A los 21 años, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) ganó el Premio Internacional de Novela José Janés con Sombras viejas, pero el régimen franquista la censuró e impidió su publicación. "Mientras el Caudillo viva, usted no publicará", le dijeron. Y le tildaron de "rojo y pornógrafo". Decidió entonces estudiar Derecho y escribir novelas del Oeste para Bruguera que firmó con el seudónimo de Silver Kane. Entre 20 y 30 millones de españoles leyeron estas historias, en una España en blanco y negro en la que el autor catalán competía con Manuel Lafuente Estefanía y Corín Tellado. Pero su biografía, de niño pobre del barrio barcelonés Poble Sec, no había hecho más que comenzar. Abogado de Bruguera, además de autor, profesión que abandonaría por el periodismo, con el tiempo González Ledesma acabaría convirtiéndose en un clásico y en un maestro de la novela negra -el comisario Méndez ya tiene vida propia en la literatura de género- y del periodismo.
Padre del también periodista Enric González, Francisco González Ledesma falleció ayer tras dos años de enfermedad. Familiares y amigos le despedirán hoy, a la una de la tarde, en el tanatorio Sant Gervasi de la Ciudad Condal.
Veía con naturalidad la muerte, al menos eso declaraba hace algún tiempo en una entrevista: "Incluso piensas que puede ser útil... Una tontería: he dado mi cuerpo a la ciencia. No quiero entierros. Y además mientras tenga trabajo no me moriré. He pasado horas en autopsias, sé hacer un lazo de ahorcado, estoy familiarizado, incluso me sorprende haber llegado a esta edad: sufrí hambre, tuberculosis...".
La vida de González Ledesma tiene mucho de novela. "Yo era un rojo de barrio pobre", decía. Como abogado de Bruguera ganó mucho dinero, millones de pesetas, pero la presión que debía ejercer sobre los autores, haciéndoles contratos sin apenas derechos, le empujó a abandonar esa tarea. "Un día le dije a Bruguera, un empresario implacable, que quería poder levantarme y mirarme al espejo. Se enfadó y me fui sin cinco. Me dio un certificado y un mechero de oro, y yo no fumaba. Abandoné la abogacía".
Conquistó la libertad. Se incorporó como redactor eventual a El Correo Catalán y pasó de cobrar entre medio millón y un millón al mes a 5.000 pesetas. Acabaría siendo redactor jefe del diario y más tarde ocuparía ese mismo cargo en La Vanguardia. "El periodismo fue mi pasión. En una redacción hay gente indeseable y gente maravillosa. Y esa lágrima que te regala un entrevistado, esa confesión en el bolsillo al volver a la redacción... eso no tiene precio".
Pero el personaje que le ha convertido en uno de los grandes de la novela negra es el inspector Méndez, que, en Francia, ha llegado a ser casi tan popular como el Maigret de Simenon, y que el escritor catalán inició en 1983 con la novela Expediente Barcelona, finalista del premio Blasco Ibáñez.
González Ledesma firmó también libros con los seudónimos Enrique Moriel, un personaje de su primera novela, y Rosa Alcázar, con el que escribió literatura romántica. Fue premio Planeta con Crónica sentimental en rojo y logró el RBA con Una novela de barrio. A los 83 años quiso volver a ser Silver Kane con La dama y el recuerdo. La editorial RBA se refirió ayer al fallecido como "uno de los padres del género negro en España", con una carrera literaria que "sus miles de lectores seguiremos disfrutando, desde la Barcelona del comisario Méndez hasta el Lejano Oeste de Silver Kane". En su comunicado RBA señaló: "Te echaremos de menos, Francisco González Ledesma, Enrique Moriel, Silver Kane, Taylor Nummy, Silvia Valdemar, Rosa Alcázar, Fernando Robles", en referencia a los muchos seudónimos que utilizó el escritor barcelonés.
Asimismo, formó parte del grupo de escritores que asistieron a las primeras ediciones de la Semana negra de Gijón. "No se ha ganado todavía la batalla de la crítica", afirmaba en una mesa redonda celebrada en 1988 refiriéndose al género negro.
Solía decir que, si el mundo en el que naces te acaba por gustar, nunca llegas a escribir. Se definía como un hombre "muy complicado". "He sido muchas cosas y no he destacado en ninguna. Sólo sé que soy auténtico cuando escribo. Me gustaría que me recordaran como a una persona que se sacrificó por la literatura, que le dedicó sus cinco sentidos. A veces, impulsado por la desesperación... Todo lo demás es circunstancial".
P.R. La Provincia. Diario de las Palmas, 3 de marzo de 2015