El escritor barcelonés Francisco González Ledesma traslada la santísima trinidad a un argumento de novela negra en su última obra, "El candidato de Dios", ambientada en Nueva York en plena campaña de las actuales elecciones presidenciales norteamericanas.
Al no ser una nueva entrega de su comisario Méndez, González Ledesma firma "El candidato de Dios" (Ediciones Destino) con su seudónimo de Enrique Moriel.
Se trata de una novela que pasa en la actualidad, pero que tiene unos vectores narrativos, espacios e ideas que remiten al lector a un pasado, a veces histórico y otras mítico, como pasaba en el anterior libro de Moriel, "La ciudad sin tiempo".
La gran diferencia es que en la anterior el marco era Barcelona, y en esta nueva aventura González Ledesma se traslada a Nueva York, una ciudad que conoce muy bien, ya que en ella ha rodado una película y, como periodista, ha cubierto desde Barcelona varias elecciones estadounidenses.
A ese bagaje se suma la experiencia acumulada por su hijo, el periodista Enric González, como corresponsal de El País, que ha cubierto en directo diversas campañas.
En la presentación, González Ledesma ha confesado que la novela parte de una pregunta: "¿Quiere Dios ser presidente de EEUU?, o lo que es lo mismo, qué interés tiene o podría tener la religión en el poder político del país más poderoso del mundo".
En el arranque de la novela, un personaje recibe el encargo de llevar los asuntos de prensa y relaciones públicas de un candidato marginal, uno de esos tipos estrafalarios que dan un nota pintoresca a las campañas antes de que se impongan los verdaderos candidatos, los que cuentan con dinero y posibilidades reales de ganar.
La acción de intriga se articula en torno a dos polos argumentales: un extraño candidato, Christian Earth, que predica un mensaje de amor, concordia y fraternidad que es improbable que pueda ganar, y que podría ser identificado como Jesucristo, y un poderoso banquero, Timothy (Timo-teo), al que se podría equiparar al espíritu santo.
El padre, aclara Ledesma, no aparece en la novela, aunque representa que ha enviado al hijo a la tierra para que predique la concordia entre los hombres, "una figura que me parece terrible, pues no hay nada peor que un padre que se desentiende de lo que pueda sucederle a su hijo".
Mezclados con los personajes de ficción, aparecen en la novela otros reales como Hillary Clinton o Rudolph Giuliani.
Para completar esa metáfora religiosa, los padres de Christian son Joseph, un modesto carpintero, y Mary, una obrera de los talleres de confección barata del sur de Manhattan, obediente, que acepta tener un hijo con el poderoso.
A juicio del autor, "la base oculta de las finanzas que se mueve en las elecciones norteamericanas, que se convierten en el festival de la mafia, en las que se mueven miles de millones de dólares, constituyen un mundo oscuro ideal para construir una trama negra".
Al no ser una nueva entrega de su comisario Méndez, González Ledesma firma "El candidato de Dios" (Ediciones Destino) con su seudónimo de Enrique Moriel.
Se trata de una novela que pasa en la actualidad, pero que tiene unos vectores narrativos, espacios e ideas que remiten al lector a un pasado, a veces histórico y otras mítico, como pasaba en el anterior libro de Moriel, "La ciudad sin tiempo".
La gran diferencia es que en la anterior el marco era Barcelona, y en esta nueva aventura González Ledesma se traslada a Nueva York, una ciudad que conoce muy bien, ya que en ella ha rodado una película y, como periodista, ha cubierto desde Barcelona varias elecciones estadounidenses.
A ese bagaje se suma la experiencia acumulada por su hijo, el periodista Enric González, como corresponsal de El País, que ha cubierto en directo diversas campañas.
En la presentación, González Ledesma ha confesado que la novela parte de una pregunta: "¿Quiere Dios ser presidente de EEUU?, o lo que es lo mismo, qué interés tiene o podría tener la religión en el poder político del país más poderoso del mundo".
En el arranque de la novela, un personaje recibe el encargo de llevar los asuntos de prensa y relaciones públicas de un candidato marginal, uno de esos tipos estrafalarios que dan un nota pintoresca a las campañas antes de que se impongan los verdaderos candidatos, los que cuentan con dinero y posibilidades reales de ganar.
La acción de intriga se articula en torno a dos polos argumentales: un extraño candidato, Christian Earth, que predica un mensaje de amor, concordia y fraternidad que es improbable que pueda ganar, y que podría ser identificado como Jesucristo, y un poderoso banquero, Timothy (Timo-teo), al que se podría equiparar al espíritu santo.
El padre, aclara Ledesma, no aparece en la novela, aunque representa que ha enviado al hijo a la tierra para que predique la concordia entre los hombres, "una figura que me parece terrible, pues no hay nada peor que un padre que se desentiende de lo que pueda sucederle a su hijo".
Mezclados con los personajes de ficción, aparecen en la novela otros reales como Hillary Clinton o Rudolph Giuliani.
Para completar esa metáfora religiosa, los padres de Christian son Joseph, un modesto carpintero, y Mary, una obrera de los talleres de confección barata del sur de Manhattan, obediente, que acepta tener un hijo con el poderoso.
A juicio del autor, "la base oculta de las finanzas que se mueve en las elecciones norteamericanas, que se convierten en el festival de la mafia, en las que se mueven miles de millones de dólares, constituyen un mundo oscuro ideal para construir una trama negra".
Metro, 19 de junio de 2008
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