FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA ESCRITOR
Tomás Val
El autor de novelas del Oeste y de género policiaco firma como Enrique Muriel su obra 'La ciudad sin tiempo'
Para citar todas sus obras habría que escribir más de quinientos títulos. Y sería raro encontrar un español menor de treinta años que nunca haya leído nada de Francisco González Ledesma. Aunque 'Crónica sentimental en Rojo', que fue Premio Planeta en 1984; o 'El expediente Barcelona'; o 'Historia de Dios en una esquina'¸o 'Cinco mujeres y media', novelas todas ellas protagonizadas por el policía Méndez, le resulten desconocidas, a buen seguro que el nombre de Silver Kane le devuelve a los años de la adolescencia, de los pistoleros, de las novelas del Oeste. González Ledesma, Silver Kane y también Enrique Muriel, autor éste último de 'La Ciudad sin tiempo', son la misma persona y diferentes escritores.
Jamás pensé que un día llegaría a conocer a Silver Kane. Y, aprovechando que está aquí, me gustaría preguntarle qué fue de Keith Luger, Lou Carrigan.
-Todos eran amigos. Admiraba mucho a Keith Luger, era funcionario en el Ayuntamiento de Valencia. Tenía un gran problema: era un gran escritor, pero era muy jugador y siempre estaba sin dinero y pidiendo anticipos. Era una persona encantadora y un día, en plena calle, cuando iba a comprar un libro, tuvo un derrame cerebral y se murió. Una muerte honrosa. Clark Carrados era funcionario de prisiones, una buena persona. Cuando yo era abogado y tuve que defender a algún preso político, me ayudó en muchas ocasiones. Un buen tío que murió de viejo. Todos se han ido muriendo de viejos.
-¿Se conocían todos?
-Sí, todos. En parte porque yo era el abogado de Bruguera y los contratos los hacía yo.
-No guarda buen recuerdo de Bruguera.
-No. Era una editorial explotadora y, claro, el abogado era el látigo de la editorial; el que hacía que los autores trabajaran mucho, cobraran poco y no protestaran. Eran amigos míos y yo sufría aquel régimen de explotación. Así que llegó un momento en el que no aguanté más. No diré que llegué a despreciarme, pero no quería morirme de viejo sintiéndome un miserable.
-Y se convirtió en periodista. ¿Es más honrosa la vida del periodista que la del abogado?
-La vida del abogado es honrosa, pero cuando eres instrumento de una persona o entidad que no es honrada, sufres mucho. En cambio, la vida de periodista es pobre, pero mucho más divertida y, a mi entender, más honrada porque, en aquellos años del franquismo, tenías la sensación de que trabajabas por la libertad.
-Nació en 1927, hijo de un mozo de almacén y una costurera. Y estudió Derecho y Periodismo. Es usted un milagro de posguerra.
-Un milagro de mucha gente. De la única cosa que me puedo enorgullecer es de haber tenido mucho tesón. Mi vida comenzó en condiciones muy difíciles, pero eso le pasó a mucha gente de mi generación. No puedo presumir más que la mayoría.
-¿Y esa afición a los heterónimos, de dónde le viene?
-No, no. Cuando en Bruguera me dijeron que me buscara un seudónimo para escribir novelas del oeste, lo lógico es que fuera un nombre americano. No iba a firmar como González novelas que transcurrían en Colorado. Silver Kane sonaba bien. Y lo de Enrique Muriel se debe a que ya tengo muchas novelas de género negro publicadas, el editor me dijo que la gente iba a pensar que 'La ciudad sin tiempo' también era negra. Y como la novela es completamente distinta a lo que he hecho hasta ahora, decidimos jugárnosla, poner un nombre desconocido a ver cómo reacciona la gente.
-¿Y González no está celoso del éxito que ha obtenido Muriel?
-No, porque pedí dos cosas: que a los dos meses se dijera quién era el autor y que el pseudónimo fuera Enrique Muriel, un personaje de mi primera novela que no se pudo publicar por la censura. Muriel, para mí, es un nombre muy querido.
-Esa primera novela ganó un importante premio convocado por Janés en el año 1948; en el jurado estaba Somerset Maugham y nunca fue publicada en España.
-Maugham vino a entregarme el premio a Barcelona.
-¿Por qué nunca se publicó?
-La censura consideró que estaba escrita por un rojo, y era verdad. Pero la tacharon también de pornográfica y, después, al leerla otra vez, comprobé que era lo más romántico del mundo y que la gente no iba a aceptarla por excesivamente romántica. No me atreví a entregársela a ningún editor hasta que, hace un año, fue publicada en Francia.
-En Francia, González Ledesma tiene un gran prestigio.
-Es más fácil, la gente lee más, está al corriente de lo que sale, las novedades duran más Allí es más fácil tener un nombre.
-En 'La ciudad sin tiempo' hace un recorrido por la historia de Barcelona. ¿Qué tiene esa ciudad que tantos novelistas la convierten en protagonista?
-Barcelona tiene una cultura bilingüe, una cultura muy rica. También es una ciudad portuaria, con un barrio mítico, el Barrio Chino, que fue el más famoso de Europa. Y tiene una increíble historia revolucionaria; la cuna de todas las revoluciones españolas está en Barcelona.
-Esa Barcelona la ha recorrido muchas veces Méndez, su famoso detective. Pero esa ciudad ya apenas si existe.
-Se está destruyendo. En la última novela, Méndez se pierde en sus calles. Se está perdiendo por el urbanismo nuevo: desaparece el aspecto nauseabundo que tenía, pero también el aspecto humano. La gente de toda la vida está desapareciendo.
-¿La ha transformado el nacionalismo?
-No. Existe una corriente nacionalista muy fuerte, pero no afecta a la vida de la ciudad. Barcelona tiene la suficiente historia, riqueza cultural y libertad de pensamiento para que nada la pueda dominar.
-¿Ha querido escribir un 'best-seller' con esta novela?
-No quise hacer un 'best-seller' sino escribir una novela original que se leyese sin respirar.
El Norte de Castilla, 4 de junio de 2007
Tomás Val
El autor de novelas del Oeste y de género policiaco firma como Enrique Muriel su obra 'La ciudad sin tiempo'
Para citar todas sus obras habría que escribir más de quinientos títulos. Y sería raro encontrar un español menor de treinta años que nunca haya leído nada de Francisco González Ledesma. Aunque 'Crónica sentimental en Rojo', que fue Premio Planeta en 1984; o 'El expediente Barcelona'; o 'Historia de Dios en una esquina'¸o 'Cinco mujeres y media', novelas todas ellas protagonizadas por el policía Méndez, le resulten desconocidas, a buen seguro que el nombre de Silver Kane le devuelve a los años de la adolescencia, de los pistoleros, de las novelas del Oeste. González Ledesma, Silver Kane y también Enrique Muriel, autor éste último de 'La Ciudad sin tiempo', son la misma persona y diferentes escritores.
Jamás pensé que un día llegaría a conocer a Silver Kane. Y, aprovechando que está aquí, me gustaría preguntarle qué fue de Keith Luger, Lou Carrigan.
-Todos eran amigos. Admiraba mucho a Keith Luger, era funcionario en el Ayuntamiento de Valencia. Tenía un gran problema: era un gran escritor, pero era muy jugador y siempre estaba sin dinero y pidiendo anticipos. Era una persona encantadora y un día, en plena calle, cuando iba a comprar un libro, tuvo un derrame cerebral y se murió. Una muerte honrosa. Clark Carrados era funcionario de prisiones, una buena persona. Cuando yo era abogado y tuve que defender a algún preso político, me ayudó en muchas ocasiones. Un buen tío que murió de viejo. Todos se han ido muriendo de viejos.
-¿Se conocían todos?
-Sí, todos. En parte porque yo era el abogado de Bruguera y los contratos los hacía yo.
-No guarda buen recuerdo de Bruguera.
-No. Era una editorial explotadora y, claro, el abogado era el látigo de la editorial; el que hacía que los autores trabajaran mucho, cobraran poco y no protestaran. Eran amigos míos y yo sufría aquel régimen de explotación. Así que llegó un momento en el que no aguanté más. No diré que llegué a despreciarme, pero no quería morirme de viejo sintiéndome un miserable.
-Y se convirtió en periodista. ¿Es más honrosa la vida del periodista que la del abogado?
-La vida del abogado es honrosa, pero cuando eres instrumento de una persona o entidad que no es honrada, sufres mucho. En cambio, la vida de periodista es pobre, pero mucho más divertida y, a mi entender, más honrada porque, en aquellos años del franquismo, tenías la sensación de que trabajabas por la libertad.
-Nació en 1927, hijo de un mozo de almacén y una costurera. Y estudió Derecho y Periodismo. Es usted un milagro de posguerra.
-Un milagro de mucha gente. De la única cosa que me puedo enorgullecer es de haber tenido mucho tesón. Mi vida comenzó en condiciones muy difíciles, pero eso le pasó a mucha gente de mi generación. No puedo presumir más que la mayoría.
-¿Y esa afición a los heterónimos, de dónde le viene?
-No, no. Cuando en Bruguera me dijeron que me buscara un seudónimo para escribir novelas del oeste, lo lógico es que fuera un nombre americano. No iba a firmar como González novelas que transcurrían en Colorado. Silver Kane sonaba bien. Y lo de Enrique Muriel se debe a que ya tengo muchas novelas de género negro publicadas, el editor me dijo que la gente iba a pensar que 'La ciudad sin tiempo' también era negra. Y como la novela es completamente distinta a lo que he hecho hasta ahora, decidimos jugárnosla, poner un nombre desconocido a ver cómo reacciona la gente.
-¿Y González no está celoso del éxito que ha obtenido Muriel?
-No, porque pedí dos cosas: que a los dos meses se dijera quién era el autor y que el pseudónimo fuera Enrique Muriel, un personaje de mi primera novela que no se pudo publicar por la censura. Muriel, para mí, es un nombre muy querido.
-Esa primera novela ganó un importante premio convocado por Janés en el año 1948; en el jurado estaba Somerset Maugham y nunca fue publicada en España.
-Maugham vino a entregarme el premio a Barcelona.
-¿Por qué nunca se publicó?
-La censura consideró que estaba escrita por un rojo, y era verdad. Pero la tacharon también de pornográfica y, después, al leerla otra vez, comprobé que era lo más romántico del mundo y que la gente no iba a aceptarla por excesivamente romántica. No me atreví a entregársela a ningún editor hasta que, hace un año, fue publicada en Francia.
-En Francia, González Ledesma tiene un gran prestigio.
-Es más fácil, la gente lee más, está al corriente de lo que sale, las novedades duran más Allí es más fácil tener un nombre.
-En 'La ciudad sin tiempo' hace un recorrido por la historia de Barcelona. ¿Qué tiene esa ciudad que tantos novelistas la convierten en protagonista?
-Barcelona tiene una cultura bilingüe, una cultura muy rica. También es una ciudad portuaria, con un barrio mítico, el Barrio Chino, que fue el más famoso de Europa. Y tiene una increíble historia revolucionaria; la cuna de todas las revoluciones españolas está en Barcelona.
-Esa Barcelona la ha recorrido muchas veces Méndez, su famoso detective. Pero esa ciudad ya apenas si existe.
-Se está destruyendo. En la última novela, Méndez se pierde en sus calles. Se está perdiendo por el urbanismo nuevo: desaparece el aspecto nauseabundo que tenía, pero también el aspecto humano. La gente de toda la vida está desapareciendo.
-¿La ha transformado el nacionalismo?
-No. Existe una corriente nacionalista muy fuerte, pero no afecta a la vida de la ciudad. Barcelona tiene la suficiente historia, riqueza cultural y libertad de pensamiento para que nada la pueda dominar.
-¿Ha querido escribir un 'best-seller' con esta novela?
-No quise hacer un 'best-seller' sino escribir una novela original que se leyese sin respirar.
El Norte de Castilla, 4 de junio de 2007
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