ENTREVISTA a Francisco González Ledesma, ganador del premio RBA
Rosa Maria Piñol
El inspector Méndez, ahora un +sexagenario prejubilable, le ha reportado nada menos que cinco galardones literarios a su autor, Francisco González Ledesma. El último de ellos, el flamante primer premio Internacional de Novela Negra RBA, que le fue otorgado al veterano escritor barcelonés el jueves por la noche en el marco de una fiesta organizada por la editorial convocante en el hotel Juan Carlos I. Esta vez, la aventura de Méndez, titulada Una novela de barrio, se centra en una venganza y se enmarca en una Barcelona, la de principios de los años 70, hoy notablemente transformada. González Ledesma, 80 jóvenes años, vive una etapa dorada en el panorama literario español –su último éxito ha sido La ciudad sin tiempo, firmada como Enrique Moriel– y los editores le piden nuevos libros. Atrás quedan los años en que sólo editaban sus obras en Francia.
–¿Cuándo escribió Una novela de barrio?
–Empecé esta novela hace unos diez años. Pero tardé un poco en acabarla porque no sabía cómo desarrollar la idea central.
–¿Es la historia de una venganza?
–Sí, aunque nació como un relato de amor paternal. Trata de un hombre a quien dos atracadores de un banco le matan a su hijo de tres años, que era uno de los rehenes. El padre trata entonces de reconstruir la vida del hijo, viviendo él algunos de sus episodios: visita la escuela que hubiera elegido para él, habla con sus hipotéticas compañeras de clase, acude a las discotecas que el hijo adolescente hubiera frecuentado...
–Y el relato derivó en novela negra.
–Sí. Pensé que este planteamiento inicial podía dar lugar a una historia negra de cierta intensidad: cuando, más tarde, los dos atracadores salen de la cárcel, uno de ellos quiere continuar su carrera delictiva, y al otro lo asesinan. Entonces la gente sospecha que ha sido una venganza de Miralles, el padre del niño, que por otra parte trabaja como guardaespaldas y, por ello, posee un arma.
–¿Hay mucha acción?
–La historia es muy dinámica, con mucha intriga, acción y dramatismo.
–Al recibir el premio declaró que Barcelona es como su "madre o madrastra", que le "da vida" para escribir historias. Aquí rescata imágenes de su barrio, el Poble Sec.
–Retrato la vida de barrio en unos años en que todavía había pobreza. Yo he conocido a gente que tuvo que prostituirse a causa del hambre, y eso lo he reflejado en uno de los personajes femeninos relacionados con el protagonista. Pero también doy vida a antiguos negocios de barrio, bares de jubilados...
–¿Su evocación es nostálgica?
–Sí, claro. Es una novela sentimental urbana. Yo amo los barrios de Barcelona y, en ese sentido, la obra es una novela reportaje. Intento retratar la evolución que han sufrido esas barriadas en las últimas cuatro décadas. Describo el viejo Poble Sec, y cómo muchos tuvieron que irse de allí porque iban a derribar sus casas. A mí los cambios en la ciudad me han influido: Barcelona ha ido perdiendo su identidad, no sé si para bien o para mal. Y el inspector Méndez tampoco acaba de reconocer el nuevo paisaje urbano.
–¿Recrea hechos históricos de los años 70 como telón de fondo?
–No hechos concretos, sino más bien el clima general de la ciudad, la vida en los barrios, la inmigración, las jubilaciones anticipadas...
–Las historias del inspector Méndez le han dado suerte con los premios.
–Pues sí. Me han dado ya cinco premios: el Planeta, dos Prix Mystère franceses (que la crítica otorga a la mejor novela policiaca extranjera), el segundo de ellos por Cinco mujeres y media. También obtuve el Hammett y, ahora, el primer premio RBA.
–Un nuevo galardón, internacional, que ha recaído en un veterano como usted, un valor seguro. ¿Eso quiere decir que no había escritores más jóvenes que le pudieran hacer sombra?
–Eso no puedo responderlo. Sólo sé que RBA vio que la novela negra de tipo social tiene una importancia literaria y comercial, y quiso hacer un gran lanzamiento, a nivel internacional. Han concursado muchos autores norteamericanos y me han dicho que había nombres consagrados. Pero, en fin, parece que mi novela les gustó mucho.
–¿Piensa continuar con Méndez?
–Sí, porque me permite recrear experiencias que he vivido como abogado criminalista y como periodista. De momento, el mes que viene Destino publica mi libro Sombras viejas, cuyo protagonista es Enrique Moriel, el seudónimo que utilicé para firmar La ciudad sin tiempo.
–Al fin puede ver publicada aquí su primera novela.
–Sí. Fue la que ganó el premio Internacional de Novela de 1948, cuyo jurado presidía Somerset Maugham. Pero la censura la prohibió. Sólo se había publicado en Francia.
Rosa Maria Piñol
El inspector Méndez, ahora un +sexagenario prejubilable, le ha reportado nada menos que cinco galardones literarios a su autor, Francisco González Ledesma. El último de ellos, el flamante primer premio Internacional de Novela Negra RBA, que le fue otorgado al veterano escritor barcelonés el jueves por la noche en el marco de una fiesta organizada por la editorial convocante en el hotel Juan Carlos I. Esta vez, la aventura de Méndez, titulada Una novela de barrio, se centra en una venganza y se enmarca en una Barcelona, la de principios de los años 70, hoy notablemente transformada. González Ledesma, 80 jóvenes años, vive una etapa dorada en el panorama literario español –su último éxito ha sido La ciudad sin tiempo, firmada como Enrique Moriel– y los editores le piden nuevos libros. Atrás quedan los años en que sólo editaban sus obras en Francia.
–¿Cuándo escribió Una novela de barrio?
–Empecé esta novela hace unos diez años. Pero tardé un poco en acabarla porque no sabía cómo desarrollar la idea central.
–¿Es la historia de una venganza?
–Sí, aunque nació como un relato de amor paternal. Trata de un hombre a quien dos atracadores de un banco le matan a su hijo de tres años, que era uno de los rehenes. El padre trata entonces de reconstruir la vida del hijo, viviendo él algunos de sus episodios: visita la escuela que hubiera elegido para él, habla con sus hipotéticas compañeras de clase, acude a las discotecas que el hijo adolescente hubiera frecuentado...
–Y el relato derivó en novela negra.
–Sí. Pensé que este planteamiento inicial podía dar lugar a una historia negra de cierta intensidad: cuando, más tarde, los dos atracadores salen de la cárcel, uno de ellos quiere continuar su carrera delictiva, y al otro lo asesinan. Entonces la gente sospecha que ha sido una venganza de Miralles, el padre del niño, que por otra parte trabaja como guardaespaldas y, por ello, posee un arma.
–¿Hay mucha acción?
–La historia es muy dinámica, con mucha intriga, acción y dramatismo.
–Al recibir el premio declaró que Barcelona es como su "madre o madrastra", que le "da vida" para escribir historias. Aquí rescata imágenes de su barrio, el Poble Sec.
–Retrato la vida de barrio en unos años en que todavía había pobreza. Yo he conocido a gente que tuvo que prostituirse a causa del hambre, y eso lo he reflejado en uno de los personajes femeninos relacionados con el protagonista. Pero también doy vida a antiguos negocios de barrio, bares de jubilados...
–¿Su evocación es nostálgica?
–Sí, claro. Es una novela sentimental urbana. Yo amo los barrios de Barcelona y, en ese sentido, la obra es una novela reportaje. Intento retratar la evolución que han sufrido esas barriadas en las últimas cuatro décadas. Describo el viejo Poble Sec, y cómo muchos tuvieron que irse de allí porque iban a derribar sus casas. A mí los cambios en la ciudad me han influido: Barcelona ha ido perdiendo su identidad, no sé si para bien o para mal. Y el inspector Méndez tampoco acaba de reconocer el nuevo paisaje urbano.
–¿Recrea hechos históricos de los años 70 como telón de fondo?
–No hechos concretos, sino más bien el clima general de la ciudad, la vida en los barrios, la inmigración, las jubilaciones anticipadas...
–Las historias del inspector Méndez le han dado suerte con los premios.
–Pues sí. Me han dado ya cinco premios: el Planeta, dos Prix Mystère franceses (que la crítica otorga a la mejor novela policiaca extranjera), el segundo de ellos por Cinco mujeres y media. También obtuve el Hammett y, ahora, el primer premio RBA.
–Un nuevo galardón, internacional, que ha recaído en un veterano como usted, un valor seguro. ¿Eso quiere decir que no había escritores más jóvenes que le pudieran hacer sombra?
–Eso no puedo responderlo. Sólo sé que RBA vio que la novela negra de tipo social tiene una importancia literaria y comercial, y quiso hacer un gran lanzamiento, a nivel internacional. Han concursado muchos autores norteamericanos y me han dicho que había nombres consagrados. Pero, en fin, parece que mi novela les gustó mucho.
–¿Piensa continuar con Méndez?
–Sí, porque me permite recrear experiencias que he vivido como abogado criminalista y como periodista. De momento, el mes que viene Destino publica mi libro Sombras viejas, cuyo protagonista es Enrique Moriel, el seudónimo que utilicé para firmar La ciudad sin tiempo.
–Al fin puede ver publicada aquí su primera novela.
–Sí. Fue la que ganó el premio Internacional de Novela de 1948, cuyo jurado presidía Somerset Maugham. Pero la censura la prohibió. Sólo se había publicado en Francia.
La Vanguardia, 8 de septiembre de 2007
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