30 de maig 2009

Maestros de la España negra

Rosa Mora

Francisco González Ledesma y Alicia Giménez Bartlett conversan sobre su obra y dan claves de los derroteros de la actual novela policiaca y sus nuevos autores.

Francisco, Paco, González Ledesma (Barcelona, 1927) y Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) se conocen desde hace mucho tiempo y ambos leen con fruición los libros del otro. No hay que morir dos veces, de González Ledesma, es el número diez de su serie dedicada al inspector Ricardo Méndez. El silencio de los claustros, de Giménez Bartlett, es la octava protagonizada por la inspectora Petra Delicado. Las dos son novelas potentes. En No hay que morir dos veces, cuatro historias tremendas -una novia mata a su novio el día de la boda, una niña Down es explotada sexualmente, un hombre que acaba de salir de la cárcel es contratado como sicario y un empresario acosador de empleadas- convergen en un atentado en el puerto de Barcelona. En El silencio de los claustros, la inspectora se enfrenta a un caso complejo: un fraile de Poblet es asesinado en un convento de monjas de Barcelona y, por si fuera poco, desaparece una momia medieval, cuyas extremidades aparecen en lugares donde había iglesias o conventos quemados durante la Semana Trágica de 2009.
Ambos escritores han elegido el género negro para contar su tiempo y su ciudad. Los dos están convencidos de que triunfan más en el extranjero que en España. González Ledesma ha ganado, entre otros muchos premios, el Mystère y frecuenta la Série Noire de Gallimard. Bartlett ha obtenido el Raymond Chandler. Sus libros se venden como rosquillas en Italia y tanto es así que su nueva novela se ha publicado simultáneamente en castellano, catalán e italiano. Los dos son amigos y colegas, discrepan a menudo y disfrutan de ello.

ALICIA GIMÉNEZ BARTLETT. Paco, ¿Qué opinas de Petra Delicado?
FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA. Es una mujer y eso ya me merece un interés subterráneo. Es interesante, complicada...
A. G. B. Eso de interés subterráneo a mí me da un poco que pensar.
F. G. L. Es una mujer que ha tenido tres matrimonios, lo que me hace suponer que tiene un pasado sentimental tortuoso y rico. La imagino bastante sexy. No deja de ser una funcionaria y a mí los funcionarios me joroban un poco. No tengo sueños secretos con Petra, pero es una mujer a la que sí me gustaría conocer.
A. G. B. Me encanta lo que dices. ¡Eres el maestro!
F. G. L. De acuerdo, pero a ti ¿qué te parece Méndez?
A. G. B. Le veo como una ilustración buenísima de lo que es un tiempo y una ciudad. Yo llevo 30 años en Barcelona y he aprendido muchísimo de esta ciudad gracias a Méndez. La conoce palmo a palmo.
F. G. L. La ciudad que era.
A. G. B. La que era y la que es. Por comparación y por contraste. Méndez es un superviviente, un hombre generacional, y eso ilustra la actualidad de una manera asombrosa.
PREGUNTA. Señora Giménez Bartlett, ¿cómo valora la obra de González Ledesma?, y señor González Ledesma, ¿qué opina de las novelas de Petra Delicado?
A. G. B. Aprecio toda su obra y lo que más me llama la atención es el sentido testimonio de una Barcelona y un tiempo. Me gusta esa nostalgia, que lo emparenta con los clásicos del pasado, su romanticismo.
F. G. L. Conozco la obra de Alicia desde el principio y valoro tres cosas fundamentales. Petra es una fuente de pensamientos sobre la ciudad, la moral, sobre cualquier cosa. Logra explicarnos la vida diaria como si estuviera pasando ante nuestros ojos. Y lo hace con una aparente tranquilidad, que es muy trabajada. La admiro porque pocos novelistas lo saben hacer. Yo no he tenido nunca esta habilidad, mis novelas son siempre un poco apresuradas.
P. ¿Cómo surgieron los personajes?
F. G. L. Méndez aparece como personaje secundario en la novela Expediente Barcelona. Ya es un policía viejo que vigila las calles más marginales del antiguo Barrio Chino, ahora el Raval. La calle de las Tàpies era un prostíbulo al aire libre. Uno de sus trabajos era vigilar los cines de mala muerte, en los que las pajilleras eran una institución muy acreditada.
A. G. B. Petra surgió después de un libro muy docto que escribí, Una habitación ajena, sobre la cocinera de Virginia Woolf, al que nadie hizo ni puñetero caso. Me dieron una beca en Estados Unidos y estuve seis meses viendo los archivos de los diarios que no se habían publicado de Woolf. Acabé un poco cansada y quise hacer algo más narrativo, más divertido, más frívolo. Había leído novelas negras modernas y pensé que no había que ser un experto para escribirlas, porque tocan temas muy sociales, entran en la psicología de los personajes. Así nació. Quería un personaje que fuera mujer y que tuviera protagonismo. Porque la mujer en la novela negra o es la víctima, que aparece muerta en la primera página, o es la ayudante de alguien.
P. ¿Por qué eligieron el género negro?
F. G. L. Cuando quise ser escritor no se me ocurrió ser negro. Quería hablar de mi ciudad, de la guerra, de la posguerra, de la represión franquista. Así nacieron Sombra vieja, en 1948, y Los Napoleones, en 1964. Las dos fueron prohibidas. En la Transición, comprendí que la novela negra me ofrecía unos instrumentos para investigar lo que estaba sucediendo.
A. G. B. Me interesó porque la literatura sin etiquetas está perdiendo el lado testimonial. Todos los escritores estamos en nuestros propios mundos. Hacer testimonio en una novela de literatura se considera costumbrismo garbancero, pero en novela negra está permitido. De repente puedes sacar a una señora que hace unas albóndigas en un bar de barrio. Canónicamente está permitido. Eso es lo que me gustó.
F. G. L. Yo añadiría que permite adentrarte más en la realidad que otro tipo literatura. Por ejemplo, la descripción de un bar y de una señora que está haciendo albóndigas en una novela convencional sería una vulgaridad, en una novela negra a lo mejor es una pista y es un ambiente. La gente dentro de 50 años sabrá que de verdad este bar ha existido y que la gente vivía en él de esa manera.
A. G. B. Conmigo, Paco, lo tienen fatal, porque me los invento. No conozco Barcelona tan bien como tú y me he inventado bares a punta pala.
F. G. L. Todos tenemos una parte de invención, pero evidentemente está inspirada en la realidad. Méndez tiene una Barcelona propia, la del Raval. Su vieja comisaría estaba en la calle Nueva, la del puterío, la del empleadillo que el sábado por la tarde iba a meter un polvo, todos se conocían. Además, las prostitutas no estaban explotadas, tenían incluso vacaciones.
A. G. B. Es difícil de creer.
F. G. L. Yo soy partidario de que se regule porque es un trabajo como cualquier otro y necesita una protección.
A. G. B. Yo eso no lo tengo tan claro.
F. G. L. Lo que me aterroriza es que las prostitutas estén en manos de mafias. La calle Nueva era el mundo del hampa y del juego clandestino tolerado, porque los jugadores sobornaban a los polis. Todos se conocían.
A. G. B. Desconozco el mundo del delito. La sociología que puede haber en los libros de Petra Delicado es sobre la gente de la calle, sobre lo que está sucediendo no sólo en Barcelona sino también en España. A mí que, como Paco, quizá tenemos más éxito fuera de España que dentro, lo primero que me pregunta la gente cuando voy a encuentros con lectores es si es verdad que la mujer en España ha alcanzado más libertad.
P. Petra estalla ante el secretismo y cerrazón de la Iglesia. "Este tipo de cosas sólo ocurre en España, un país de pandereta, de toros embolados, de reliquias exhibidas ante los turistas, del brazo incorrupto de Santa Teresa". ¿Cree de verdad que sigue siendo así?
A. G. B. Hay una parte que es así y no hay manera de salir de eso. Parece terrorífico. Me da muchísima pena. He estado en la Feria de Córdoba y me ha chocado estar tomando un aperitivo y ver allí colgada una cabeza de toro. Me revuelve las tripas.
F. G. L. Hay una parte de España de la que me siento avergonzado, no sólo la de los festivales levantinos, sino de los toros alanceados de Castilla. Ésta no es mi patria. Jamás he ido a los toros. Méndez tiene un sentimiento de piedad hacia los animales.
P. ¿Cuál es la Barcelona de sus novelas?
F. G. L. Barcelona ha perdido su dimensión, pero mi Barcelona literaria, la de los pequeños sueños que yo había conocido, es muy limitada: el Raval, La Rambla, el Paralelo, el Ensanche hasta la Pedrera, porque más arriba no subía, en cierto modo era una Barcelona entrañable. Ahora mismo el Raval está desconocido. Méndez sale un día de la comisaría y se pierde. Esto significa hasta qué punto ese viejo mundo ha cambiado. Las viejas casas de putas también desaparecerán porque son viviendas sórdidas. El saneamiento arquitectónico del Raval no ha ido acompañado de un saneamiento moral. Es decir, se cometen más delitos ahora que antes. Hay más mobbing inmobiliario, es decir, más sufrimiento. Hay menos vida ciudadana, en el sentido de que casi todos los habitantes son inmigrantes. El paisaje humano ha cambiado. El inmigrante tiene perfecto derecho a estar en el Raval, pero es innegable que ya no es lo mismo. Antes, en mi calle, Tapioles, había muchísimas mujeres que se ganaban la vida prostituyéndose, fuera porque tenían el marido en la cárcel o porque no ganaban bastante y eran mujeres que tenían su vida, su matrimonio, sus hijos. Iban a hacer unas chapas y cobraban.
A. G. B. Pero eso es una putada. Me quedo con lo actual cien mil veces más. La identidad basada en lo cutre no lleva a ninguna parte.
F. G. L. Pero tú no crees que es mejor esto a que a una mujer que esté en una esquina le exijan un rendimiento y luego le den una paliza.
A. G. B. Yo creo que lo mejor es que no haya mujeres prostituidas.
F. G. L. De acuerdo, pero si las hay, y creo que es inevitable, al menos que estén consideradas como trabajadoras.
A. G. B. No. Supongo que hay una preocupación necesaria por el esponjamiento de los barrios extremos. Las ciudades son el cambio y hay que estar pendientes de lo que sucede en una ciudad.
F. G. L. Sí, con eso estoy de acuerdo.
A. G. B. Cuanto más cambie la ciudad, mejor. Para mí, Barcelona es una ciudad muy clasista, donde es difícil entrar, casi está organizada geográficamente por clases, desde el mar a la montaña, lo cual tiene cojones. Es muy esnob, profundamente esnob, esnobismo que comparto. Luego es una ciudad donde se puede vivir sin que nadie te juzgue y eso es maravilloso.
P. El silencio de los claustros y No hay que morir dos veces son novelas muy diferentes, pero tienen una cosa en común: una galería muy rica de personajes secundarios. Desde la madre superiora, el bombón de la novela de Alicia.
A. G. B. Es verdad. A la gente le ha gustado mucho este personaje.
P. Sobre todo por cómo acaba. Pero no lo vamos a contar.
A. G. B. No lo vamos a contar, sobre todo porque había cierta oposición incluso del editor.
P. ¿Sí?
A. G. B. Al final todos somos un poco biempensantes, aunque parezca lo contrario.
P. El caso de González Ledesma es tremendo. La novia que mata al novio el día de la boda, la niña Down explotada sexualmente, el tipo que ha cumplido condena por haber degollado al violador de su esposa...
F. G. L. Todo esto es más real de lo que parece, excepto el crimen de los novios. La dama que tiene a la niña Down es real. En las fiestas de puesta de largo en el Liceo de las niñas de la buena sociedad durante el franquismo siempre había una señora que organizaba todo. Había dos clases: las niñas que se ponían de largo para casarse y las niñas que se ponían de largo para entrar en el escaparate, y éstas buscaban a un protector. La prostitución de altura empezaba en el Liceo. Pues una mujer como ésa es la que explota a la niña.
P. Muchos lectores de Méndez se preguntan si el policía es impotente.
F. G. L. Méndez tiene fascinación por las mujeres que cometen pecados al salir de misa, pero por razones de edad es impotente. Una vez, en una novela, Las calles de nuestros padres, metió un polvo en el lavabo de un avión, pero se dio cuenta de que algo iba mal, porque dijo: "La próxima necesitaré no un vuelo Barcelona-Madrid sino un Barcelona-Nueva Delhi".
P. Casi hasta el final de El silencio de los claustros, los lectores se preguntan qué hay entre la hermana Domitila y la novicia Pilar.
A. G. B. Si lo cuento desvelo la novela. El único que se atreve a decirlo es un niño. A menudo creemos que conocemos los secretos y que los niños no se enteran de nada y estamos en una época en que los niños saben bastante. Creo que la manera de envejecer es no darse cuenta de lo que pasa, no mirar alrededor. Los niños son los indicadores.
P. Señor González Ledesma, cree usted posible un atentado terrorista en el puerto de Barcelona.
F. G. L. Tenemos un precedente, que fue el atentado de Madrid. Continuamente hay redadas islamistas en Barcelona. En la novela, tengo la delicadeza de no atribuirlo a terroristas islámicos en exclusiva, porque el que lo hace no es un islámico y tampoco creo que todos los árabes sean terroristas. Pero el peligro existe, claro que sí. Como escribí en un artículo, hemos vuelto al siglo XII, el siglo de las cruzadas. Hay dos religiones enemigas que están en guerra.
A. G. B. No. En esto sigo siendo marxista. No hay guerras de religión, sino desigualdades sociales.
F. G. L. Sí pero el islamismo como doctrina religiosa es temible.
A. G. B. Pero es que no tienen nada más que los aglutine.

No hay que morir dos veces. Francisco González Ledesma. Planeta. Barcelona, 2009. 464 páginas. 19,90 euros. El silencio de los claustros. Alicia Giménez Bartlett. Destino. Barcelona, 2009. 464 páginas. 18 euros. Edición en catalán. El silenci dels claustres. 531 páginas. 18 euros.

El País/Babelia, 30 de mayo de 2009

20 de maig 2009

Francisco González Ledesma

Francisco González Ledesma ens presenta la seva novel·la "No hay que morir dos veces".



TV3 / Els matins, 20 de maig de 2009

18 de maig 2009

Francisco González Ledesma

Ambretta Sampietro

Una chiacchierata con Francisco González Ledesma ospite di Tutti i colori del giallo, la rassegna di Massagno (Svizzera), a un tavolino di Piazza Riforma e passeggiando nel centro storico di Lugano.

Come è nato il poliziotto Ricardo Mendez?
Da giovane lavoravo sia come avvocato difensore sia come giornalista, quindi solo come giornalista perché non potevo sopportare la vita dell’avvocato sempre in mezzo a liti anche se guadagnavo molto bene. Lavorando solo come giornalista lavoravo di meno ma ero più felice. Nell’esercizio di queste professioni ho avuto la possibilità di conoscere quattro poliziotti che mi avevano colpito in modo particolare: grazie a loro è nato Mendez. Uno era campione di tiro con la pistola, guardaspalle del capitano generale ma un giorno si era dimenticato la pistola a casa. Un altro quando arrestava qualcuno nel Barrio Chino allungava la mano con il distintivo gridando “Polizia”. Regolarmente glielo facevano volare via dicendo “quale polizia?”. Il terzo portava sempre una pistola a salve e delle pietre in tasca. Quando inseguiva qualcuno gli gridava l’altolà, sparava a salve e tirava le pietre. L’inseguito credendosi colpito si gettava a terra gridando “mi hai ammazzato”. L’ultimo lo incontrai in Italia, a Taormina ad un congresso sulla mafia. Non aveva la camera e gli offrii di dividere la mia. Non l’avevo ancora vista, c’era un letto matrimoniale. Passammo la notte in bianco a parlare e mi confidò quanto fosse difficile la vita del poliziotto, gli appostamenti e la giustizia non sempre giusta.

E gli altri personaggi?
La maggior parte sono persone che conosco per aver vissuto in un periodo difficile. Sono figlio della guerra civile, ho visto la sofferenza nelle strade di Barcellona, la Barcellona delle strade è la più autentica e tutti i miei personaggi sono veri, presi dalla strada.

C’è qualcosa di lei nei suoi libri?
Ho vissuto diverse vite, dalle varie fasi della mia vita ho assorbito dalle persone che ho incontrato e ho dato loro qualcosa di me. Ho anche conosciuto diversi aspetti e quartieri di Barcellona.

Come sceglie i luoghi dove ambienta i suoi libri?
La città di Barcellona è un vero e proprio personaggio delle mie storie, mi piace molto anche Madrid ma, salvo una puntata in Egitto in Un dio da marciapiede, li ambiento principalmente a Barcellona. Mi piace scrivere della mia città che ha sofferto molto durante la guerra cercando di riscattarsi dalla sottomissione difendendo con dignità le sue tradizioni e la sua lingua. Durante la guerra Mussolini ci bombardava quasi ogni giorno dalle basi sull’isola di Maiorca.

E le storie che racconta, sono storie vere affrontate nella sua professione di avvocato e giornalista?
Sono per lo più storie vere o rielaborazioni di storie vere, quelle dei poliziotti, dei delinquenti, delle madri di famiglia, dei bambini poveri e delle donne ingannate.

Pensa che le storie pubblicate in Italia e scritte negli anni novanta siano ancora attuali? Le ha adeguate ai tempi?
Sono sempre attuali, Barcellona non è cambiata, i problemi sono sempre gli stessi. Non ho cambiato niente.

Dove hanno più successo i suoi libri fuori dalla Spagna?
In Francia, dove tutta la mia opera è stata pubblicata principalmente da Gallimard. Tutto quello che scrivo viene immediatamente pubblicato in Francia dove il pubblico è molto attento alle novità librarie, anche quando in Spagna erano proibiti dalla censura.
Mi sento a casa sia in Francia che in Italia perché sono paesi che amo molto e dove i lettori mi seguono con affetto e mi scrivono parecchie lettere.
La biblioteca de la Bòbila, una biblioteca pubblica di Barcellona mi ha dedicato un sito internet. Mi piace molto il contatto con i lettori, da loro imparo molto.

Come è organizzata ora la sua vita?
La mia vita è sempre stata caotica, avvocato al mattino, giornalista al pomeriggio e scrittore di notte. Dormivo solo quattro ore. Ho lottato e lavorato come un cane, ora vivo più tranquillo. Sono in pensione da 14 anni, il giorno in cui ho lasciato il giornale ho pianto. Ora ho più tempo per leggere, la mia vita è sempre caotica se non ci fosse mia moglie Rosa a organizzarla non so come farei.

Cosa legge Francisco González Ledesma?
Leggo noiosissimi libri di diritto per dovere. Sono consulente giuridico esperto in diritto catalano e svolgo ancora questa attività. La mia educazione letteraria deriva dai grandi classici francesi del diciannovesimo secolo, Alexandre Dumas, Maurice Druon, Jacques D’Ormesson (direttore de Le Figaro che racconta storie molto tenere), ho letto quasi tutta la letteratura gialla nordamericana e sudamericana. Mi piace molto Lajos Zilahy. Ho la casa piena di libri, a un mio amico la moglie chiese “o i libri o me” e lui rispose “i libri”.
Interviene la moglie Rosa “Io non faccio mai questa domanda…”

Legge scrittori italiani?
Mi è piaciuto molto Alberto Moravia. Ho letto anche Curzio Malaparte. Non sono molti gli scrittori italiani tradotti ed è difficile trovare i libri.

Dedica molto tempo alla scrittura?
Ora ne dedico di più. Quasi tutti i libri pubblicati in Italia sono frutto di ore rubate al sonno. Lo facevo perché scrivere dava un senso alla mia vita, per questo valeva la pena vivere.

Quando uscirà il suo prossimo libro?
In Italia sta per uscire No hay que morir dos veces, è una storia molto dura, non si muore mai finché la gente ci ricorda e si deve fare in modo di non morire dimenticati. In gennaio ho iniziato a scrivere un nuovo libro, ma non mi piaceva perché non mi sembrava sincero e l’ho appena stracciato.

Ha contatti con gli altri scrittori spagnoli di ”novela negra”?
In generale sono tutti miei amici, in particolare quelli di Barcellona. Ci stimiamo tutti reciprocamente, a volte anche con una sana invidia.

Ha vissuto molti periodi storici, il franchismo, la destra di Felipe Gonzales e la sinistra di Zapatero. Quale periodo le è sembrato migliore per la letteratura e in quale vorrebbe vivere?
Non durante il regime franchista: ero bandito dalla censura e non potevo pubblicare. Franco era un dittatore terribile, uccise moltissime persone. Ma non ho mai perso la speranza e ho sempre continuato a lavorare e a scrivere. Mi piace molto questo periodo di democrazia, tra destra e sinistra economicamente la differenza è minima, la si avverte maggiormente nei costumi con la liberalizzazione dell’aborto e del matrimonio omosessuale. Come avvocato la parola “matrimonio” se non è tra un uomo e una donna mi disturba. Avrei preferito “unione”. Ho lottato molto contro Franco insieme a Vasquez Montalbàn, avevamo fondato il sindacato degli scrittori clandestini, ma mi sono reso conto che i politici vogliono solo vivere bene.

Si sente molto la crisi economica in Spagna?
Si, la crisi è tremenda e la soffrono le classi popolari mentre i ricchi continuano a essere ricchi. In Spagna vivevamo al di sopra delle nostre possibilità, ora il governo non ha nessun piano per toglierci dalle difficoltà. Spero che la Spagna abbia abbastanza fortuna per riuscire a uscirne.

Vuole dire grazie a qualcuno?
Si, ero un figlio della guerra, morto di fame e i miei genitori non mi potevano mantenere. Mia zia Victoria, la sorella di mia madre, mi prese con sé, mi allevò e mi fece studiare. Anche altre persone mi hanno aiutato nella vita, ma la lista sarebbe troppo lunga
Milano Nera, 18 maggio 2009

10 de maig 2009

Francisco González Ledesma. Le strade dei nostri padri. Hobby & Work

Anna Giulia Padovan

Ledesma ci rivela una Barcellona nascosta, quartieri frequentati da un’umanità eterogenea le cui uniche ragioni di vita sembrano essere Bacco, tabacco e Venere, ma senza la preoccupazione per le terribili conseguenze paventate dal famoso proverbio di cui sono oggetto.
Seguiamo quindi le peripezie di Amores, giornalista perseguitato dalla sfortuna e da un’esistenza che si trascina a fatica, ma che si trova involontariamente protagonista della scoperta di due omicidi in circostanze tragicomiche.
L’ispettore Mèndez, dalla moralità se possibile ancora più dubbia dei personaggi con cui ha quotidianamente a che fare, si mette sulle tracce dell’assassino incrociando spesso e (poco) volentieri il taccuino avido di indizi di Carlos Bey, reporter de La Vanguardia a caccia dell’indagine del secolo e distratto dalle provocazioni di una donna enigmatica.
Il quadro si completa con la presenza silenziosa e solo apparentemente marginale dell’avvocato Sergi Llor, spinto quasi per caso a svolgere delle indagini parallele su un delitto e ripiombato d’improvviso nel quartiere popolare dove ha trascorso infanzia e giovinezza, prima del grande successo che l’ha catapultato nel dorato mondo del centro fatto di feste mondane, una moglie esigente e una vita calcolata sul conto in banca.
Sarà questa esperienza a fargli incontrare una compagna di giochi dimenticata e il profumo delle sue origini, portandolo a una riflessione che fa da sfondo alla cruda realtà di due fatti di sangue e un mistero da risolvere.
Lo stile pungente e colloquiale di Ledesma è uno stimolo irrefrenabile a scoprire quale sarà il prossimo intreccio, spingendoci a soddisfare la curiosità verso un mondo tanto scomodo e a sbirciare, quasi attraverso il buco della serratura, le storie malinconiche di personaggi al margine il cui passato sembra avere più importanza di un futuro incerto e difficile da immaginare.

Milano Nera, 10.05.2009

6 de maig 2009

Francisco González Ledesma. Storia di un dio da marciapiede. Giano

Eva Massari

Le parole di Ledesma non si leggono. Si ascoltano, si odorano e si assaporano, si penetrano.
Nel suo ultimo, affascinante lavoro, dà nuovamente voce al poliziotto di ‘Mistero di strada’, un personaggio che ha un osservatorio particolare, quello del marciapiede.
I suoi occhi partono dal basso, dalle fogne, dalla spazzatura, scrutano esistenze sudice fino a raggiungere quelle patinate della ricca borghesia spagnola.
Se potessimo guardare negli occhi l’ispettore Méndez, nel suo sguardo leggeremmo storie, storie di uomini e donne che vivono al limite del disincanto, in una contraddittoria e seducente Barcellona che fa da sfondo ad un terribile omicidio.
La vicenda ha inizio quando Mendéz scopre nei bassifondi della sua città il cadavere di una bambina affetta dalla sindrome di Down, graziosa, disarmata, e dallo sguardo che, ne è sicuro, avrebbe potuto scrutare l’infinito.
Quello sguardo diventa il suo sguardo, che lo porterà ad abbandonare i locali ambigui, i vicoli nauseabondi, la piccola stanza che occupa all’interno di una pensione fatiscente, per immergersi nel mondo della finanza e della politica che a questo delitto fa da cornice.
Movente dell’omidicio è una grande somma di denaro chiesta alla madre della piccola, discendente da una famiglia tanto ricca quanto misteriosa.
Soldi, molti soldi, che però non sono finiti nelle mani dell’aguzzino, degenerato al punto di rivalersi sulla vita di una bambina.
La vicenda si intreccerà con quella di un noto imprenditore la cui vita apparentemente limpida, verrà offuscata dall’ombra dell’ETA.
Méndez seguirà passo passo le mosse di questo complesso gruppo, intravedendo dietro una storia di soldi finita male, qualcosa di molto più grosso.E così quest’uomo, non ancora vinto dal disgusto per la corruzione e la depravazione assorbito in tanti anni vissuti nell’ultimo commissariato dell’ultimo quartiere della città, avrà ragione delle proprie intuizioni.
Intraprenderà un viaggio che dalle cupe notti catalane sfiorerà i misteri dell’ Egitto in una trama densa, con scenari molteplici e personaggi mirabolanti.
Accanto ad irreprensibili borghesi si incontrano mercenari, poliziotti corrotti, donne di strada e fuggiaschi, che, in un crescendo narrativo, si intrecciano perfettamente alla vita del solitario e arguto ispettore di strada.

Milano Nera, 06.05.2009

4 de maig 2009

Francisco González Ledesma. Mistero di strada

Mistero di strada (Giano, 2008, traduzione di Paola Tomasinelli, pagg. 270, euro 17,00) è un ottimo romanzo noir di un autore non più giovanissimo, lo spagnolo (meglio: il catalano) Francisco González Ledesma. Nato nel 1927, conobbe un notevole successo di critica, a soli ventun anni, con Sombras viejas, libro d’esordio che vinse anche un premio internazionale che gli fu assegnato personalmente da uno scrittore di indiscussa fama e celebrità come William Somerset Maugham. Subito dopo fu vittima della censura e dell’ostracismo della dittatura franchista, che lo accusò di essere rojo y pornografo, e, quindi, costretto a pubblicare le sue successive opere utilizzando vari pseudonimi, tra i quali i più ricorrenti furono quello di Silver Kane e di Enrique Muriel, specializzandosi in quelle pubblicazioni che lo stesso Ledesma definisce - in una splendida intervista, rilasciata allo scrittore Tommaso Pincio per il manifesto - come novelas de quiosco, vale a dire romanzetti pulp da edicola. Il crollo della lunga e triste parentesi franchista coincide con il riscatto dell’autore. Questo Mistero di strada, ad esempio, ha vinto nel 2007 il Premio Novela Negra che viene assegnato in un festival di recente istituzione che si svolge ogni anno nella sua città natale, Barcellona.
Proprio l’affascinante città catalana fa da sfondo alla storia che ci racconta González Ledesma attraverso le peripezie dell’ispettore, prossimo al pensionamento, Méndez. Una città incredibile, descritta con tanta nostalgia, che sta perdendo tutte (o quasi) le prerogative e le caratteristiche di un tempo. Un personaggio curioso, sicuramente atipico, che ha i suoi tempi e le sue precise modalità per garantire la giustizia. Un’atmosfera indubbiamente malinconica che avvolge la trama. Un caso di omicidio la cui soluzione appare scontata ma che, in realtà, nasconde appunto dei misteri e pone non pochi dubbi e interrogativi al lettore. Un romanzo pieno di amarezza, di disillusione e di rimpianti per gli anni in cui Barcellona era la città della lotta operaia, una lotta che significava speranza per il futuro e grande partecipazione da parte di tutti”. Tutti questi ingredienti, e molti altri ancora, rendono non solo piacevole ma sicuramente accattivante la scrittura di questo autore, di cui, peraltro, l’ottima casa editrice Giano ha già provveduto a pubblicare recentemente anche Storia di un dio da marciapiede.

Andrea Fannini, may 4th. 2009

2 de maig 2009

Negromediterráneo

El Periódico, 2 de mayo de 2009

Francisco González Ledesma, la ciudad borrada

Catalina Gayà

Francisco González Ledesma se aproxima a la cafetería Muy Buenas, en la calle del Carme, a las 11.29 horas. Falta un minuto para la cita con el fantasma de la mujer que muere en su novela Cinco Mujeres y media y hace rato que la sensación de estar en el lugar equivocado se ha convertido en dolor de estómago. El lugar de la cita no es el mismo que el del asesinato literario: el encuentro será un fracaso piensa la periodista. La joven (en este artículo no tiene nombre porque desvelar el misterio sería otro un crimen para el lector) vivió en esta calle –en una escalera que huele a detergente--, pero no falleció aquí: la desierta avenida Pearson es el escenario del crimen. “¿Por qué estamos aquí?”, es la pregunta que viene una y otra vez a mi mente. “Las cinco mujeres (de hecho seis) que dan título al libro se reúnen en el Muy Buenas, pero ella ni siquiera entra”, es el monólogo previo al encuentro.

La cita de las 11.30

Solo se entiende que Francisco González Ledesma nos haya citado en esta calle abarrotada de gentes y de coches del Raval cuando se le observa mientras se acerca a la cafetería. Mira a los lados buscando algo, observa las ventanas, pide disculpas cuando se tropieza con una joven que habla por el móvil. Oteándolo frente a la puerta de la cafetería, se deduce que la muerta, a parte de la joven y otros tantos cadáveres que van apareciendo en el libro, es esa Barcelona que está en su memoria y que no es la misma por la que él camina ahora. Es el fantasma de esa Barcelona que un día fue su ciudad lo que viene a buscar González Ledesma. Esa es su cita de las 11.30 horas.
Sentado en una mesa de mármol en el Muy Buenas, habla de esa Barcelona en la que vivió Raquel Meller –la artista más internacional que ha tenido España y de la que solo queda ahora una estatua que pocos transeúntes reconocen--; de esa Barcelona que él vio en guerra y en la que buscó comida cuando había hambre de postguerra. Una ciudad que permitía que los poetas se formaran en bares como el London o el Emilia, en la década de los cincuenta o de los sesenta, y en la que “las señoras de la calle tenían seguridad social y no eran esclavas”. “Esa Barcelona ya no está y quien quiera saber cómo era tendrá que leer libros de novela negra”, dice.
--¿Se le aparecen los fantasmas de algunos de los muertos que campan por sus libros?
-- A algunos personajes los mato con gusto y esos no se aparecen nunca. A otros, en cambio, me cuesta muchísimo y alargo los sucesos para que no tengan que morir. A veces, me parece que vivo más con los personajes que en la vida real y cuando eso pasa, son ellos los que mandan y eso te marca el carácter
.-- ¿Le costó matar a la joven de Cinco mujeres y media?
-- Esa mujer representa la esperanza y asesinándola muere la esperanza.
-- Entonces, ¿por qué no matar al especulador que aparece en el libro?
-- Ese personaje está vivo; podría tener nombre y apellidos. No se los diré, pero resume lo que está pasando en Barcelona.
-- ¿Hay una Barcelona que ha muerto?
-- Hay una Barcelona que ha sucumbido a la especulación más miserable, pero Barcelona siempre consigue levantarse.
Es 29 de enero, al mediodía, y en la Rambla del Raval, más de un despistado no halla la que ya es oficialmente la plaza de Manolo Vázquez Montalbán. No la encuentran porque el hotel de la rambla la tapa y porque, dicen, no esperaban que “fuera dura, sin árboles, sin vida”. Solo Maruja Torres se atreve a decir que quizá esa plaza no le hubiera gustado al escritor del Raval. En la noche, durante una de las charlas de la Semana Negra de Barcelona, el debate sobre la plaza continúa en el Palau de la Virreina. En el mesa está Francisco González Ledesma, quien, tras enumerar las ventajas de haber tirado ciertas casas del Raval, se lamenta de que hayan acabado con “el alma del barrio”. Acaba su charla haciendo referencia a la polémica plaza. “Tal y como hace las cosas el Ayuntamiento, a nosotros no nos dedicarán ni una farola”. El auditorio ríe.

Cambios y contradicciones


Es esa Barcelona en cambio y contradicción el escenario de Cinco mujeres y media y de la que habla González Ledesma en el Muy Buenas. La cita se alarga casi dos horas. Rescatamos el fantasma de la joven asesinada en la avenida Pearson y lo regresamos al Raval, a la calle del Malnom. González Ledesma se encuentra con ella. “Yo escribo las historias de las mujeres que hay detrás de las ventanas de Barcelona. Si se abrieran, se oirían gritos”. Las ventanas de los edificios de esta calle están cerradas. Hay algunos carteles que anuncian pisos en venta; se abre una puerta de lo que parece un garaje y se intuye un piso patera. El garaje no tiene ventanas.

El Periódico, 2 de mayo de 2009

González Ledesma festeja su primer cuarto de siglo con el inspector Méndez

Rosa Maria Piñol

El autor publica ‘No hay que morir dos veces’, una trepidante aventura del veterano policía

Cree más en la ley de la calle que en la de los tribunales; piensa que todo delincuente tiene derecho a una segunda oportunidad; pero nunca perdona a un violador o a un asesino de niños. Sabe tanto de la compasión humana como grande es su ignorancia sobre ordenadores y tecnologías. Estos son los rasgos más marcados del inspector Méndez, el ya perro viejo de la policía barcelonesa que ahora cumple 25 años de la mano de Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927). El escritor lo creó como personaje de reparto en la novela Expediente Barcelona, pero acabó de redondear su personalidad en Crónica sentimental en rojo, premio Planeta 1984. Como si los años no pasaran para él, ahora Méndez vive una nueva y trepidante aventura en No hay que morir dos veces, recién editada por Planeta.
“Es una trama con varias historias –explica el autor–. La de un asesino a sueldo a quien le encargan que mate a una persona en Poblenou (la personalidad de esta víctima, por cierto, es una de las principales sorpresas de la novela). Luego está la historia de una niña con síndrome de Down que vive con una mujer en una casa solitaria y que es víctima de pederastia. Hay una historia de acoso sexual, y otra muy tierna de una mujer que se resiste a abortar. También hay terroristas islámicos y grupos bancarios desaprensivos”.
El título de la novela, con ecos de James Bond, se refiere a la idea central del relato: “Mientras alguien te recuerda, tú no mueres”. “Muchos personajes –dice González Ledesma– viven atormentados pensando que cuando mueran desaparecerán con ellos sus afectos y recuerdos, la memoria de sus calles. Al final de la novela, Méndez lleva a la niña con síndrome de Down, a la que ha salvado de un atentado, junto a una mujer enferma de cáncer, y esta le pregunta: ‘¿Crees que me recordará cuando me muera?’ La desasosiega tener que morir dos veces: la desaparición física y la del recuerdo. La idea que intento transmitir es la de la permanencia de la vida a través de la memoria personal”. Méndez ha evolucionado en estos 25 años, “al ritmo de los cambios en la policía y la sociedad españolas. Cuando era joven, era un policía franquista. Y de entonces le ha quedado su odio hacia la delincuencia sexual, la pederastia, el terrorismo y el maltrato a los niños. Pero su carácter ya era como el de ahora: visitaba en la Modelo a los delincuentes de poca monta, les llevaba periódicos y recados de sus mujeres, y una vez adoptó al hijo de un preso. Pese a los años, sigue siendo un anarquista, que no cree en leyes ni autoridades, va por su cuenta”.
Méndez ha vivido sus aventuras en paralelo a las de su colega Pepe Carvalho. Y tiene aspectos comunes con el detective de Vázquez Montalbán. “Los dos viven en Barcelona, se mueven por los barrios bajos y hablan con la misma gente. Pero mientras Carvalho es un sibarita, tiene éxito con las mujeres y vive en Vallvidrera, Méndez come mal, ha renunciado a las mujeres y su hábitat es un barrio humilde”. El escritor no tiene intención de acabar con su personaje. “Pero cuando empiezo una nueva novela, me da miedo no tener tiempo de acabarla a causa de mi edad. Ahora trabajo en otra,y he destruido 50 páginas porque Méndez no me parecía lo bastante auténtico”.

La Vanguardia, 2 de mayo de 2009