Sergio Vila-Sanjuán
En ‘El preu de ser catalans’, Patrícia Gabancho apunta que durante mucho tiempo Barcelona ha sido una ciudad "invisible", ya que al no tratarse de un escenario cinematográfico habitual la gente no reconoce sus parajes. Eso no puede aplicarse a la narrativa: de Oller a Marsé y de Sagarra a Mendoza y toda la novela negra barcelonesa, hay un buen surtido de obras que la retratan. En los últimos años esta tendencia ha ido en aumento, generando de paso algún best seller internacional. El ejemplo de ‘La sombra del viento’ marca el decenio. En Barcelona, ciudad de moda, están de moda las novelas de la ciudad.
Y la última está a punto de salir, digamos que envuelta en misterio. El próximo 6 de marzo Destino pondrá en las librerías ‘La ciudad sin tiempo’, firmada por Enrique Moriel. La editorial ha hecho un sondeo de los que ahora se llevan entre libreros –me extraña que no empiecen a estar saturados– y lanza una primera tirada fuerte, de 50.000 ejemplares. Ahora bien, advierten que ‘Moriel’ es un
pseudónimo. ¿De quién y por qué? No hay respuesta.
He leído las pruebas de ‘La ciudad sin tiempo’ y me lo he pasado bien. Se trata de un atractivo novelón gótico con muchos golpes de efecto. El protagonista, hijo de una prostituta y un marino de piel blanca y ojos "hermosos y enigmáticos", es un ser fantasmagórico cuya existencia se prolonga a lo largo de los siglos, lo que permite al autor contar de forma muy didáctica la historia de la ciudad, colocándole junto al párroco de Sant Pau del Camp en los albores de la Edad Moderna, resistiendo en las murallas de Barcelona en 1714 o entrevistando a Ildefonso Cerdà como periodista del ‘Diario de Barcelona’. Todo ello entrevesado con una trama de ritos satánicos. Lo que se llama instruir deleitando.
¿Quién es Moriel? Se lo he preguntado a Emili Rosales, director de Destino, y se ha negado a decírmelo. A mí su forma de escribir me recuerda mucho, pero mucho, a la del gran Francisco González Ledesma, con sus frases contundentes sobre la desigualdad social, su conocimiento del mundo de la abogacía y su amor desgarrado por las calles de la vieja Barcelona. Es más, diría que el autor de ‘La
ciudad sin tiempo’ ha bebido decisivamente de una olvidada novelita de González Ledesma publicada por entregas en 1990, El vampiro del Paseo de Gracia’. Me encontré al escritor el otro día en un acto e intenté sonsacarle, pero no hubo forma. Lo que es seguro es que este libro abonará el mito de Barcelona de una forma que sólo la narrativa de género consigue. Aunque, como Vázquez Montalbán, Moriel sabe integrar bien género y literatura genuina.
Más instalado en la llamada narrativa de consumo, otro novelón barcelonés, ‘La catedral del mar’, aterriza en Italia. La versión de Longanesi se ha encaramado a los primeros puestos de la lista de más vendidos. Aunque en medios editoriales locales la comidilla es que su afortunado autor, Ildefonso Falcones, ha roto con la agente Sandra Bruna, que fue quien le abrió camino hasta el grupo Random House Mondadori.
Pero en Random House han aprendido la lección sobre el potencial novelable de la Barcelona histórica. Y tienen a punto una nueva aportación: ‘La clave Gaudí’, de Esteban Martín y Andreu Carraza. La trama, a tenor de la sinopsis, es de las que empujan a arquear las cejas: a manos de Antoni Gaudí habría llegado la piedra que Jesús entregó a Pedro para que edificara su iglesia. La coloca en una de sus obras y un siglo después, dos jóvenes rastrean sus edificios en busca de la reliquia, aunque pronto se ven envueltos en problemas. Gaudí, que también hace un ‘cameo’ en La ciudad sin tiempo’, es sin duda la gran mina para los rapsodas de la Barcelona mágica.
En ‘El preu de ser catalans’, Patrícia Gabancho apunta que durante mucho tiempo Barcelona ha sido una ciudad "invisible", ya que al no tratarse de un escenario cinematográfico habitual la gente no reconoce sus parajes. Eso no puede aplicarse a la narrativa: de Oller a Marsé y de Sagarra a Mendoza y toda la novela negra barcelonesa, hay un buen surtido de obras que la retratan. En los últimos años esta tendencia ha ido en aumento, generando de paso algún best seller internacional. El ejemplo de ‘La sombra del viento’ marca el decenio. En Barcelona, ciudad de moda, están de moda las novelas de la ciudad.
Y la última está a punto de salir, digamos que envuelta en misterio. El próximo 6 de marzo Destino pondrá en las librerías ‘La ciudad sin tiempo’, firmada por Enrique Moriel. La editorial ha hecho un sondeo de los que ahora se llevan entre libreros –me extraña que no empiecen a estar saturados– y lanza una primera tirada fuerte, de 50.000 ejemplares. Ahora bien, advierten que ‘Moriel’ es un
pseudónimo. ¿De quién y por qué? No hay respuesta.
He leído las pruebas de ‘La ciudad sin tiempo’ y me lo he pasado bien. Se trata de un atractivo novelón gótico con muchos golpes de efecto. El protagonista, hijo de una prostituta y un marino de piel blanca y ojos "hermosos y enigmáticos", es un ser fantasmagórico cuya existencia se prolonga a lo largo de los siglos, lo que permite al autor contar de forma muy didáctica la historia de la ciudad, colocándole junto al párroco de Sant Pau del Camp en los albores de la Edad Moderna, resistiendo en las murallas de Barcelona en 1714 o entrevistando a Ildefonso Cerdà como periodista del ‘Diario de Barcelona’. Todo ello entrevesado con una trama de ritos satánicos. Lo que se llama instruir deleitando.
¿Quién es Moriel? Se lo he preguntado a Emili Rosales, director de Destino, y se ha negado a decírmelo. A mí su forma de escribir me recuerda mucho, pero mucho, a la del gran Francisco González Ledesma, con sus frases contundentes sobre la desigualdad social, su conocimiento del mundo de la abogacía y su amor desgarrado por las calles de la vieja Barcelona. Es más, diría que el autor de ‘La
ciudad sin tiempo’ ha bebido decisivamente de una olvidada novelita de González Ledesma publicada por entregas en 1990, El vampiro del Paseo de Gracia’. Me encontré al escritor el otro día en un acto e intenté sonsacarle, pero no hubo forma. Lo que es seguro es que este libro abonará el mito de Barcelona de una forma que sólo la narrativa de género consigue. Aunque, como Vázquez Montalbán, Moriel sabe integrar bien género y literatura genuina.
Más instalado en la llamada narrativa de consumo, otro novelón barcelonés, ‘La catedral del mar’, aterriza en Italia. La versión de Longanesi se ha encaramado a los primeros puestos de la lista de más vendidos. Aunque en medios editoriales locales la comidilla es que su afortunado autor, Ildefonso Falcones, ha roto con la agente Sandra Bruna, que fue quien le abrió camino hasta el grupo Random House Mondadori.
Pero en Random House han aprendido la lección sobre el potencial novelable de la Barcelona histórica. Y tienen a punto una nueva aportación: ‘La clave Gaudí’, de Esteban Martín y Andreu Carraza. La trama, a tenor de la sinopsis, es de las que empujan a arquear las cejas: a manos de Antoni Gaudí habría llegado la piedra que Jesús entregó a Pedro para que edificara su iglesia. La coloca en una de sus obras y un siglo después, dos jóvenes rastrean sus edificios en busca de la reliquia, aunque pronto se ven envueltos en problemas. Gaudí, que también hace un ‘cameo’ en La ciudad sin tiempo’, es sin duda la gran mina para los rapsodas de la Barcelona mágica.
La Vanguardia, 28 de febrero de 2007
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