David Benedicte
Nació en Barcelona en 1927. Ganó el Planeta en el 84 con Crónica sentimental en rojo, aunque también se lo recuerda por Silver Kane, pseudónimo con el que firmó más de 400 novelas del Oeste. Acaba de publicar La ciudad sin tiempo (Destino), obra que firma como Enrique Moriel.
XLSemanal. Contaba usted 21 años cuando la censura le prohibió una novela por ser «pornógrafa, subversiva y roja».
Francisco G. Ledesma. [Carcajada] Cuando tu primera novela gana un prestigioso premio y viene a dártelo Somerset Maugham y te dice, además, que eres el mejor novelista joven de Europa, pues como que empiezas a creer que tu sueño se cumple. Luego llega Censura y te dice que no vas a publicarla de ningún modo y que vas a estar perseguido siempre y que no vas a poder firmar nada con tu nombre hasta el fin de la dictadura, pues como que la cosa se convierte en pesadilla y acabas recurriendo a Silver Kane para poder publicar, que era lo que realmente me importaba.
XL. Cuentan que el `nobelizado´ Camilo José Cela fue censor.
F.G.L. Pues sí. Y otro escritor que trabajó para la censura, en 1866, fue Gustavo Adolfo Bécquer. Pero, al contrario que Cela, dicen que se dedicaba a ‘prestar’ el sello a sus amigos escritores para que se censuraren ellos mismos. ¡Eso es un censor cojonudo!, ¿no? [ríe]. Todo lo contrario que Cela. Que también fue delator. Siempre me pareció un individuo difícil. No tenía pinta de ser un buen compañero.
XL. Sabrá que hoy Silver Kane, y usted por extensión, es para muchos un autor de culto.
F.G.L. Eso tengo entendido. Jodorowsky vino recientemente a Barcelona para conocerme y se confesó rendido fan. Sé que mis obras son buscadas como objeto, no de culto, pero sí de interés histórico.
XL. ¿Fue duro ser Silver Kane?
F.G.L. Mucho. Cuando estás obligado a escribir una o dos novelas por semana para poder comer, o aprendes rápido técnicas y trucos o te mueres. Lo que hace falta para ser un novelista de una cierta técnica lo aprendí yo entonces.
XL. ¿Qué es un buen escritor?
F.G.L. No se sabe. Lo que uno debe ser, más que buen escritor, es un escritor honrado. Para ello, lo último es pensar en el dinero. Que sea un acto de creación pura. Ése es un escritor. No el que escribe a tanto la pieza. Y te lo dice alguien que ha escrito, y mucho, a la pieza. Por eso sé de lo que hablo. Yo me consideraba un mercenario. Pero las novelas que escribía al margen, en las que sacaba lo que llevaba dentro, son las que me han hecho escritor.
XL. ¿A cuántos escritores honrados ha conocido en su vida?
F.G.L. Parto de la base de que todos los escritores lo son. Si no cómo vas a ponerte a escribir, siendo como es una de las profesiones más inciertas que hay. Cuesta mucho que te reconozcan. Siempre puede haber un iluso. Pero, para mí, el escritor es una persona inicialmente honrada.
XL. ¿Podría dar tres nombres a los que resulte indispensable leer (o releer)?
F.G.L. Sería injusto. Te diré que interesa leer a Tom Wolfe, aunque, por otro lado, también a Balzac, a Zola o a Victor Hugo. También a españoles como Pereda. Yo leo hasta los papeles del suelo.
XL. No pudo firmar con su nombre hasta la muerte de Franco.
F.G.L. Hasta el 77. Censura me dijo que no publicaría mientras el caudillo viviese. Y me dejó jodido porque intuía que no iba a morir nunca.
XL. Sin embargo, tengo entendido que guarda algún tipo de nostalgia por la Barcelona franquista. Explíquese.
F.G.L. No se lo puede llamar nostalgia. Lo definiría como solidaridad con el sufrimiento. Lo que tiene algo de comunión. Cosa que ya no encuentro en la Barcelona actual. Se ha perdido. En mi época, cualquier niño de la escalera podía ir a comer a casa de cualquier vecino. Ahora, no. El espíritu de ciudad que sufre unida se ha perdido.
XL. «La serie Cuéntame… está pasada por agua y le han añadido azúcar.» Lo ha dicho usted.
F.G.L. Así es. La serie es ficción y está bien. Pero el acoso de la Policía no aparece por ningún sitio. Ni las penas de muerte. Ni el miedo cerval. Ni los fusilamientos en el campo de la Bota o en Montjuïc. La muerte no aparece en esa serie.
XL. ¿Qué es la dignidad?
F.G.L. Hay una frase que me explicó cuando era niño un combatiente republicano: «Ser fiel a ti mismo». Eso es para mí la dignidad.
XL Semanal, 1025, semana del 17 al 23 de junio de 2007
Nació en Barcelona en 1927. Ganó el Planeta en el 84 con Crónica sentimental en rojo, aunque también se lo recuerda por Silver Kane, pseudónimo con el que firmó más de 400 novelas del Oeste. Acaba de publicar La ciudad sin tiempo (Destino), obra que firma como Enrique Moriel.
XLSemanal. Contaba usted 21 años cuando la censura le prohibió una novela por ser «pornógrafa, subversiva y roja».
Francisco G. Ledesma. [Carcajada] Cuando tu primera novela gana un prestigioso premio y viene a dártelo Somerset Maugham y te dice, además, que eres el mejor novelista joven de Europa, pues como que empiezas a creer que tu sueño se cumple. Luego llega Censura y te dice que no vas a publicarla de ningún modo y que vas a estar perseguido siempre y que no vas a poder firmar nada con tu nombre hasta el fin de la dictadura, pues como que la cosa se convierte en pesadilla y acabas recurriendo a Silver Kane para poder publicar, que era lo que realmente me importaba.
XL. Cuentan que el `nobelizado´ Camilo José Cela fue censor.
F.G.L. Pues sí. Y otro escritor que trabajó para la censura, en 1866, fue Gustavo Adolfo Bécquer. Pero, al contrario que Cela, dicen que se dedicaba a ‘prestar’ el sello a sus amigos escritores para que se censuraren ellos mismos. ¡Eso es un censor cojonudo!, ¿no? [ríe]. Todo lo contrario que Cela. Que también fue delator. Siempre me pareció un individuo difícil. No tenía pinta de ser un buen compañero.
XL. Sabrá que hoy Silver Kane, y usted por extensión, es para muchos un autor de culto.
F.G.L. Eso tengo entendido. Jodorowsky vino recientemente a Barcelona para conocerme y se confesó rendido fan. Sé que mis obras son buscadas como objeto, no de culto, pero sí de interés histórico.
XL. ¿Fue duro ser Silver Kane?
F.G.L. Mucho. Cuando estás obligado a escribir una o dos novelas por semana para poder comer, o aprendes rápido técnicas y trucos o te mueres. Lo que hace falta para ser un novelista de una cierta técnica lo aprendí yo entonces.
XL. ¿Qué es un buen escritor?
F.G.L. No se sabe. Lo que uno debe ser, más que buen escritor, es un escritor honrado. Para ello, lo último es pensar en el dinero. Que sea un acto de creación pura. Ése es un escritor. No el que escribe a tanto la pieza. Y te lo dice alguien que ha escrito, y mucho, a la pieza. Por eso sé de lo que hablo. Yo me consideraba un mercenario. Pero las novelas que escribía al margen, en las que sacaba lo que llevaba dentro, son las que me han hecho escritor.
XL. ¿A cuántos escritores honrados ha conocido en su vida?
F.G.L. Parto de la base de que todos los escritores lo son. Si no cómo vas a ponerte a escribir, siendo como es una de las profesiones más inciertas que hay. Cuesta mucho que te reconozcan. Siempre puede haber un iluso. Pero, para mí, el escritor es una persona inicialmente honrada.
XL. ¿Podría dar tres nombres a los que resulte indispensable leer (o releer)?
F.G.L. Sería injusto. Te diré que interesa leer a Tom Wolfe, aunque, por otro lado, también a Balzac, a Zola o a Victor Hugo. También a españoles como Pereda. Yo leo hasta los papeles del suelo.
XL. No pudo firmar con su nombre hasta la muerte de Franco.
F.G.L. Hasta el 77. Censura me dijo que no publicaría mientras el caudillo viviese. Y me dejó jodido porque intuía que no iba a morir nunca.
XL. Sin embargo, tengo entendido que guarda algún tipo de nostalgia por la Barcelona franquista. Explíquese.
F.G.L. No se lo puede llamar nostalgia. Lo definiría como solidaridad con el sufrimiento. Lo que tiene algo de comunión. Cosa que ya no encuentro en la Barcelona actual. Se ha perdido. En mi época, cualquier niño de la escalera podía ir a comer a casa de cualquier vecino. Ahora, no. El espíritu de ciudad que sufre unida se ha perdido.
XL. «La serie Cuéntame… está pasada por agua y le han añadido azúcar.» Lo ha dicho usted.
F.G.L. Así es. La serie es ficción y está bien. Pero el acoso de la Policía no aparece por ningún sitio. Ni las penas de muerte. Ni el miedo cerval. Ni los fusilamientos en el campo de la Bota o en Montjuïc. La muerte no aparece en esa serie.
XL. ¿Qué es la dignidad?
F.G.L. Hay una frase que me explicó cuando era niño un combatiente republicano: «Ser fiel a ti mismo». Eso es para mí la dignidad.
XL Semanal, 1025, semana del 17 al 23 de junio de 2007
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada