Marqués de Ferblanc
Como tantos, tantísimos otros, yo conocí la obra de Francisco González Ledesma a través de Silver Kane. Sus novelas del oeste no eran como las deliciosas obras maestras de Mallorquí, ni tampoco deconstruía el género, como dicen que ha hecho Eastwood, pero su fino, y a menudo no tan fino, humor me cautivó. Me lo pasaba pipa, vaya. Pero como sucede en estos casos, la edad, los estudios, las chicas, etc. me alejaron de Silver Kane. Más tarde lo redescubrí con sus novelas de Servicio Secreto y Enviado Secreto. Con ellas descubrí que no sólo era divertido sino que de cuando en cuando nos regalaba con alguna joya de una calidad increíble y, vamos, desde entonces seguí su obra.
Con el tiempo descubrí que Silver Kane no era otro que ¡Francisco González Ledesma! C*ñ*, pensé, pues vamos a por sus libros.
Así me hice con “Crónica Sentimental en Rojo” y el “Expediente Barcelona”. Grandes novelas sí, pero no sé, les encontré a faltar algo. En ese momento no supe verbalizarlo. Y de hecho no es que ahora vaya sobrado. La cuestión es que les encontré a faltar el toque “Silver Kane”. Es decir, su frescura, su habilidad narrativa y ese fino, y a menudo, amargo, humor. No soy justo, lo sé. Esas dos novelas son más extensas, más ambiciosas y están mejor construidas que cualquiera de Silver Kane. Pero vaya, mi sensación de que algo faltaba era real. Leí más libros de él pero mi impresión no desaparecía.
Y aquí es donde entran los comentarios de algunos amigos míos que han tenido la suerte de charlar largo y tendido con Francisco González Ledesma. Dicen que es muy humilde y que de esa humildad nace su deseo constante por aprender, por ir un paso adelante, de no estancarse. Esto es importante, porque esa cualidad es fundamental en todos los aspectos de la vida, no sólo en el creativo. Sea cierto o no (que lo será porque me lo han dicho personas de toda confianza) lo que es importante es que de un tiempo a esta parte cayeron en mis manos “Tiempo de Venganza”, “El pecado o algo parecido” y “Cinco Mujeres y Media”. Deliciosas, por no decir geniales. El autor suelta lastre, depura su estilo y logra tres obras insuperables. Así, casi de golpe, me reconcilio con González Ledesma y con Silver Kane y dejo de “verles” como escritores distintos.
Con “Historia de mis Calles” el autor se atreve con una autobiografía. Género que nunca me ha gustado hasta que leí ésta. González Ledesma mira hacia atrás con una tremenda honestidad y logra no sólo explicarnos su vida, sino que nos narra la historia de una sociedad, de una ciudad, de unos ideales. Un libro intenso, único.
Finalmente he leído “Méndez” y aquí me dije: me va a decepcionar. Los relatos cortos no son de mi agrado y menos en el relato negro. Prefiero narraciones largas donde personajes, escenarios y tramas se pueden desarrollar adecuadamente. Y González Ledesma me vuelve a pillar el puñetero. Aprovechando que ya conocemos a Méndez, su personaje más emblemático, nos encontramos con una colección de historias sin importancia, algunas banales, pero sólo en apariencia. Cada relato es el retrato de una desgracia, de una desesperanza, de un tiempo pasado que no sólo no volverá sino que además ha sido olvidado. Vaya, un libro imprescindible.
Ahora me falta leer su última novela “La ciudad sin tiempo” firmada con el pseudónimo de Enrique Moriel. Yo hubiera preferido Silver Kane o Taylor Nummy, pero ya se sabe que no se puede tener todo en esta vida…
Como tantos, tantísimos otros, yo conocí la obra de Francisco González Ledesma a través de Silver Kane. Sus novelas del oeste no eran como las deliciosas obras maestras de Mallorquí, ni tampoco deconstruía el género, como dicen que ha hecho Eastwood, pero su fino, y a menudo no tan fino, humor me cautivó. Me lo pasaba pipa, vaya. Pero como sucede en estos casos, la edad, los estudios, las chicas, etc. me alejaron de Silver Kane. Más tarde lo redescubrí con sus novelas de Servicio Secreto y Enviado Secreto. Con ellas descubrí que no sólo era divertido sino que de cuando en cuando nos regalaba con alguna joya de una calidad increíble y, vamos, desde entonces seguí su obra.
Con el tiempo descubrí que Silver Kane no era otro que ¡Francisco González Ledesma! C*ñ*, pensé, pues vamos a por sus libros.
Así me hice con “Crónica Sentimental en Rojo” y el “Expediente Barcelona”. Grandes novelas sí, pero no sé, les encontré a faltar algo. En ese momento no supe verbalizarlo. Y de hecho no es que ahora vaya sobrado. La cuestión es que les encontré a faltar el toque “Silver Kane”. Es decir, su frescura, su habilidad narrativa y ese fino, y a menudo, amargo, humor. No soy justo, lo sé. Esas dos novelas son más extensas, más ambiciosas y están mejor construidas que cualquiera de Silver Kane. Pero vaya, mi sensación de que algo faltaba era real. Leí más libros de él pero mi impresión no desaparecía.
Y aquí es donde entran los comentarios de algunos amigos míos que han tenido la suerte de charlar largo y tendido con Francisco González Ledesma. Dicen que es muy humilde y que de esa humildad nace su deseo constante por aprender, por ir un paso adelante, de no estancarse. Esto es importante, porque esa cualidad es fundamental en todos los aspectos de la vida, no sólo en el creativo. Sea cierto o no (que lo será porque me lo han dicho personas de toda confianza) lo que es importante es que de un tiempo a esta parte cayeron en mis manos “Tiempo de Venganza”, “El pecado o algo parecido” y “Cinco Mujeres y Media”. Deliciosas, por no decir geniales. El autor suelta lastre, depura su estilo y logra tres obras insuperables. Así, casi de golpe, me reconcilio con González Ledesma y con Silver Kane y dejo de “verles” como escritores distintos.
Con “Historia de mis Calles” el autor se atreve con una autobiografía. Género que nunca me ha gustado hasta que leí ésta. González Ledesma mira hacia atrás con una tremenda honestidad y logra no sólo explicarnos su vida, sino que nos narra la historia de una sociedad, de una ciudad, de unos ideales. Un libro intenso, único.
Finalmente he leído “Méndez” y aquí me dije: me va a decepcionar. Los relatos cortos no son de mi agrado y menos en el relato negro. Prefiero narraciones largas donde personajes, escenarios y tramas se pueden desarrollar adecuadamente. Y González Ledesma me vuelve a pillar el puñetero. Aprovechando que ya conocemos a Méndez, su personaje más emblemático, nos encontramos con una colección de historias sin importancia, algunas banales, pero sólo en apariencia. Cada relato es el retrato de una desgracia, de una desesperanza, de un tiempo pasado que no sólo no volverá sino que además ha sido olvidado. Vaya, un libro imprescindible.
Ahora me falta leer su última novela “La ciudad sin tiempo” firmada con el pseudónimo de Enrique Moriel. Yo hubiera preferido Silver Kane o Taylor Nummy, pero ya se sabe que no se puede tener todo en esta vida…
Novela Popular, 8 de julio de 2007
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