20 de febr. 2013

Mendez chez Folio Policier


Pour les nouveaux venus au polar, une excellente initiative de Folio Policier qui semble démarrer la réédition des enquêtes de l’inspecteur Mendez de Francisco Gonzalez Ledesma.

Il y a maintenant un nombre certains d’années, trois livres avaient ouvert des espaces insoupçonnés à l’amateur de polars tout frais que j’étais. Meurtre au comité central de Manuel Vazquez Montalban, A quatre mains de Paco Ignacio Taibo II, et La dame du cachemire de Francisco Gonzalez Ledesma.

Je découvrais avec bonheur que le polar n’était pas qu’américain (ben oui, j’étais jeune, ignorant, et je ne connaissais même pas Claude Mesplède !).

Depuis j’en sais un petit peu plus, le polar a explosé dans le monde entier, mais ces trois livres restent pour moi des romans fondateurs.

Dans l’immédiat trois titres de la série Mendez ont été réédités : La dame du Cachemire, Le dossier Barcelone et Les rues de Barcelone. Si vous ne les connaissez pas, si vous ne les avez pas, si vous les avez oubliés, si vous voulez offrir … Bref, vous n’avez plus d’excuse.

actu-du-noir. Blog de JM Laherrère, 20 février 2013

17 de febr. 2013

Peores maneras de morir, de Francisco González Ledesma

Sergio Torrijos

Leer a González Ledesma siempre ha sido un placer y más aún cuando sitúa la acción en su territorio preferido, esa Barcelona vieja, medio en ruinas, a punto de sucumbir a los cambios propios de un nuevo siglo pero que sigue manteniéndose firme sin que nadie entienda la razón. Y no sólo eso sino que vuelve por sus fueros al darnos la última aventura de Méndez. Un gran referente para los amantes de la buena literatura. Un personaje no tan cabal como Carvalho u otros grandes personajes nacionales de la novela negra, ahora mismo me vienen a la cabezas algunos más como Toni Romano, Bevilacqua o Novoa, pero sin duda Méndez tiene algo que le hace particular y tan propio que es imposible obviarlo si queremos entender la novela policíaca nacional.
El propio autor define mejor que nadie a su propio personaje: “…soy un viejo polizonte que según mis compañeros ya debería estar retirado, sigo los casos a mi manera, vivo rodeado de libros, doy de comer a los animales extraviados y conversación a las mujeres perdidas, soy experto en vinos baratos y cliente de bares vigilados por la sanidad pública. Siempre he trabajado en barrios populares como el Raval y conozco las casas que van a ser derribadas antes de que aparezcan en las ventanas los esqueletos de los vecinos. No me fío de las damas porque he conocido pocas, y supongo que ninguna dama se fía de mí…..Nunca he traicionado a nadie, y como es la última virtud que me queda, no quiero perderla”.
Aunque en esta obra tanto Méndez como su territorio tiene un tinte más otoñal, más representativo del final de algo. Se percibe en el repicar de las palabras del autor que describe con reiteración la sensación del tiempo que se evade, se esfuma, creando una pátina de irrealidad y atemporalidad muy particular. Esa idea, muy fija en González Ledesma, de que no sólo los personajes intervienen sino que también las calles y sus edificios forman parte de su historia y son un protagonista más. Todo el entorno aporta datos, se involucra en la trama y soporta el argumento: “Siempre hay un bar cerca donde los policías dan sus últimos pasos, ahogan sus últimas maldiciones y toman su última copa. Siempre hay un tabernero muerto de sueño, una puta que esa noche no ha ganado un euro, un putero a quien su mujer ha echado fuera de casa”.
Pero si algo tiene el escritor catalán es su capacidad, enorme, de crear personajes de una pieza, capaces de cualquier cosa y a los que se les toma inmediatamente un gran cariño, traigo a colación a un secundario que es descrito con tanta precisión como justeza: “El comisario Monterde estaba haciendo tres cosas: encender un habano que le había costado diez euros, cagarse en la ley antitabaco y jurar que las autoridades prohibían fumar para que no se les murieran antes de tiempo los contribuyentes”.
Junto a él se podían sumar unos cuantos más, apenas tocados con una pincelada, pero una pincelada maestra.
El escritor, ya con una buena obra a su espalda, no sólo es capaz de crear una trama entretenida y muy viva, sino que incluso la dota con cierta crítica social o digámoslo mejor real de lo que ocurre, sino que también siempre la dota de una humanidad que le ha caracterizado. Todo en González Ledesma es humano, muy humano, desde los policías a las víctimas e incluso a los animales que comparten nuestro espacio vital.
Si nadie ha leído al autor es momento de ponerse a la obra, siendo esta una de las labores que no debería dejar pasar, ya un autor de referencia sin igual, al menos para mí, que me tiene entregado a su causa desde hace mucho tiempo, con aquella gran novela Las calles de nuestros padres. Porque González Ledesma siempre ha hablado de lo mismo, no ha necesitado más, la historia bien contada, con cierto lirismo, con realidad y con ternura, esa es la clave del escritor, un gran escritor, sin duda: “Pensó en los dormitorios del pequeño piso que él había conocido, la luz quieta, el silencio que se había ido tragando todas las palabras, y las camas que estaban allí para tapar un secreto”.
Podría haber llenado de frases toda la reseña, elevándola de nivel, pues el autor tiene mucho que decir y lo dice francamente bien.
Recomiendo encarecidamente que se acometa la lectura de cualquier obra de este autor, a mi juicio imprescindible. Dejo como última pincelada un párrafo dedicado a la labor de su inspector de policía y su ambiente: “Méndez entró en un bar de aspecto siniestro al que solo se atrevían a acceder los clientes con instinto suicida. Se sentó en la barra y pidió algo con el suficiente alcohol para neutralizar el universo protozoario del vaso. Charló con algunos habituales del local y sacó algunas conclusiones de gran calado cultural: que las prostitutas que ejercían en la zona lucían cada vez las caderas más anchas, que sus clientes tenían hombros más estrechos y que la relación puta-cliente había perdido el encanto de otras épocas, convirtiéndose en algo similar a pedir un menú en un McDonald's”.

La República Cultural, 17 de febrero de 2013

12 de febr. 2013

Crítica literaria: Peores maneras de morir, de Francisco González Ledesma


Cuando un personaje consigue granjearse la simpatía del lector por sus intervenciones en una serie de novelas, la aparición de un nuevo libro con ese mismo protagonista es recibido como si del rencuentro con un viejo amigo se tratase. Y eso sucede con personajes como el inspector Méndez, un policía desencantado con el presente que le ha tocado en suerte vivir, eternamente enfrentado a sus superiores por utilizar métodos nada ortodoxos, a un paso de la jubilación y con un profundo respeto a la ley, pero no a la que se imparte en los tribunales, no: para él solo cuenta la ley de las calles, un extraño código de honor –poco frecuente en la actualidad– que le hace ponerse del lado de los débiles y actuar con una contundencia implacable contra quienes se aprovechan de ellos.
Ricardo Méndez apareció por primera vez en Expediente Barcelona (1982) siendo un personaje auxiliar, pero muy pronto su creador –Francisco González Ledesma– se dio cuenta de que merecería ser el protagonista absoluto de una novela, y con Crónica sentimental en rojo (publicada en 1984 y que fue premiada con el premio Planeta) empezó la serie; ahora, casi treinta años después, llega a las librerías Peores maneras de morir, el nuevo caso de este policía que se mueve con pasmosa facilidad por los bajos fondos barceloneses, con un hígado castigado por los vinos más baratos ingeridos en locales insalubres, apasionado coleccionista de libros y enemistado sin remedio con las nuevas tecnologías.
En esta ocasión, la muerte de dos muchachas en un edificio medio abandonado del Raval pone en alerta al viejo sabueso, quien hace oídos sordos a la expresa prohibición del comisario –conoce muy bien a Méndez, sabe que no tendrá piedad con el asesino y hará cualquier cosa por vengar su muerte, incluso saltarse la ley– y, en su investigación, descubrirá una trama de prostitución a nivel internacional. Además, en su camino por descubrir la verdad se cruzarán dos mujeres: Eva Ostrova, una adolescente que escapa de sus captores con una insaciable sed de venganza; y Mónica Arrabal, una bella dama de buena posición, muy educada en sus maneras y caritativa con los pobres. Así, Méndezintentará desmontar la organización criminal al mismo tiempo que le asaltarán una serie de dudas morales (¿debería detener a Ostrova y traicionar así a una vieja amiga, o mejor mirar hacia otro lado y dejar que ella lleve a cabo sus planes?, ¿logrará mantener la compostura ante unas piernas como las deArrabal?).
Una vez más, Francisco González Ledesma no defrauda a sus seguidores, en su novela encontrarán una despiadada descripción de la realidad de la prostitución, grandes dosis de acción, heroínas de aspecto frágil capaces de asesinar de las maneras más sanguinarias, una bonita historia de amor y, por supuesto, dos protagonistas habituales en sus textos: el inspector Méndez, un antihéroe visceral, irónico y pesimista, sin temor a ser políticamente incorrecto pero siempre atento a las víctimas y a los desfavorecidos (¿hay algún otro policía que dedique su tiempo a pasear los perros de aquellos delincuentes a quienes él mismo ha encarcelado?); y Barcelona, la gran ciudad y su drástica transformación de los últimos años, ahora se ha deshumanizado, los viejos ideales se han olvidado, incluso la prostitución de barrio ha dejado su lugar a la trata de blancas internacional de la actualidad, y en las calles del Raval ese cambio es más que evidente, con contrastes entre los bares de menú de toda la vida y ese Hotel Barceló-Raval en el que el inspector no acaba de encontrarse cómodo, unos cambios que el escritor describe sin escatimar en la nostalgia que siente el protagonista por el pasado añorado.
El manuscrito original de Peores maneras de morir fue escrito en el año 2010, pero cuando solo faltaba la fase de corrección definitiva el autor sufrió un ictus que le impidió terminar el trabajo. Por esta razón la novela no ha sido publicada hasta ahora, cuando González Ledesma ha podido concluir el proceso con la inestimable ayuda de su hija Vicky. Sin embargo, en la actualidad su salud continúa siendo delicada, así que probablemente sea este el último caso del inspector Méndez. Espero equivocarme pero, de ser así, los lectores que hemos disfrutado con sus historias no podremos hacer otra cosa que lamentarnos y exclamar: ¡Coño, Méndez, te echaremos de menos!
Título: Peores maneras de morir
Autor: Francisco González Ledesma
Editorial: Planeta
Páginas: 384 páginas
Fecha de publicación: Enero 2013
ISBN: 9788408034919
Precio: 18,90 €
Culturalia, 12 de febrero de 2013


8 de febr. 2013

Peores maneras de morir, de Francisco González Ledesma


L’escriptor Francisco González Ledesma, nascut l’any 1927 a Barcelona, ​​és advocat i un veterà periodista que en un altre temps va estar cridat a ser el novel·lista d’èxit més jove d’Espanya. Als vint anys, amb la seva novel·la Sombras viejas va obtenir elPremi Internacional de Novel·la, instituït per l’editor José Janés, i en el jurat figuraven personalitats com Somerset Maugham i Walter Starkie.
Especialitzat en novel·la policíaca, juntament ambManuel Vázquez Montalbán és considerat com un dels principals impulsors de la novel·la negra social a Espanya.
Novel·lista precoç, es va iniciar escrivint guions de còmics per a l’editorial Bruguera i novel·les de l’Oest que lliurava a un ritme d’una a la setmana, sota el pseudònim de Silver Kane, activitat que li va proporcionar ofici i recursos literaris, a més de permetre-li pagar-se la carrera de Dret.

Desencantat de l’advocacia, va estudiar periodisme i inicia una nova etapa professional a El Correo Català i, més tard, a La Vanguardia, aconseguint en tots dos diaris la categoria de redactor en cap.
Ambdues professions li van proporcionar un bon coneixement de la societat, dels carrers de Barcelona, dels polítics i del món de les finances, que utilitzaria en les seves futures novel·les. En el seu temps lliure, va escriure Los napoleonesLas calles de nuestros padres i Expediente Barcelona , finalista del Premi Ciutat de València, en 1983, que no van poder ser publicades fins a la transició política a la democràcia. Al 1984 va rebre el Premi Planeta per Crónica sentimental en rojo.
Com advocat ha rebut el premi Roda Ventura i com a periodista el premi El Ciervo. El 2010 se li va atorgar la Creu de Sant Jordi per la seva trajectòria informativa i per la qualitat de la seva obra, de projecció internacional.
El protagonista de les seves novel·les, el desenganyat comissari Ricardo Méndez, fill dels barris baixos i coneixedor impiu dels barris més alts, barreja d’escepticisme i punt d’honor, que segueix els cànons del relat criminal. Méndez apareix per primera vegada precisament a Expediente Barcelona i inaugura una sèrie novel·lística que, al costat de la mateixa ciutat de Barcelona, constituïx el nexe central de les seves novel·les.
L’últim cas de l’inspector Méndez, Peores maneras de morir és el retrat social d’una Barcelona que està canviant, en la qual els ideals del passat han desaparegut i, potser també el vell policia.
En l’obra, una noia fuig desesperada pels carrers del Raval de Barcelona: un home la persegueix. Buscant refugi, entra en un edifici mig abandonat. Allà, en l’únic habitatge amb llum, una altra jove l’amaga, confiada. No obstant això, el perseguidor mata les dues noies.
El brutal assassinat posa en alerta l’inspector Méndez, a qui no li falla l’olfacte per estirar el fil i descobrir que, darrere de tal atrocitat, s’oculta una sòrdida organització internacional dedicada al tràfic de belles dones eslaves.
En un altre lloc de Barcelona, ​​en una casa luxosa que serveix de cau als membres d’una organització internacional de tràfic de blanques, una jove està sent violada per l’encarregat de amansi-la. Però, sorprenentment, el violador acaba amb un punxó clavat en els genitals, mort, dessagnat, i el company que acut als seus crits rep una bala al clatell.
Aquest és l’arrencada d’una impactant novel·la negra, que té com a argument el sòrdid món del tràfic internacional de dones. Ningú sap els diners que mou aquesta indústria; ningú vol saber-ho. És millor tancar els ulls, pensa Méndez, i oblidar aquest submón on es mouen com peixos a l’aigua assassins de la pitjor mena, negrers sense escrúpols, i dones sense esperança.

Peores maneras de morir és una radiografia social de la Barcelona actual, una mirada nostàlgica al passat, a la Barcelona d’abans de la internacionalització del crim. Méndez reflexiona sobre una ciutat arrasada pel capitalisme ferotge, un capitalisme que sobrevola la història com una au carronyera. Juntament amb la crisi, i la desesperança i la misèria i la maldat.


  • La dama y el recuerdo
  • Historia de mis calles
  • No hay que morir dos veces
  • Una novela de barrio
  • El pecado o algo parecido
  • Peores maneras de morir
  • Sombras viejas
  • Tiempo de venganza

  • Biblioteca Joan Oliva i Milà, 8 de febrer de 2013.

    6 de febr. 2013

    En un racó de comissaria

    Lilian Neuman

    Potser perquè Méndez porta molts anys sentenciat, perquè ja en la ferotge El pecado o algo parecido (2003), se'l veu allà assegut, al seu racó de la comissaria, menystingut a prop del lavabo en un mutis anunciat. O potser perquè aquest policia vell i sense futur només ens sembla que té passat (el del seu Barri Xino que ja no reconeix) i res per davant. A saber per què però és difícil de creure que sigui aquesta l'última peripècia del solitari, del vell que, com aquí succeeix, intimida els criminals perquè té --a diferència dels seus companys-- tanta mala premsa que ja res no ha de perdre.

    A cada entrega de les seves peripècies es presenta aquest "algo homérico". Sempre que apareix Aquil·les, a La Ilíada, sabem i esperem que se'ns digui que es tracta del Pèlida, del fill de Peleu, i que se'ns digui cada vegada: "El dels peus lleugers". Així ens ajudava Homer, i identificava entre la multitud d'homes el nostre guerrer. Sempre que apareix el guerrer Méndez s'esperen les següents frases; les mateixes que el ratifiquen des de fa anys. A ell, a l'heroi que aquí se les té a puntades de peu amb un lluitador gegantí de sumo. El bon home que treu a passejar pel carrer Escudellers els tristos gossos d'un tipus que ell mateix va ficar a la presó. Al cavaller que comprèn les dones, també a aquesta elegant i trista del passeig de Gràcia (i a la noia d'Ucraïna, violada i esclavitzada; una de tantes).

    S'espera i es desitja que Méndez li digui a la bonica dama que li ofereix una copa: "Los médicos me lo han prohibido. Sólo me permiten tónicas, jarabes, zumos y otras bebidas mariconas". O que el seu cap li recrimini anar per lliure, al·ludint a una pretesa inspiració que li ha passat "por la punta del capullo". "Jefe, por la punta del capullo a mí hace años que no me pasa nada". I es desitja que vingui aquesta part en què Méndez, intentant frenar una xarxa de tràfic de dones, digui coses com aquestes: "No le puedo dar mi palabra de caballero porque seguramente no lo soy. Pero le doy algo que en la calle vale más, le doy mi palabra de hijo de puta". Bona trama, ferotge història, on una noia i una altra (estrangeres, però també d'aquí, d'aquesta ciutat que empobreix, tapia vells edificis, desnona i mata) fugen d'uns tipus que les rapten, les droguen, les violen i somriuen paternals. "Nosotros somos comerciantes y nos interesa la paz", diu un d'ells. "Nuestro negocio es internacional y solvente, tiene grandes perspectivas y siempre busca soluciones".

    El fill d'Enrique Moriel --pseudònim de Ledesma a La ciudad sin tiempo--, el testimoni de cada casa enderrocada, s'acomiada: "La ciudad, Méndez, está llena de cosas que han existido, y en las calles siempre hay alguien que las recuerda. Por eso caminamos sobre el pasado, y por eso el tiempo nos está esperando en las esquinas". On pensa ell, senyor González Ledesma, on pensa Méndez esperar-nos?

    La Vanguardia / Culturas, 6 de febrer de 2013

    1 de febr. 2013

    PEORES MANERAS DE MORIR, de Francisco González Ledesma


    DATOS PRÁCTICOS:

    Título: PEORES MANERAS DE MORIR
    Autor: Francisco González Ledesma
    Editorial: Planeta
    Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos
    ISBN: 978-84-08-03491-9
    Páginas: 384
    Presentación: Rústica con solapas

    Tenía ganas de comenzar este Mes de la Novela Negra, Policíaca y de Misterio y empezar a dar salida a las reseñas que poco a poco iré escribiendo sobre esta temática, ya que he aprovechado el pasado mes de enero y parte del de diciembre para ir intercalando libros de estos géneros a mis lecturas habituales, pues me apasionan. Del mismo modo, he procurado estar al día en cuanto a novedades, para que, junto a quienes hayáis decidido uniros a esta aventura (leyendo y reseñando) y los que nos seguiréis estando al tanto de nuestras reseñas (leyendo y comentando), nos resulte más fácil encontrar las novelas que más nos llamen la atención.

    Y precisamente, quiero estrenar el Mes Temático con una novela negra, publicada recientemente (10 de enero de 2013) con la que he disfrutado mucho (por su calidad literaria) y lo he pasado fatal (por su trama). Porque de eso se trata ¿no?. Pero también quiero hacerlo como homenaje al autor, porque esta novela ha debido costarle sangre, sudor y lágrimas, ya que comenzó a escribirla en 2010, tras publicar La dama y el recuerdo bajo el pseudónimo de Silver Kane. La terminó a finales de ese mismo año y dejó pasar las navidades para emprender la fase de corrección al concluir estas. Pero en enero de 2011 sufrió un ictus que le mantuvo hospitalizado durante cuatro meses a los que habría de añadir el período de recuperación. Aún así, con mucho esfuerzo por su parte, lo ha conseguido y hoy podemos disfrutar de ella entre las manos.

    EL AUTOR:

    Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) Su afición por la literatura le viene desde muy joven y con tan sólo veintiún años recibió el Premio Internacional de Novela, patrocinado por José Janés con su novela Sombras viejas, que fue censurada por el anterior régimen y no llegó a ser publicada. Con veintitrés años se licenció en Derecho y empezó a trabajar como asesor jurídico en la Editorial Bruguera, labor que compaginaría con su afición por la escritura. Más tarde empezaría a trabajar en El Correo Catalán y de ahí pasaría a hacerlo en La Vanguardia, donde llegó a convertirte en redactor jefe.

    En 1984 ganó el Premio Planeta, con su novela Crónica sentimental en rojo, siendo su protagonista el policía Méndez, origen de una serie de éxito a nivel internacional, a la que seguirían las siguientes novelas:

    - El expediente Barcelona, 
    - Las calles de nuestros padres, 
    La dama de Cachemira, 
    Historia de Dios en una esquina, 
    El pecado o algo parecido (Premio Dashiell Hammett 2003), 
    Cinco mujeres y media y 
    Una novela de barrio (Premio RBA 2007).

    A lo largo de su dilatada carrera literaria, ha conseguido muchos premios. En 2005 se le otorgó el Premio Pepe Carvalho, mediante el cual se le reconoció su trayectoria como autor de novela negra. También fue Premio Ciudad de Barcelona de Cine y Premio Roda Ventura del Colegio de Abogados.

    ARGUMENTO:

    La acción se sitúa en la Barcelona de 2011, cuando una joven huye angustiada y desorientada, intentando mezclarse con la masa humana que pasea indiferente por las Ramblas de la ciudad condal, camino del Raval, porque un hombre la persigue a cierta distancia con aciagas intenciones. Y cuando cree haberse librado él, se resguarda en un edificio, parcialmente tapiado pues está a punto de ser derribado. Pero todo es inútil. Tras cruzar el umbral del portal, sube las escaleras hasta dar con la única vivienda en la que la luz está encendida. Aporrea la puerta y cuando otra joven la abre, el cuerpo sin vida de la que esperaba auxilio se le viene encima. La escalera está a oscuras y percibe el peligro. Segundos después alguien enciende la luz de la escalera y descubre la figura de un hombre mientras intenta zafarse del cadáver, pero él es más rápido y le clava un cuchillo en la espalda.

    Pero la acción también nos traslada a otro lugar: una casa de lujo, lo suficientemente aislada para que una organización de trata de blancas pase inadvertida de forma provisional. Allí una joven, prácticamente una niña, va a ser forzada por uno de los miembros de la organización, el responsable de la reconstrucción psicológica de la ha de convertirse en esclava sexual. Pero contra todo pronóstico, la chica se defiende; previamente se introdujo un punzón en la vagina y el hombre acaba muriendo al intentar violarla, al clavárselo en el pene. Cuando otro de los malhechores acude en su ayuda, es asesinado con un disparo en la nuca… y la chica huye.

    IMPRESIONES:

    En octubre de 2009, al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de la publicación de Crónica sentimental en rojo, novela en la que aparecía por primera vez el inspector Méndez y con la que ganaría el Premio Planeta, el autor comentó que posiblemente, al policía sólo le quedase un último caso y, por lo que me ha parecido intuir tras terminar la novela, es que así va a ser. También explicó en esa ocasión que nos encontraríamos ante un Méndez mucho más sentimental, algo que es más que evidente a lo largo del relato.

    La trama gira en torno a la trata de blancas internacional, que ha encontrado su acomodo en la capital catalana. Es algo que supera al inspector, más habituado a la que antaño se practicaba y ejercida por mujeres por las que él se preocupaba y a las que llegadas al ocaso de vida, sigue tratando y cuidando, en función de sus posibilidades. Los tiempos han cambiado y parece que arrasan con todo. ¿Lo bueno? Pues a pesar de todo lo sórdido, que las víctimas acaban vengándose de sus verdugos. En ese sentido, la participación de Ricardo Méndez es vital, pues será su modo de proceder el que más allá de dirimir y atar los cabos sueltos,

    Y es que Méndez, el protagonista absoluto de esta historia, no es un policía al uso. Ni siquiera es un policía de otro tiempo, es atemporal, por mucho que él especule continuamente sobre lo que han cambiado los valores de un tiempo a esta parte. Y único. Del mismo modo que es capaz de visitar cada dos meses la tumba del primer hombre al que mató y pagar el alquiler del nicho que le aloja, atiende los perros de otro delincuente al que él mismo había detenido. Porque los perros no deben culpa de las acciones de su dueño. Y aunque sus métodos no sean los más ortodoxos, sus resultados son sinónimo de justicia, como poco, poética.

    Y si hay algo que me ha encantado es el planteamiento primigenio de la trama. Es decir, encontrarme a ese inspector Méndez relegado y ninguneado no sólo por su jefe, sino por sus propios compañeros. Estamos tan acostumbrados a que en este tipo de novelas los policías sean siempre las estrellas, todos ellos dotados de una mente privilegiada (por no hablar de cuerpos fornidos y demás), que encontrarnos con un “héroe” de estas características nos produce incluso ternura. Por eso, cuando se produce el doble asesinato, el inspector acude al lugar de los hechos por encontrarse en el turno de guardia. Pero una vez que su jefe es sabedor de quienes son las víctimas, no duda en apartarle del caso, conociéndole como le conoce y sabiendo de su intolerancia hacia determinados delincuentes. Y le deja a su aire y es así como emprende una investigación paralela, pues es el primero que enseguida tiene clara la envergadura de este crimen, que es sólo la punta del iceberg de lo que queda por resolver.

    Con respecto al resto de personajes, me ha llamado la atención el que junto al policía, dos mujeres emergen como coprotagonistas: por un lado tendríamos a Eva Ostrova, la muchacha que consiguió escapar de la mansión en la que la tenían secuestrada matando a su violador. Una máquina de matar, pero que ha llegado a tal consideración en base a las situaciones que ha vivido prácticamente desde la cuna; por otro, tendríamos a Mónica Arrabal, una viuda todavía joven y heredera de una gran fortuna, que tiene como principal actividad la de proteger y ayudar a los desarropados de la sociedad. El nexo entre ambas es la Patri, una antigua prostituta, amiga de Méndez que ha recogido a Ostrova de la calle, adoptándola prácticamente a la que regularmente ayuda Mónica Arrabal. Los principios religiosos de la viuda le plantean un dilema cuando es consciente de la personalidad de la joven y será Méndez, quien en seguida verá por donde van los tiros quien se lo resuelva. Y digo que me ha llamado la atención porque del mismo modo que conocemos con mucho detalle como son estos personajes (incluida la Patri), el resto de personajes (al menos los representantes de la trama mafiosa), apenas son reconocibles, pues pasan sin pena ni gloria a través de las páginas. No hay grandes concesiones a la hora de perfilarlos.

    Y es curioso, porque González Ledesma describe con un oficio brillante. Y por ello, si hay otra protagonista de excepción en esta novela, no puede ser otra que Barcelona, la ciudad donde transcurre la acción. No es un simple escenario. Méndez nos ofrece una panorámica rica en detalles de esta ciudad en cambio constante, en profunda evolución. Nos pasea por la Barcelona más popular, la cara B del modernismo y lo mundano, pero igualmente fascinante. Es una ciudad devastada por un mercantilismo implacable y en el Raval nos encontramos con una ciudad en crisis, no sólo en el aspecto económico, sino en cuanto a valores. Y el policía, acostumbrado a vagar por sus calles como un lobo estepario, analiza su pasado y su presente, con ciertas dosis de amargura.

    Para concluir, tengo que advertir que en la novela hay violencia a raudales, aunque a estas alturas puede que esté de más decirlo, pero es que anda sobrada de ella: se nos muestra con indudable destreza narrativa la miseria moral y el ambiente adulterado que parece impregnarlo todo, pero también destaca la honda crítica social, en ocasiones con un punto algo soez y escatológico y en otras con ciertas dosis de ironía y sarcasmo.

    ENLACES DE INTERÉS:

    Puedes leer un fragmento del libro en este enlace.

    CONCLUSIONES:
    Peores maneras de morir es novela negra al cien por cien. Y de la buena. Dicen que la venganza se sirve en plato frío y esta historia es un ejemplo de ello. La novedad es que aquí son las víctimas quienes llevan a cabo su particular vendetta. Precisamente, aquellas mujeres que llegaron a la ciudad en pos de un sueño, buscando un mundo mejor, se encontraron con el infierno, convertidas de la noche a la mañana en trabajadoras del sexo porque una partida de indeseables sin escrúpulos así lo decidieron. Y Méndez lo tiene claro y sabe bien a quien proteger.

    Kayena. Negro sobre blanco, 1 de febrero de 2013