Àlex Martín Escribà
Título: Expediente Barcelona
Autor: Francisco González Ledesma
Editorial: La factoría de ideas
Páginas: 320
Precio: 18’95 euros
Reedición: 2006
Primera edición: 1983
En una ocasión Francisco González Ledesma decía: «Barcelona es mi madre, pero también mi hija, porque la veo cambiar cada día». Para todos aquellos que están conociendo a este escritor y periodista deben saber que esa Barcelona de González Ledesma (ganador en 1984 del Premio Planeta con Crónica sentimental en rojo) se inaugura precisamente con Expediente Barcelona, una novela que fue censurada durante el franquismo y publicada -inicialmente- por la prestigiosa editorial francesa Gallimard.
Expediente Barcelona nos sitúa la acción en el despacho de un abogado cualquiera donde debe investigar unas comprometedoras pruebas de paternidad que implican a Ramón Masnou un hombre muy influyente de la burguesía catalana-que está vinculado con peligrosos altos cargos revolucionarios y conspiradores. Detrás de todo ello, se esconden digresiones narrativas, personajes pintorescos y situaciones bien insólitas.
Con su reedición, asistimos no sólo a la presentación de una sociedad urbana en un momento determinado, sino también la sufrida posguerra hasta el período de la transición con los fuertes contratiempos que sufrió la ciudad y sus habitantes.
A medida que avanzan los acontecimientos, González Ledesma nos va mostrando progresivamente la visión de una ciudad desencantada ante su entorno y ante los cambios que va padeciendo.
Toda esta denuncia le sirve además de antesala para presentar-eso sí, de manera secundaria- a Ricardo Méndez, un inspector de unos sesenta años, desencantado, descreído y solitario como la misma sociedad que le rodea. Méndez fue creado -tal como lo definió el mismo autor- como collage de entre cuatro policías con los que el autor tuvo trato, uno de ellos particularmente especial, ya que fue guardaespaldas del general Pérez Viñeta. Este inspector se caracteriza por tener aquella mirada reflexiva de todo lo que le sucede a su alrededor y que a su vez no es nada más que la pérdida de identidad de su ciudad.
La Barcelona de la transición
Por ello, recomiendo a los lectores que la compren y la lean con detenimiento no solo porque en ella encontrarán –durante sus más de trescientas páginas– una crónica de la Barcelona de la transición sino también porque Expediente Barcelona supone el inicio de una saga de un personaje que con toda seguridad aún dará mucho que hablar en los próximos años.
Diari de Tarragona, 7 de novembre de 2006
Título: Expediente Barcelona
Autor: Francisco González Ledesma
Editorial: La factoría de ideas
Páginas: 320
Precio: 18’95 euros
Reedición: 2006
Primera edición: 1983
En una ocasión Francisco González Ledesma decía: «Barcelona es mi madre, pero también mi hija, porque la veo cambiar cada día». Para todos aquellos que están conociendo a este escritor y periodista deben saber que esa Barcelona de González Ledesma (ganador en 1984 del Premio Planeta con Crónica sentimental en rojo) se inaugura precisamente con Expediente Barcelona, una novela que fue censurada durante el franquismo y publicada -inicialmente- por la prestigiosa editorial francesa Gallimard.
Expediente Barcelona nos sitúa la acción en el despacho de un abogado cualquiera donde debe investigar unas comprometedoras pruebas de paternidad que implican a Ramón Masnou un hombre muy influyente de la burguesía catalana-que está vinculado con peligrosos altos cargos revolucionarios y conspiradores. Detrás de todo ello, se esconden digresiones narrativas, personajes pintorescos y situaciones bien insólitas.
Con su reedición, asistimos no sólo a la presentación de una sociedad urbana en un momento determinado, sino también la sufrida posguerra hasta el período de la transición con los fuertes contratiempos que sufrió la ciudad y sus habitantes.
A medida que avanzan los acontecimientos, González Ledesma nos va mostrando progresivamente la visión de una ciudad desencantada ante su entorno y ante los cambios que va padeciendo.
Toda esta denuncia le sirve además de antesala para presentar-eso sí, de manera secundaria- a Ricardo Méndez, un inspector de unos sesenta años, desencantado, descreído y solitario como la misma sociedad que le rodea. Méndez fue creado -tal como lo definió el mismo autor- como collage de entre cuatro policías con los que el autor tuvo trato, uno de ellos particularmente especial, ya que fue guardaespaldas del general Pérez Viñeta. Este inspector se caracteriza por tener aquella mirada reflexiva de todo lo que le sucede a su alrededor y que a su vez no es nada más que la pérdida de identidad de su ciudad.
La Barcelona de la transición
Por ello, recomiendo a los lectores que la compren y la lean con detenimiento no solo porque en ella encontrarán –durante sus más de trescientas páginas– una crónica de la Barcelona de la transición sino también porque Expediente Barcelona supone el inicio de una saga de un personaje que con toda seguridad aún dará mucho que hablar en los próximos años.
Diari de Tarragona, 7 de novembre de 2006