17 de juny 2007

Pompas de papel: Francisco González Ledesma

Francisco González Ledesma. El escritor español Enrique Morel acaba de publicar en la editorial Destino la novela La ciudad sin tiempo. La verdad es que Enrique Morel no existe, es el seudónimo del escritor catalán Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927). Un hombre que ya utilizó otro seudónimo, Silver Kane, para publicar infinidad de novelas del oeste de "a duro" para costearse la carrera de derecho, aunque profesionalmente ha dedicado su vida al periodismo. Después de las novelas del oeste adquiriría una justa fama con la serie de novelas negras protagonizadas por el comisario Ricardo Méndez entre ellas Expediente Barcelona, Las calles de nuestros padres, Crónica sentimental en rojo y El pecado ó algo parecido, muy populares en Francia donde estas historias se publican antes incluso que en castellano. En La ciudad sin tiempo cambia de género y se adentra en la novela histórica. Un asesinato le lleva al protagonista a indagar en diferentes etapas históricas de la ciudad de Barcelona: la inquisición, la lucha contra las tropas de Felipe V, el periodo anarquista, la construcción de la Sagrada Familia… Con el autor hemos charlado.

Radio Euskadi
, Pompas de papel, 17 de junio de 2007

Se habla de... con Francisco González Ledesma

David Benedicte

Nació en Barcelona en 1927. Ganó el Planeta en el 84 con Crónica sentimental en rojo, aunque también se lo recuerda por Silver Kane, pseudónimo con el que firmó más de 400 novelas del Oeste. Acaba de publicar La ciudad sin tiempo (Destino), obra que firma como Enrique Moriel.

XLSemanal. Contaba usted 21 años cuando la censura le prohibió una novela por ser «pornógrafa, subversiva y roja».

Francisco G. Ledesma. [Carcajada] Cuando tu primera novela gana un prestigioso premio y viene a dártelo Somerset Maugham y te dice, además, que eres el mejor novelista joven de Europa, pues como que empiezas a creer que tu sueño se cumple. Luego llega Censura y te dice que no vas a publicarla de ningún modo y que vas a estar perseguido siempre y que no vas a poder firmar nada con tu nombre hasta el fin de la dictadura, pues como que la cosa se convierte en pesadilla y acabas recurriendo a Silver Kane para poder publicar, que era lo que realmente me importaba.

XL. Cuentan que el `nobelizado´ Camilo José Cela fue censor.

F.G.L. Pues sí. Y otro escritor que trabajó para la censura, en 1866, fue Gustavo Adolfo Bécquer. Pero, al contrario que Cela, dicen que se dedicaba a ‘prestar’ el sello a sus amigos escritores para que se censuraren ellos mismos. ¡Eso es un censor cojonudo!, ¿no? [ríe]. Todo lo contrario que Cela. Que también fue delator. Siempre me pareció un individuo difícil. No tenía pinta de ser un buen compañero.

XL. Sabrá que hoy Silver Kane, y usted por extensión, es para muchos un autor de culto.

F.G.L. Eso tengo entendido. Jodorowsky vino recientemente a Barcelona para conocerme y se confesó rendido fan. Sé que mis obras son buscadas como objeto, no de culto, pero sí de interés histórico.

XL. ¿Fue duro ser Silver Kane?

F.G.L. Mucho. Cuando estás obligado a escribir una o dos novelas por semana para poder comer, o aprendes rápido técnicas y trucos o te mueres. Lo que hace falta para ser un novelista de una cierta técnica lo aprendí yo entonces.

XL. ¿Qué es un buen escritor?

F.G.L. No se sabe. Lo que uno debe ser, más que buen escritor, es un escritor honrado. Para ello, lo último es pensar en el dinero. Que sea un acto de creación pura. Ése es un escritor. No el que escribe a tanto la pieza. Y te lo dice alguien que ha escrito, y mucho, a la pieza. Por eso sé de lo que hablo. Yo me consideraba un mercenario. Pero las novelas que escribía al margen, en las que sacaba lo que llevaba dentro, son las que me han hecho escritor.

XL. ¿A cuántos escritores honrados ha conocido en su vida?

F.G.L. Parto de la base de que todos los escritores lo son. Si no cómo vas a ponerte a escribir, siendo como es una de las profesiones más inciertas que hay. Cuesta mucho que te reconozcan. Siempre puede haber un iluso. Pero, para mí, el escritor es una persona inicialmente honrada.

XL. ¿Podría dar tres nombres a los que resulte indispensable leer (o releer)?

F.G.L. Sería injusto. Te diré que interesa leer a Tom Wolfe, aunque, por otro lado, también a Balzac, a Zola o a Victor Hugo. También a españoles como Pereda. Yo leo hasta los papeles del suelo.

XL. No pudo firmar con su nombre hasta la muerte de Franco.

F.G.L. Hasta el 77. Censura me dijo que no publicaría mientras el caudillo viviese. Y me dejó jodido porque intuía que no iba a morir nunca.

XL. Sin embargo, tengo entendido que guarda algún tipo de nostalgia por la Barcelona franquista. Explíquese.

F.G.L. No se lo puede llamar nostalgia. Lo definiría como solidaridad con el sufrimiento. Lo que tiene algo de comunión. Cosa que ya no encuentro en la Barcelona actual. Se ha perdido. En mi época, cualquier niño de la escalera podía ir a comer a casa de cualquier vecino. Ahora, no. El espíritu de ciudad que sufre unida se ha perdido.

XL. «La serie Cuéntame… está pasada por agua y le han añadido azúcar.» Lo ha dicho usted.

F.G.L. Así es. La serie es ficción y está bien. Pero el acoso de la Policía no aparece por ningún sitio. Ni las penas de muerte. Ni el miedo cerval. Ni los fusilamientos en el campo de la Bota o en Montjuïc. La muerte no aparece en esa serie.

XL. ¿Qué es la dignidad?

F.G.L. Hay una frase que me explicó cuando era niño un combatiente republicano: «Ser fiel a ti mismo». Eso es para mí la dignidad.

XL Semanal, 1025, semana del 17 al 23 de junio de 2007

11 de juny 2007

González Ledesma descubre una Barcelona secreta y mágica

En La ciudad sin tiempo, el escritor traza "un reportaje" sobre la historia de Barcelona, desde la edad media hasta nuestro días

Miguel Angel Trenas

MADRID. – Enrique Moriel, protagonista de Sombras viejas, primera novela de Francisco González Ledesma –premio internacional José Janés 1948–, prohibida por la censura franquista por "pornográfica" y que –por poco tiempo– permanece inédita en España, reaparece como autor de La ciudad sin tiempo (Destino), un apasionante viaje por la historia de Barcelona, desde la edad media hasta nuestros días: "El reportaje de una ciudad, porque todo, los lugares y los hechos, son reales", afirma González Ledesma.
El autor, premio Planeta en 1984, famoso por sus novelas policiacas, convino con el editor usar este seudónimo para no despistar al lector afín con un libro que traspasa el thriller sin renunciar a la intriga. La novela cuenta la historia secreta de Barcelona, la no oficial, la que no
se ve, las sucesivas ocupaciones y usos de las calles actuales, de los enclaves de siempre.
Un viaje llamado a convertirse en ruta turística de una Barcelona secreta y mágica. Habla también de sus habitantes, de los esclavos que aseguraba la Generalitat, de la complicidad entre ésta y la Iglesia para sacar beneficio de los prostíbulos, carasses, del último verdugo de la ciudad y del primer ajusticiado de la Modelo.
La novela tiene su antecedente en las crónicas de El vampiro del paseo de Gràcia, publicadas en La Vanguardia, y se anticipa en su origen a la moda de novelas históricas. El mismo vampiro que acompaña al lector en este recorrido, que acaba el relato contratado en un bufete de abogados. "La Barcelona del diseño –comenta el autor– mantiene su lado humano, esa alma trazada a través
de los siglos por las personas que han dejado su huella. Una ciudad contradictoria, muy mercantilizada, pero que no renuncia a ese gran espíritu revolucionario que le marcó durante siglos. Un lugar de acogida, los hijos de los inmigrantes se han convertido en catalanes, en permanente proceso de cambio, que conlleva la pérdida de muchas tradiciones, sobre todo de la vida de barrio".
El autor juega con ventaja y utiliza las herramientas del thriller para seducir al lector, juega con la magia, el misterio y el secreto: "Toda novela debe plantear un enigma, una pregunta que invite al lector a seguir leyendo". Su Barcelona es una ciudad llena de mitos, el mito de ciudad revolucionaria en la Guerra Civil y contra Felipe V, el mito del nacionalismo cultural y político y ahora el mito moderno del fútbol. De su mano, el lector descubrirá antiguos cementerios y casas de citas, emblemas masónicos en lugares cotidianos como el restaurante Set Portes, la Creu Coberta, donde ahorcaban a los condenados, las iglesias románicas, etcétera.Yentre ellos destaca el barrio gótico, "una maravilla medieval perfectamente conservada".
González Ledesma ha escrito como periodista, "a partir de una investigación de años, explicando las cosas para que se entiendan y siempre desde la verdad de las cosas y los hechos". Una historia cierta y creíble que también lleva al lector a la reflexión sobre la idea de la eternidad, sobre una creación inconclusa, cuya tarea ha dejado Dios en manos de los hombres: "Parece que entre Dios y el diablo no hubo vencedor y le ha tocado al ser humano crear una moral basada en la honradez, la amistad y otros valores".
El autor reivindica el pensamiento libre frente a la obediencia ciega: "Todos los que piensan en el mundo están ayudando a crear el mundo... El pensamiento humano –dice su protagonista– no ha acabado con el mal, pero al menos ha aprendido a identificarlo y a escupir sobre él. Y el mal viene de los que no creen más que en la obediencia". La ciudad sin tiempo atraviesa los géneros literarios: es fantástica y gótica, es detectivesca, pero es también una novela metafísica y de ideas.

La Vanguardia
, 11 de junio de 2007

9 de juny 2007

"En el pueblo se depositan las verdades"

ENTREVISTA: FERIA DEL LIBRO DE MADRID Francisco González Ledesma

Elisa Silió

Para no despistar a sus fans de novelas policiacas, el narrador barcelonés ha firmado como Enrique Moriel su primera incursión en la novela histórica.

Bajo el seudónimo de Silver Crane, el novelista Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) aprendió a escribir libritos de vaqueros. Sin ningún antifaz, con su detective Méndez se convirtió en un autor de culto policiaco, y de nuevo ha vuelto al anonimato como Enrique Moriel en La ciudad sin tiempo. Un éxito de ventas en Sant Jordi -60.000 ejemplares- que cuenta "episodios auténticos de la historia de Barcelona desde 1400, en los que el poder mal entendido y la dictadura quedan mal paradas, en beneficio del pueblo, que es el depositario de las verdades".


PREGUNTA. ¿Seudónimo para despistar o puro marketing?

RESPUESTA. Cuando el editor apostó por un seudónimo se la jugó. Era razonable. Si publicábamos el libro con mi nombre, la gente iba a pensar que era una novela negra. Enrique Muriel es el protagonista de Sombras viejas, que nunca se publicó salvo en Francia [Destino la editará en septiembre]. Era mi pasado lleno de ilusiones y pensé, pongamos ese nombre ahora que no tengo ilusiones pero tengo experiencias.

P. ¿Existe el diablo, como se plantea uno de los personajes?

R. Todos los que nos hemos educado en la cultura occidental nos planteamos la existencia de Dios y el diablo. Y creo que de alguna manera sí. En el libro me planteo si la creación ha terminado. ¿No la estamos alterando al crear una moral que no es la revelada por Dios? Me refiero a la valentía, la amistad, el amor, el deber, la prudencia
... que no te vienen enseñadas por la religión y que los humanos estamos creando. Se nos entregó un mundo sin terminar y estamos ayudando a la creación, intentando ser mejores. No lo conseguimos, pero algo hemos avanzado.

P. ¿Significa eso que las nuevas generaciones son mejores?

R. Cuando era niño, para vivir necesitabas una autodefensa que a veces era de mentira, de maldad. Ahora, los jóvenes, como lo tienen más fácil, son más espontáneos, más limpios de corazón. No tienen sentido del sufrimiento y en consecuencia se hacen menos preguntas.

P. Con una infancia tan sufrida, ¿hay obligación de transmitir conciencia social en los libros?

R. Barcelona lucha siempre por la libertad y tiene un problema de identidad porque tiene el corazón partido entre la cultura castellana y la catalana. Planteo los problemas como un niño de un barrio obrero para el que el hambre es más importante que la identidad. Mi familia, que pasaba hambre, estaba dispuesta a hacer una barricada para defender la libertad pero no la autonomía.

P. ¿Barcelona vive anclada en el pasado?

R. Ha luchado por los mitos de su identidad. La autonomía es un sueño por el que se ha derramado sangre. Ahora el mito más tonto es el cupo.

P. ¿Disfruta más rebobinando al pasado en sus libros?

R. Yo buscaba comida bajo las bombas y ese pasado es normal que aparezca. Y el futuro, aun habiendo sido periodista, no puedo preverlo.

P. En Sant Jordi han triunfado las novelas históricas como la suya. ¿Es una moda?

R. Esta novela tiene 30 años de antigüedad. Empecé a pensar en una persona que no muriera nunca, que conociese los secretos de la ciudad. Y para La Vanguardia, hace 20 años, escribí un folletón de aventuras, El vampiro del paseo de Gracia, que es el embrión de esta novela.

P. Un trabajo muy arduo.

R. No he parado de investigar y a un periodista le cuentan cosas off de the record. Si se leyese en los colegios como libro de Historia podría pasar.

P. ¿Por qué tanta modestia tratándose de ficción?

R. Por respeto a mi ciudad. Si he situado una historia en Barcelona de una persona que la había vivido desde el 1400 tenía que ser meticuloso. Fue una forma de aprender a escribir. Cuando tienes que escribir una o dos novelas a la semana que atrapen al lector o aprendes los trucos de la técnica literaria y de la presentación de los personajes o no publicas. Es la gran deuda que tengo con mi buen amigo Silver Crane.

La ciudad sin tiempo. Enrique Moriel. Destino. Barcelona, 2007. 470 páginas. 20 euros.


El País
, 9 de junio de 2007

4 de juny 2007

«Es más fácil tener prestigio en Francia porque la gente lee más»

FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA ESCRITOR

Tomás Val

El autor de novelas del Oeste y de género policiaco firma como Enrique Muriel su obra 'La ciudad sin tiempo'

Para citar todas sus obras habría que escribir más de quinientos títulos. Y sería raro encontrar un español menor de treinta años que nunca haya leído nada de Francisco González Ledesma. Aunque 'Crónica sentimental en Rojo', que fue Premio Planeta en 1984; o 'El expediente Barcelona'; o 'Historia de Dios en una esquina'¸o 'Cinco mujeres y media', novelas todas ellas protagonizadas por el policía Méndez, le resulten desconocidas, a buen seguro que el nombre de Silver Kane le devuelve a los años de la adolescencia, de los pistoleros, de las novelas del Oeste. González Ledesma, Silver Kane y también Enrique Muriel, autor éste último de 'La Ciudad sin tiempo', son la misma persona y diferentes escritores.

Jamás pensé que un día llegaría a conocer a Silver Kane. Y, aprovechando que está aquí, me gustaría preguntarle qué fue de Keith Luger, Lou Carrigan.

-Todos eran amigos. Admiraba mucho a Keith Luger, era funcionario en el Ayuntamiento de Valencia. Tenía un gran problema: era un gran escritor, pero era muy jugador y siempre estaba sin dinero y pidiendo anticipos. Era una persona encantadora y un día, en plena calle, cuando iba a comprar un libro, tuvo un derrame cerebral y se murió. Una muerte honrosa. Clark Carrados era funcionario de prisiones, una buena persona. Cuando yo era abogado y tuve que defender a algún preso político, me ayudó en muchas ocasiones. Un buen tío que murió de viejo. Todos se han ido muriendo de viejos.

-¿Se conocían todos?

-Sí, todos. En parte porque yo era el abogado de Bruguera y los contratos los hacía yo.

-No guarda buen recuerdo de Bruguera.

-No. Era una editorial explotadora y, claro, el abogado era el látigo de la editorial; el que hacía que los autores trabajaran mucho, cobraran poco y no protestaran. Eran amigos míos y yo sufría aquel régimen de explotación. Así que llegó un momento en el que no aguanté más. No diré que llegué a despreciarme, pero no quería morirme de viejo sintiéndome un miserable.

-Y se convirtió en periodista. ¿Es más honrosa la vida del periodista que la del abogado?

-La vida del abogado es honrosa, pero cuando eres instrumento de una persona o entidad que no es honrada, sufres mucho. En cambio, la vida de periodista es pobre, pero mucho más divertida y, a mi entender, más honrada porque, en aquellos años del franquismo, tenías la sensación de que trabajabas por la libertad.

-Nació en 1927, hijo de un mozo de almacén y una costurera. Y estudió Derecho y Periodismo. Es usted un milagro de posguerra.

-Un milagro de mucha gente. De la única cosa que me puedo enorgullecer es de haber tenido mucho tesón. Mi vida comenzó en condiciones muy difíciles, pero eso le pasó a mucha gente de mi generación. No puedo presumir más que la mayoría.

-¿Y esa afición a los heterónimos, de dónde le viene?

-No, no. Cuando en Bruguera me dijeron que me buscara un seudónimo para escribir novelas del oeste, lo lógico es que fuera un nombre americano. No iba a firmar como González novelas que transcurrían en Colorado. Silver Kane sonaba bien. Y lo de Enrique Muriel se debe a que ya tengo muchas novelas de género negro publicadas, el editor me dijo que la gente iba a pensar que 'La ciudad sin tiempo' también era negra. Y como la novela es completamente distinta a lo que he hecho hasta ahora, decidimos jugárnosla, poner un nombre desconocido a ver cómo reacciona la gente.

-¿Y González no está celoso del éxito que ha obtenido Muriel?

-No, porque pedí dos cosas: que a los dos meses se dijera quién era el autor y que el pseudónimo fuera Enrique Muriel, un personaje de mi primera novela que no se pudo publicar por la censura. Muriel, para mí, es un nombre muy querido.

-Esa primera novela ganó un importante premio convocado por Janés en el año 1948; en el jurado estaba Somerset Maugham y nunca fue publicada en España.

-Maugham vino a entregarme el premio a Barcelona.

-¿Por qué nunca se publicó?

-La censura consideró que estaba escrita por un rojo, y era verdad. Pero la tacharon también de pornográfica y, después, al leerla otra vez, comprobé que era lo más romántico del mundo y que la gente no iba a aceptarla por excesivamente romántica. No me atreví a entregársela a ningún editor hasta que, hace un año, fue publicada en Francia.

-En Francia, González Ledesma tiene un gran prestigio.

-Es más fácil, la gente lee más, está al corriente de lo que sale, las novedades duran más Allí es más fácil tener un nombre.

-En 'La ciudad sin tiempo' hace un recorrido por la historia de Barcelona. ¿Qué tiene esa ciudad que tantos novelistas la convierten en protagonista?

-Barcelona tiene una cultura bilingüe, una cultura muy rica. También es una ciudad portuaria, con un barrio mítico, el Barrio Chino, que fue el más famoso de Europa. Y tiene una increíble historia revolucionaria; la cuna de todas las revoluciones españolas está en Barcelona.

-Esa Barcelona la ha recorrido muchas veces Méndez, su famoso detective. Pero esa ciudad ya apenas si existe.

-Se está destruyendo. En la última novela, Méndez se pierde en sus calles. Se está perdiendo por el urbanismo nuevo: desaparece el aspecto nauseabundo que tenía, pero también el aspecto humano. La gente de toda la vida está desapareciendo.

-¿La ha transformado el nacionalismo?

-No. Existe una corriente nacionalista muy fuerte, pero no afecta a la vida de la ciudad. Barcelona tiene la suficiente historia, riqueza cultural y libertad de pensamiento para que nada la pueda dominar.

-¿Ha querido escribir un 'best-seller' con esta novela?

-No quise hacer un 'best-seller' sino escribir una novela original que se leyese sin respirar.

El Norte de Castilla, 4 de junio de 2007

1 de juny 2007

“Enrique Moriel es un nombre para mí casi sagrado”

Francisco González Ledesma publica su nueva novela

Enrique Moriel es el seudónimo elegido por Francisco González Ledesma para presentar ‘La ciudad sin tiempo’ (Destino, 2007), un nombre con historia, ya que era el protagonista de ‘Sombras viejas’, una obra con la que obtendría el Premio Internacional de Novela.

A.J. Oviedo

La carrera literaria de González Ledesma viene de antiguo. No en vano empezó a escribir novelas del Oeste al ritmo de una a la semana y con el seudónimo de Silver Kane para costearse la carrera de Derecho. Semejante ritmo literario le proporcionó oficio a un escritor que con 21 años ya había obtenido el Premio Internacional de Novela. El franquismo le impidió sin embargo ver publicadas algunas de ellas, pero no seguir escribiendo, hasta el punto de que ya en la Transición obtendría el Premio Planeta por Crónica sentimental en rojo y una enorme popularidad. Escritor de culto en Francia, tiene en la novela negra uno de sus géneros más notables y al comisario Ricardo Méndez como protagonista.

–¿No resulta extraño que un autor como usted se esconda a estas alturas bajo un seudónimo?

–No tiene nada de extraño, porque tengo cierto prestigio como autor de novela negra, lo que hace que la gente me tenga un poco encasillado. Si hubiese firmado esta novela con mi nombre, a priori, habrían pensado que se trata de una novela negra, cuando realmente es una obra fuera de registro de lo que uno
hace. Así que preferí jugármela para evitar los encasillamientos. El hecho de que el autor se llame Enrique Moriel fue cosa del editor, pero el nombre es profundamente mío. Y un nombre para mí casi sagrado.

–¿Un guiño a su propia historia literaria?

–Y a mi vida, porque supone unir los principios de esperanza en los que comenzaba como escritor con mis años actuales de vejez y experiencia.

–¿Cómo llegó a La ciudad sin tiempo?

–La concebí hace ya treinta años cuando escribía novelas de aventuras prohibidas por la censura. Se me ocurrió entonces plasmar la vida de un vampiro, que por tanto no moriría nunca y llegaría a conocer perfectamente todos los misterios de Barcelona, los personajes dudosos, los secretos de la ciudad que van desde los cafés hasta los prostíbulos, desde los políticos hasta los verdugos. Pensé entonces que nunca podría encontrar ningún personaje que me permitiese hablar con tanta libertad de Barcelona y explicar muchas de aquellas cosas que la gente no conoce. La he reescrito ya tres veces…

–¿Iba eliminando material que no le gustaba?

–Iba escribiendo otras cosas mientras buscaba información para la novela, porque tiene una gran parte de investigación, es decir, prácticamente todas las historias que se cuentan sobre Barcelona son absolutamente ciertas, si digo que un palacio era de una forma o que una puerta se sustituyó por una ventana es porque lo he investigado y realmente fue así. Y para ello me ha servido de mucho ser periodista, porque me ha permitido conocer durante todos estos años cosas que luego he podido utilizar para la novela. Pero me ha supuesto un gran reto porque no quería poner ni un solo dato falso, quería que todo fuese rigurosamente cierto.

–Tampoco ha descuidado su gusto por la novela negra, ya que hay en ésta un claro componente investigador…

–Por supuesto, todo lo que tiene la novela negra de análisis social y de investigación me ha salido en La ciudad sin tiempo, porque en el fondo es la trayectoria de toda mi vida.

–¿Qué espera Francisco González Ledesma del lector de hoy?

–Que le guste el libro y que su lectura le haga vivir intensamente, esto es fundamental. Y luego, he querido dar testimonio de la evolución de una ciudad.

–¿Barcelona se convierte entonces en otro personaje de su novela?

–Sin duda. Creo que todas las obras que he escrito sobre el comisario Méndez o las primeras novelas político-sociales han tenido a Barcelona como su personaje fundamental. La ciudad ha sido un poco como mi novia a la que nunca he traicionado y llevo siempre dentro.

Pérgola, 1 de junio de 2007