Miguel Pato y Ana Avellano (PD)-. Una mujer y una niña especial en un lugar olvidado de Barcelona. Una boda que acaba con un disparo y una muerte y un hombre al que le piden que vuelva a matar. Son tres historias de las calles tristes en las que se mueve el inspector Méndez. Un personaje creado hace 27 años por Francisco G. Ledesma que ahora se enfrente a un nuevo rompecabezas en “No hay que morir dos veces” (Ed. Planeta).
¿Cómo es la atmósfera en la que se mueven sus personajes?
Absolutamente realista. La atmósfera de las profesiones que he tenido. La atmósfera del inspector Méndez, donde vive la gente pobre, la de los lugares olvidados. La atmósfera de las calles tristes y las historias tiernas.
¿Cómo nacen sus historias?
Siempre de mi contacto con lo vivido. Yo soy incapaz de hilvanar un argumento. Cuando empiezo una novela no sé como va a terminar, no soy capaz de tener toda la trama en la cabeza.
Toda la vida entorno a mí, todas las personas que me rodean, lo que leo… Todo eso lo incorporo a ese pedazo de mi vida mientras escribo la novela. Esto hace que la novela sea (aunque suene a frase hecha) la vida misma.
Desde ha 27 años comparte su carrera literaria con este singular personaje del inspector Méndez. ¿Llega un momento, después de tanto tiempo, que el personaje adquiera autonomía propia?
Desde luego que tiene autonomía. Méndez hace lo que quiere. Muchos casos los resuelve él mismo lo que me da poco trabajo y los editores acabarán por no pagarme. Le acabarán pagando al propio Méndez.
¿Y como es Méndez?
Absolutamente realista. La atmósfera de las profesiones que he tenido. La atmósfera del inspector Méndez, donde vive la gente pobre, la de los lugares olvidados. La atmósfera de las calles tristes y las historias tiernas.
¿Cómo nacen sus historias?
Siempre de mi contacto con lo vivido. Yo soy incapaz de hilvanar un argumento. Cuando empiezo una novela no sé como va a terminar, no soy capaz de tener toda la trama en la cabeza.
Toda la vida entorno a mí, todas las personas que me rodean, lo que leo… Todo eso lo incorporo a ese pedazo de mi vida mientras escribo la novela. Esto hace que la novela sea (aunque suene a frase hecha) la vida misma.
Desde ha 27 años comparte su carrera literaria con este singular personaje del inspector Méndez. ¿Llega un momento, después de tanto tiempo, que el personaje adquiera autonomía propia?
Desde luego que tiene autonomía. Méndez hace lo que quiere. Muchos casos los resuelve él mismo lo que me da poco trabajo y los editores acabarán por no pagarme. Le acabarán pagando al propio Méndez.
¿Y como es Méndez?
Méndez cree en la ley de la calle no de los tribunales. Por eso nunca será ascendido a comisario. No deja de ser un rebelde con un gran sentido de la humanidad.
Periodista Digital, 16 de abril de 2009
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