24 de juny 2008

Moriel ambienta en las elecciones de EE.UU. una novela de intriga

Justo Barranco

El heterónimo de González Ledesma publica ´El candidato de Dios´

Si la primera novela de Enrique Moriel, La ciudad sin tiempo, estaba protagonizada por un vampiro que atravesaba la historia de Barcelona a lo largo de los siglos, revelando sus mitos y misterios, la segunda, El candidato de Dios (Destino), tiene como cabeza de cartel a unos personajes que no desmerecen al vampiro: podrían ser, aunque están bajo investigación, nada menos que Cristo, el Espíritu Santo y la Virgen María, y en este caso mostrarían los enfrentamientos entre distintas maneras de entender la religión; pero, sobre todo, revelarían los entresijos de las elecciones norteamericanas, que son "una gran fiesta mediática y cultural, pero también un gran festival de la mafia", asegura Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), el conocido escritor de novela negra que publica ahora bajo el seudónimo de Enrique Moriel.
Ledesma, periodista, abogado y creador de la serie del comisario Méndez, utilizó con éxito el misterio para promocionar La ciudad sin tiempo, firmándola con el nombre de un personaje de su primera novela, Enrique Moriel. El misterio fue desvelado más tarde, cuando ya se había encaramado a las listas de libros más vendidos: ha colocado 100.000 ejemplares y vendido los derechos de traducción a 14 países. Y si aquella novela tenía como uno de sus protagonistas la ciudad de Barcelona, El candidato de Dios tiene a Nueva York como epicentro omnipresente en el que también se mezclan presente e historia, y en el que desfilan personajes como Hillary Clinton y Rudolph Giuliani. De hecho, la obra se ambienta en las actuales elecciones norteamericanas, en cuyas primarias aparece un peculiar candidato, Christian Earth, con un mensaje de concordia. Su madre, obrera del textil, se llama Mary; su supuesto padre, Joseph, y su padre real es un banquero oscuro que parece haber vivido en todas las épocas, Timothy Gaylor, Timoteo ( "el que honra a Dios"), quizá el Espíritu Santo.
¿Quiere ser Jesucristo presidente de Estados Unidos? ¿Quiere intervenir Dios en las elecciones norteamericanas, en el lugar más poderoso de la tierra? ¿Para qué? Son preguntas que se hallan en el origen de la novela, cuenta González Ledesma, y que dan lugar a choques entre una visión de la religión como amor a los hombres o bien como edificio poderoso, la iglesia de Roma. "Por un lado, la religión como doctrina dominante que quiere tener poder político, el famoso poder terrenal de la Iglesia, el Banco Ambrosiano, la Virgen colocada como figura auxiliar que sólo obedece. Pero, por otro lado, Juan XXIII y sacerdotes que se sacrifican", afirma.
Pero más allá de las disquisiciones religiosas, en la novela se explora, dice González Ledesma/Moriel, "la base oculta de las elecciones norteamericanas, el movimiento de dinero, el gran festival de la mafia. Ahí están los asesinatos no resueltos desde Lincoln hasta Kennedy, que quizá incumplió una promesa, el atentado de Reagan, las amenazas a Obama... Detrás del espectáculo cultural y mediático hay un mundo muy oscuro, muy apropiado para una novela negra", asegura el autor.
En ese sentido -y sin ocultar que Hillary Clinton le parece "fría y ambiciosa pero con grandes virtudes" y le habría gustado como presidenta-, el autor señala que "no se sabe bien de dónde ha salido Obama, cómo comenzó. Si de Kennedy y Roosevelt sabemos de su historia familiar anterior y de sus conexiones, a Obama no sabemos exactamente quién le ha impulsado y qué intereses representa, que evidentemente lo hace, pero son desconocidos. Un personaje interesantísimo para una novela", sonríe.

La Vanguardia, 24 de junio de 2008