4 de gen. 2011

No hay que morir dos veces de Francisco González Ledesma

La contraportada reza:

Una niña que vive aislada en una casa que recibe demasiadas visitas, un hombre que acepta el encargo de volver a matar, una novia que dispara a su prometido en plena boda. ¿Tienen algo en común estos crímenes?

Tras este comienzo que nos deja sin aliento, se desgranarán todas las pruebas y seguiremos todas las pistas a través de las calles de Barcelona en esta novela apasionante que descubre el alma del asesino. La vida y la muerte conviven en esta trama adictiva, que se convierte en un reto para el lector, demostrándonos que la línea entre ambas es más fina de lo que parece.”

Primera línea: “La tumba estaba cerca de la calle principal de la barriada de Pueblo Nuevo, en el cementerio donde todas las tumbas son viejas.”

Veinticinco o veintisiete años después de hacer su primera aparición, no hay acuerdo en el dato, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) nos ofrece una nueva entrega, la décima, de su serie protagonizada por el inspector Ricardo Méndez, un policía no demasiado bueno como él mismo se define. Personaje insólito y difícil de catalogar. Méndez es un policía de barrio que patrulla las calles de Barcelona. No cree en la ley, pero cree en la justicia de la calle. Un superviviente de otra época, honesto y escéptico; curtido por las calles del Raval, el nombre burgués que los inspectores de Sanidad han dado al antiguo Barrio Chino de Barcelona. Ahora sólo interviene, de mala gana, en delitos relacionados con el tráfico de drogas. Un perro callejero, y los perros callejeros no obedecen órdenes.

Méndez se enfrenta en esta ocasión con algunos problemas actuales como la pederastia, el acoso sexual en el trabajo y el terrorismo. El título del libro se explica en una de las historias. Una mujer en cierta ocasión impidió la adopción de un bebé no deseado. Un año más tarde el bebé murió, pero no por su culpa. Ahora cuando tiene un embarazo no deseado, no quiere ser responsable de la muerte de otro ser humano al que nadie quiere. Dedice seguir adelante con su embarazo, no puede matar dos veces.

El lenguaje del libro, aunque grueso en ocasiones, mezcla ternura y lirismo con dosis de ironía y de humor. El argumento está lleno de sorpresas: La acción se desarrolla a un ritmo rápido alternando las diferentes historias que firnalmente convergen. Cada capítulo acaba en su punto más interesante lo que mantiene la atención del lector hasta las últimas páginas. Como señala Lorenzo Silva en la contraportada, González Ledesma ofrece un testimonio lúcido y conmovedor de nuestros tiempos. Muy recomendable. Lamentablemente sus libros no están disponibles en inglés.





Reseñas de No hay que morir dos veces de Herme Cerezo en Siglo XXI y Paco Camarasa en Qué leer.

The Game's Afoot, 4 enero 2011