Fax Press
Escritor, periodista y abogado, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), que es, junto al desaparecido Manuel Vázquez Montalbán, el gran maestro de la novela negra en nuestro país, acaba de publicar Una novela de Barrio. Tras ganar con 21 años el Premio Internacional de Novela con Sombras viejas y no poder verlo publicado por culpa de la censura, se ganó la vida primero como abogado y después como periodista en el Correo Catalán y en La Vanguardia, diario del que llegó a ser Redactor Jefe.En su tiempo libre continuó escribiendo y con la Transición su obra deja de ser perseguida y comienza a ser reconocida y premiada como sucedió con Crónica sentimental en rojo, que recibió el Planeta en 1984, El pecado o algo parecido, galardonado con el Premio Hammet 2002, o Una novela de Barrio, que acaba de llegar a las librerías tras recibir el Premio Internacional de Novela Negra RBA y en la que retoma a su entrañable personaje, el inspector Méndez. "Es una novela que afronta con cierta crudeza el problema de la justicia", ha explicado González Ledesma. El escritor buscó respuesta en un personaje, David Miralles, padre de un niño de tres años al que dos ladrones mataron durante el atraco a un banco.
Argumento.
Al cabo del tiempo, uno de los atracadores -Omedes- muere de un disparo; el otro -Leónidas Pérez- da por sentado que el asesino es Miralles, que ahora trabaja como guardaespaldas, y tratará de acabar con él antes de que el padre del niño consume una supuesta venganza. La decisión de Leónidas Pérez genera una serie de muertes y el caso cae en manos del inspector Méndez, quien en su séptima aparición en una novela de González Ledesma está ya medio jubilado, lo que no le impedirá tener una intervención trascendental en la historia.Méndez es un policía que cree que la única justicia verdadera es "la de la calle", una conclusión que, según admite González Ledesma, conduce a la desesperación, porque "significaría que la justicia oficial es ineficaz, por lo que, en cierta medida, el Estado de Derecho desaparece".Pero el escritor no puede evitar preguntarse "hasta qué punto puede un ciudadano normal sentir la tentación de cometer un delito como el de la venganza".
Escritor, periodista y abogado, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), que es, junto al desaparecido Manuel Vázquez Montalbán, el gran maestro de la novela negra en nuestro país, acaba de publicar Una novela de Barrio. Tras ganar con 21 años el Premio Internacional de Novela con Sombras viejas y no poder verlo publicado por culpa de la censura, se ganó la vida primero como abogado y después como periodista en el Correo Catalán y en La Vanguardia, diario del que llegó a ser Redactor Jefe.En su tiempo libre continuó escribiendo y con la Transición su obra deja de ser perseguida y comienza a ser reconocida y premiada como sucedió con Crónica sentimental en rojo, que recibió el Planeta en 1984, El pecado o algo parecido, galardonado con el Premio Hammet 2002, o Una novela de Barrio, que acaba de llegar a las librerías tras recibir el Premio Internacional de Novela Negra RBA y en la que retoma a su entrañable personaje, el inspector Méndez. "Es una novela que afronta con cierta crudeza el problema de la justicia", ha explicado González Ledesma. El escritor buscó respuesta en un personaje, David Miralles, padre de un niño de tres años al que dos ladrones mataron durante el atraco a un banco.
Argumento.
Al cabo del tiempo, uno de los atracadores -Omedes- muere de un disparo; el otro -Leónidas Pérez- da por sentado que el asesino es Miralles, que ahora trabaja como guardaespaldas, y tratará de acabar con él antes de que el padre del niño consume una supuesta venganza. La decisión de Leónidas Pérez genera una serie de muertes y el caso cae en manos del inspector Méndez, quien en su séptima aparición en una novela de González Ledesma está ya medio jubilado, lo que no le impedirá tener una intervención trascendental en la historia.Méndez es un policía que cree que la única justicia verdadera es "la de la calle", una conclusión que, según admite González Ledesma, conduce a la desesperación, porque "significaría que la justicia oficial es ineficaz, por lo que, en cierta medida, el Estado de Derecho desaparece".Pero el escritor no puede evitar preguntarse "hasta qué punto puede un ciudadano normal sentir la tentación de cometer un delito como el de la venganza".
Diario de Avisos, 28 de octubre de 2007