2 de maig 2009

Francisco González Ledesma, la ciudad borrada

Catalina Gayà

Francisco González Ledesma se aproxima a la cafetería Muy Buenas, en la calle del Carme, a las 11.29 horas. Falta un minuto para la cita con el fantasma de la mujer que muere en su novela Cinco Mujeres y media y hace rato que la sensación de estar en el lugar equivocado se ha convertido en dolor de estómago. El lugar de la cita no es el mismo que el del asesinato literario: el encuentro será un fracaso piensa la periodista. La joven (en este artículo no tiene nombre porque desvelar el misterio sería otro un crimen para el lector) vivió en esta calle –en una escalera que huele a detergente--, pero no falleció aquí: la desierta avenida Pearson es el escenario del crimen. “¿Por qué estamos aquí?”, es la pregunta que viene una y otra vez a mi mente. “Las cinco mujeres (de hecho seis) que dan título al libro se reúnen en el Muy Buenas, pero ella ni siquiera entra”, es el monólogo previo al encuentro.

La cita de las 11.30

Solo se entiende que Francisco González Ledesma nos haya citado en esta calle abarrotada de gentes y de coches del Raval cuando se le observa mientras se acerca a la cafetería. Mira a los lados buscando algo, observa las ventanas, pide disculpas cuando se tropieza con una joven que habla por el móvil. Oteándolo frente a la puerta de la cafetería, se deduce que la muerta, a parte de la joven y otros tantos cadáveres que van apareciendo en el libro, es esa Barcelona que está en su memoria y que no es la misma por la que él camina ahora. Es el fantasma de esa Barcelona que un día fue su ciudad lo que viene a buscar González Ledesma. Esa es su cita de las 11.30 horas.
Sentado en una mesa de mármol en el Muy Buenas, habla de esa Barcelona en la que vivió Raquel Meller –la artista más internacional que ha tenido España y de la que solo queda ahora una estatua que pocos transeúntes reconocen--; de esa Barcelona que él vio en guerra y en la que buscó comida cuando había hambre de postguerra. Una ciudad que permitía que los poetas se formaran en bares como el London o el Emilia, en la década de los cincuenta o de los sesenta, y en la que “las señoras de la calle tenían seguridad social y no eran esclavas”. “Esa Barcelona ya no está y quien quiera saber cómo era tendrá que leer libros de novela negra”, dice.
--¿Se le aparecen los fantasmas de algunos de los muertos que campan por sus libros?
-- A algunos personajes los mato con gusto y esos no se aparecen nunca. A otros, en cambio, me cuesta muchísimo y alargo los sucesos para que no tengan que morir. A veces, me parece que vivo más con los personajes que en la vida real y cuando eso pasa, son ellos los que mandan y eso te marca el carácter
.-- ¿Le costó matar a la joven de Cinco mujeres y media?
-- Esa mujer representa la esperanza y asesinándola muere la esperanza.
-- Entonces, ¿por qué no matar al especulador que aparece en el libro?
-- Ese personaje está vivo; podría tener nombre y apellidos. No se los diré, pero resume lo que está pasando en Barcelona.
-- ¿Hay una Barcelona que ha muerto?
-- Hay una Barcelona que ha sucumbido a la especulación más miserable, pero Barcelona siempre consigue levantarse.
Es 29 de enero, al mediodía, y en la Rambla del Raval, más de un despistado no halla la que ya es oficialmente la plaza de Manolo Vázquez Montalbán. No la encuentran porque el hotel de la rambla la tapa y porque, dicen, no esperaban que “fuera dura, sin árboles, sin vida”. Solo Maruja Torres se atreve a decir que quizá esa plaza no le hubiera gustado al escritor del Raval. En la noche, durante una de las charlas de la Semana Negra de Barcelona, el debate sobre la plaza continúa en el Palau de la Virreina. En el mesa está Francisco González Ledesma, quien, tras enumerar las ventajas de haber tirado ciertas casas del Raval, se lamenta de que hayan acabado con “el alma del barrio”. Acaba su charla haciendo referencia a la polémica plaza. “Tal y como hace las cosas el Ayuntamiento, a nosotros no nos dedicarán ni una farola”. El auditorio ríe.

Cambios y contradicciones


Es esa Barcelona en cambio y contradicción el escenario de Cinco mujeres y media y de la que habla González Ledesma en el Muy Buenas. La cita se alarga casi dos horas. Rescatamos el fantasma de la joven asesinada en la avenida Pearson y lo regresamos al Raval, a la calle del Malnom. González Ledesma se encuentra con ella. “Yo escribo las historias de las mujeres que hay detrás de las ventanas de Barcelona. Si se abrieran, se oirían gritos”. Las ventanas de los edificios de esta calle están cerradas. Hay algunos carteles que anuncian pisos en venta; se abre una puerta de lo que parece un garaje y se intuye un piso patera. El garaje no tiene ventanas.

El Periódico, 2 de mayo de 2009