista para dejar de vivir "entre personas que se odiaban", presentó hoy su nueva novela "Tiempo de venganza", una cita entre la memoria, el amor y el olvido hacia "esa verdad en cuya investigación uno va dejando pedazos de sí". Maestro de la novela negra y el magnetismo de la intriga policial, González Ledesma (Barcelona 1927) fue premio Planeta en 1984 con "Crónica sentimental en rojo" y redactor jefe de "La Vanguardia". Hoy preside el Tribunal de Etica Periodística de Cataluña. Como novelista creó al desengañado policía Méndez y publica sus obras con la francesa Gallimard.
El libro que edita Planeta tiene un plano detectivesco, un lugar mágico y poderoso de claroscuros y contrastes -Barcelona- y una crítica a un presente con dos tiempos: el de la memoria y el de los años del olvido en una democracia "donde nadie pide responsabilidades".
Nacido en un barrio pobre de Barcelona -vecino desde niño de su amigo Vázquez Montalbán y también de Terenci Moix-, traza en su nuevo libro un retrato social de la posguerra que él vivió en esa ciudad "que fue mi madre, a la que amo y odio a la vez, pero que nace continuamente por lo que también es un poco mi hija". "Los clientes de hoy son 'consumidores' de vida y no 'almacenistas' como éramos nosotros, ya no piden un café y un trozo de memoria", se comenta en un local de esa Barcelona que el autor no concibe sin "el alma" de sus poetas y novelistas.
En su caso compartió los patios universitarios con Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral o Alfonso Costafreda, entre otros. "El peso de la nostalgia es una constante de mis novelas", afirma.
"Tiempo de venganza" empieza en esos años universitarios del franquismo cuando los jóvenes "no pensaban en las calles del país, pero sí en sus nubes y creían que lo podían cambiar". Dos abogados que ya triunfaron se dan cuenta de que no hicieron lo fundamental para justificar su vida: vengar a un compañero, de ahí el título.
Pero ahí también aparece la educación nacional católica del franquismo insuflando a los jóvenes que "la mujer era el enemigo natural del hombre, la que lo llevaría a la perdición eterna, ya que en el otro sexo no estaba la mayor dignidad, sino la máxima mentira", dice el escritor.
La novela plantea "la herida íntima" que dejó el franquismo, según González Ledesma, quien se declara admirador de la política de Adolfo Suárez para "una transición de orfebrería y sin ajuste de cuentas", pero que dejó abierta esa herida que "sigue sin cerrarse".
Los meandros vitales explican la historia y ésta el alma de los personajes, pero el significado son muchos significados y el lector descubre al final que "nada es exactamente lo que parece".
"En la vida siempre me he encontrado con que todo lo que yo creía auténtico y tuve que comprobar como periodista, no era como parecía", recuerda el novelista en cuyo libro aparecen "varias versiones de la vida". Solo al final se sabe la verdad. "En el camino de averiguarla se van rompiendo convicciones y cosas que uno creía ciertas", explica.
González Ledesma contó hoy que para sus peripecias detectivescas se inspira en sus experiencias reales como abogado y luego periodista que "escucha cosas sabiendo que nunca las podrá publicar" pero que "te quedan grabadas" para siempre.
Así los personajes van constituyendo, en sus estrechas relaciones, un conglomerado social y espiritual en el que reposa todo el significado de esta "novela negra" que tiene todos sus requisitos: urbana, intriga policial y crítica al poder establecido.
Un género que le gusta porque "permite acceder a los despachos ministeriales, seguir de cerca los pasos de los abogados y meterte en la cama de las queridas de los gobernantes, herramientas para alcanzar mayores niveles de verdad".

EFE, 24 de junio de 2004