Rosa Mora
"Todos vivimos mientras alguien nos recuerda". Esta frase es el motor de No hay que morir dos veces (Planeta), una novela de casi 400 páginas en la que pasan tantas cosas que su autor, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), deja sin aliento a sus lectores más entusiastas. Este veterano y joven autor, no hay otra manera de decirlo, se ha volcado en el libro de tal manera que hay cuatro historias que bien podrían haber sido cuatro novelas distintas. Se entrecruzan hasta encajar un puzzle sorprendente.
Primero, la vida de Nadia, una "niña Down", conmovedora, explotada sexualmente y preparada luego para el gran sacrificio del terrorismo. La de Gabri, un tipo que ha pasado ocho años en la cárcel por cortar la cabeza del hombre que violó a su mujer. La de Sandra, la novia que mata a su prometido de un tiro en la frente el día de su boda. La del sinvergüenza Conde, un acosador sexual de la peor especie... Todo desemboca en la preparación de un ataque terrorista de proporciones insospechadas en un trasatlántico atracado en el puerto de Barcelona.
Con esta novela de vértigo, el inolvidable inspector Méndez cumple 25 años, aunque en realidad son 27. Nació como personaje secundario en Expediente Barcelona y se hizo popular en Crónica sentimental en rojo, que obtuvo el Premio Planeta en 1984. "Méndez ha cambiado, como han cambiado las calles de Barcelona. Y sí, esta novela es un poco un homenaje a este policía que siempre está contra la autoridad constituida y que es un poco anarquista como yo".
Con esta novela de vértigo, el inolvidable inspector Méndez cumple 25 años, aunque en realidad son 27. Nació como personaje secundario en Expediente Barcelona y se hizo popular en Crónica sentimental en rojo, que obtuvo el Premio Planeta en 1984. "Méndez ha cambiado, como han cambiado las calles de Barcelona. Y sí, esta novela es un poco un homenaje a este policía que siempre está contra la autoridad constituida y que es un poco anarquista como yo".
'Bocata' de chorizo
Méndez, el detective que peor come de España, sigue siendo asilvestrado, no obedece órdenes y cree más en la justicia de la calle que en la de los tribunales. Para celebrar estos 25 años, González Ledesma, en nombre de Méndez, sopló ayer en la librería Negra y Criminal, en el barrio barcelonés de la Barceloneta, las velas de un presunto pastel, en realidad un bocata de chorizo: "¡Hay tantos en todas partes...!".
Ledesma ha elegido como uno de los hilos conductores de esta novela, a Nadia, "la nena Down". "Siento gran simpatía, no diré piedad, hacia estas personas incapaces de concebir el mal. Y como Méndez, no perdono a quienes les hacen daño". Periodista y abogado, Ledesma se negó hace años a defender a un violador. "El Colegio de Abogados me pidió que al menos hablara con él una vez. Lo hice y me di cuenta de que no había violado a nadie. Lo saqué de la cárcel".
"Siempre se ha especulado con la edad de Méndez, pero imagino que aún no tiene los 65 años porque sigue trabajando. Nunca se prejubilará". "Tengo un problema. No sé cuánto tiempo me queda para escribir. Probablemente, mi próxima novela será el último Méndez y será más sentimental que nunca". En No hay que morir de veces, Méndez, por orden de su comisario, estrena móvil, aunque no sabe cómo funciona. Ledesma promete que se modernizará tanto que en el siguiente libro incluso utilizará el ordenador.
El País, 4 de abril de 2009
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