10 de des. 2007

'Una novela de barrio', de Francisco González Ledesma: la sabia aleación del humor y la tragedia

Herme Cerezo

De un escritor como Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), que, desde sus diecisiete años, lleva tecleadas más de quinientas novelas cortas y veinte largas, a la antigua usanza, esto es, con su máquina de escribir, resulta difícil escoger cuál es la mejor de todas. Además, uno, en el fondo, se pregunta si tiene sentido plantearse semejante disyuntiva y llega a la conclusión de que carece de él. Y que lo que tiene que hacer es leerlas todas, si puede.
'Una novela de barrio', con la que termina de ganar el Primer Premio Internacional de Novela Negra RBA, es otro ejemplo de ello. González Ledesma es más González Ledesma que nunca y Méndez más Méndez que nunca. Pero lo bueno es que ambos, escritor y personaje, son los mismos de siempre. Y eso, esa calidad, esa estabilidad casi conyugal, es algo muy difícil de lograr. Que un lector, cuando compra una novela de este binomio, esté completamente seguro de que no se equivoca y de que no pierde el dinero ni el tiempo, es algo que muy pocos escritores garantizan. González Ledesma es uno de ellos. Y Méndez, uno de los escasos personajes que nunca fallan, aunque esté a punto de jubilarse como apunta en esta novela su creador.
'Una novela de barrio' es eso, una novela de barrio. Y es una novela policial, aunque al escritor barcelonés le gusta más llamarla de género social, porque con el pretexto de la intriga policial se cuentan otras muchas cosas: el hoy y ayer de unas calles, de unas casas, de unas personas, de unas ilusiones, de unos ambientes. Lo que fueron y lo que son y también lo que nunca serán.
"Bien. El hombre que ha de morir ya está dentro". Con estas dos frases comienza esta última entrega del antiguo Silver Kane. Cometido "el error" de leerlas, ¿quién será capaz de sustraerse a lo que venga después? Nadie, absolutamente nadie. El lector entra al trapo, al engaño en términos taurinos, sin remedio. Tiene mérito que González Ledesma continúe enganchándonos a su rueda de este modo. Mucho mérito. Y evidentemente, el primer asesinato ocurre pronto. Y a partir de ahí todo se sucede en poco tiempo, en poco espacio: en el barrio del Poble Sec, donde Méndez y González Ledesma han vivido años para palpar sus ambientes y conocer a sus gentes. Así pueden saber qué dicen, qué hacen, cómo se divierten o cómo sufren. Y como respiran, disparan o se prostituyen.
'Una novela de barrio' es la dura historia de un hombre, David Miralles, que perdió a su hijo de tres años en un atraco. A partir de ese momento, su existencia ya no tendrá otro sentido que vivir la vida que podía haber disfrutado su hijo, imaginar qué hubiera sido de él: dónde hubiera jugado, dónde hubiera dormido, en qué colegio habría estudiado. Sin embargo, algunos años después, uno de los dos atracadores que perpetraron el asalto fatal a la entidad bancaria es asesinado. Él era "el hombre que ha de morir ya está dentro" de la primera página. A partir de ahí se desencadena una trama de venganza y defensa, de celadas y jaques, para encontrar al homicida y al otro atracador que, sintiéndose la próxima víctima, trata de eliminar al asesino de su compañero.
¿Lo conseguirá? ¿No lo conseguirá? ¿Qué papel jugará Méndez en esta novela de barrio? No pienso anticiparles más. Léanla y descúbranlo por ustedes mismos, mis improbables. Lo que sí pienso decirles y lo voy a hacer, es que 'Una novela de barrio' es una brillante historia de personas tristes y desgraciadas, que pretenden serlo un poco menos o que simplemente tratan de sobrevivir al día a día con su propia estrategia, unos con mejores resultados que otros. Y también voy a decirles que creo que es una novela donde la carpintería interior está muy trabajada, redondeada y pulida, y que González Ledesma, a través de Méndez, va cerrando capítulos y zanjando dilemas que el lector se plantea a medida que avanza en la lectura, sin dejar de abrir al mismo tiempo nuevos interrogantes. Miren, si en la novela negra o policial o social, como prefiere González Ledesma, averiguar quién o quiénes son los asesinos carece de importancia, en 'Una novela de barrio' no ocurre lo mismo. Aquí tiene su importancia. Pero no se confundan. No estamos ante una novela problema, al estilo Agatha Christie, pero es que la intriga te socava las venas mientras la lees y, después de muchos misterios policiales de papel y tinta como llevo a la espalda, la cosa te pica y quieres averiguarlo todo, absolutamente todo, especialmente el final, coronado con un brillante broche de oro. Algo que siempre ha sido marca de la casa.
Afortunadamente.
'Una novela de barrio' es, además la novela de las grandes frases de un escritor que acentúa su lucidez con el paso de los años: "Los albergues rurales tienen hoy día detalles que no tiene el Ritz, y encima ves un pájaro de verdad por la ventana. Lo que a veces he pensado, sin embargo, es que el pájaro, ha sido contratado por el empresario".
También, y por último, 'Una novela de barrio' es una novela cargada de humor. Un humor dosificado, completamente irreemplazable e irrenunciable, necesario: "Y el infrascrito presentará pliego de descargos basándose en su mala vista, pues no pretendía alcanzar al fugitivo en una pierna, siempre útil, sino en el pubis, que sólo se usa de vez en cuando". Sin estas chispas, las vidas miserables, pero no mezquinas, que retrata González Ledesma en sus casi trescientas páginas, serían fáciles de comprender, muy fáciles, pero difíciles de leer.
Muy difíciles.
Tragedia y humor, sabia aleación la que ha combinado en su novela este alquimista de los sentimientos que es González Ledesma. Muy sabia. Como sólo él sabe hacer. Otra marca de la casa.
Afortunadamente.
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'Una novela de barrio', de Francisco González Ledesma. RBA Libros, S.A. Octubre, 2007. 297 páginas, 19 euros

Siglo XXI
, 10 de diciembre de 2007