25 de jul. 2008

La ciudad sin tiempo - Enrique Moriel (Francisco González Ledesma)

Siempre me han gustado las novelas históricas porque por el mismo precio disfrutas dos veces. Una con la trama que teje el escritor otra con todos los datos, fruto de muchas horas de investigación, que aparecen entre sus páginas y que normalmente no se aprenden en los libros de historia al uso.
Semanas atrás me hablaron de este libro y me interesó mucho. No sólo por la temática: un vampiro que cuenta su vida sino también porque esa vida transcurre en Barcelona.
En dos días me lo había leído, impaciente que es una, y me dejó con muy buen sabor de boca y aquí estoy haciendo propaganda (sin comisiones a cambio, jajaja).
El autor Enrique Moriel, seudónimo de Francisco Gónzalez Ledesma, se aparta un poco de lo que nos tiene acostumbrados, el género policíaco, para adentrarse en una trama histórica que si inicia como no podía ser de otra manera con la investigación de la muerte en circunstancias sospechosas de un miembro de la alta burguesía barcelonesa de nuestros días.
Pasado y presente se mezclan de forma magistral y cada una de la páginas nos desvela aspectos desconocidos de la ciudad, de su historia, de sus gentes.El autor afirma que todos los hechos menos la conspiración contra Ildefons Cerdà están documentados y seguro que a más de uno le sorprenderá saber que muchas zonas de la ciudad se construyeron encima de cementerios, la Plaza Urquinaona por ejemplo, o que en pleno s.XV existían esclavos en una ciudad única en su tiempo por el hecho extraordinario de que ser ciudadano de pleno derecho en Barcelona equivalía a ser libre y no rendir vasallaje a ningún señor.
También sorprende los tejemanejes que puede haber detrás de una herencia en la que las propiedades pasaron de unas manos a otras sin escriturar cuando no tenían ningún valor y que ahora debido al boom inmobiliario su tasación se ha disparado.
Y como no... habiendo un vampiro por medio no podía faltar la lucha entre el bien y el mal.
Nada es lo que parece en este libro que no sólo entretiene sino que también hace pensar. Un lujo que no siempre sabemos apreciar.

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Cajón de sastre, 25 de julio de 2008