28 de juny 2009

Barcelona, sin tiempo y sin Dios

Olga Imbaquingo, Corresponsal en Nueva York

Pobre Barcelona: es como Dios y también como el diablo; los tres sufren de la indescriptible enfermedad de la inmortalidad. Solo uno de ellos es el triunfador, los otros son perdedores, son los vencidos, los humillados.

Desde el puesto de avanzada de la costumbre aprendida siglo tras siglo, el lector apuesta a ciegas que el ganador es Dios. Pero “¿a los que triunfan los condenan, los torturan y los crucifican?, eso no se hace con los que ganan, sino con los que pierden”.

En ‘La ciudad sin tiempo’ de Enrique Moriel (Francisco González Ledesma, su nombre real) el gran triunfador es el diablo y “curiosamente, es más humano que Dios”. La propuesta narrativa, a momentos recargada de una diatriba teológica, utiliza a la ficción como el vehículo para cuestionar a la religión y a sus creadores, pero también aprovecha con maestría para llevar al lector a través del tiempo por Barcelona, la de la Inquisición, la de las guerras Carlistas, la de Franco… la rival de Madrid.

Un personaje casi gaseoso, con un rostro que no tiene tiempo, con una sonrisa de vida eterna, que es peor que la sonrisa de la muerte; Marta Vives, una joven obsesionada con el pasado de Barcelona, su arqueología y sus antepasados y un puñado de familias de estirpe catalana, son los personajes que el escritor inventa para replantear el debate sobre el bien y el mal.

Narrada en dos tiempos: el pasado comienza en la época donde los cementerios y los sótanos de la Inquisición hablaban más que las calles y los mercados; el presente, el misterioso asesinato de un representante de abolengo catalán. Y la ficción comienza a rodar.

El personaje de la sonrisa eterna es un vampiro, nacido en la Edad Media, en un prostíbulo fuera de muralla gótica de la ciudad. Es el hombre del rostro sin tiempo, venido más de allá de la muerte. Es el testigo de una interminable epopeya popular de una ciudad, cuyas ramblas descansan sobre otras Barcelonas antiguas y de osarios olvidados.

Él, que es el hijo del mal, se horroriza cuando a nombre de Dios se tortura, se mata y se arrebata la dignidad. Él, que es la esencia de la maldad, en sus múltiples vidas, hace de escribano, monaguillo, sepulturero, banquero, periodista y ayudante de verdugo que se remuerde al saber que es “un mal asunto ante la Inquisición demostrar que sabías más que ella”.

La propuesta de Moriel, uno de los mayores representantes de novela negra, es contemporánea. Derrama mucha tinta revisando el pasado y reconstruyendo las calles del ayer, pero ¿qué presente no se levanta sobre las ruinas del pasado? El mérito: todos los hechos históricos novelados son reales. Moriel llevaba 30 años macerando ‘La ciudad sin tiempo’, desde cuando escribía novelas que a los militares de Franco les ponían los pelos de punta.

De esa censura nace la idea de darle la voz narrativa a un vampiro, que nunca muere y que de tan viejo y sabio que es posee el cofre de los secretos que se ocultan debajo de la alfombra de los ricos y adentro de las sotanas de los curas.

Con él, el escritor hace lo que le da gana en su aventura literaria. Y como nunca muere conoce al maestro Antonio Gaudí, ya viejo y ermitaño intentando acabar el interminable templo de La Sagrada Familia. El vampiro, cuyo cuerpo no sabe de amores terrenales, ayuda a levantar la obra de Gaudí porque aunque es un perseguido nunca se va de Barcelona: ella es su novia y también es eterna.

El Comercio, 28 de junio de 2009

25 de juny 2009

Recuérdame al morir

Recuérdame al morir no és una novel·la sinó quatre.
Està escrita per Silver Kane i publicada per La Factoría de Ideas. El seu preu és d'uns 20 €.
Francisco González Ledesma era un jove escriptor que començava a tenir èxit. Va escriure Sombras Viejas i va guanyar el Premio Internacional de Novela el 1948. Però el règim franquista no va permetre que li donessin el premi. Llavors va haver d'inventar-se un alter ego, Silver Kane, amb el qual va escriure les novel·letes de butxaca de l'oest i detectius de Bruguera tan populars durant tota la dictadura.
Aquest conjunt de quatre novel·letes és un homenatge a l'autor i a tots els autors d'aquesta literatura, alguns dels quals van haver de reinventar-se perquè estaven perseguits.
Per fanàtics de les novel·les de Bruguera, aquelles que es compraven, però sobretot es canviaven als mercats dels diumenges.

De tot una mica, 25 de juny de 2009

4 de juny 2009

No hay que morir dos veces, Francisco González Ledesma

Planeta, Barcelona, 2009. 464 pp. 19.89 €

Gregorio León

Generalmente, en las novelas negras clásicas, aquellas que se atienen a los clichés aceptados o más bien exigidos por los lectores, encontramos tipos duros, malhechores, chicas que siempre traen desgracias irreparables y algún detective en el que podemos hallar el único rasgo de integridad . Así se concibió la mejor novela negra, la que parieron Hammett y Chandler, y así se sigue escribiendo. ¿No se han dado cuenta del descaro con el que Philip Kerr imita a Chandler? Una bendita imitación que agradecemos todos lo que estamos interesados en el III Reich y en sus escondidos secretos. Pero en la última aventura del inspector Méndez que nos ha regalado Francisco González Ledesma, encontramos un personaje que desborda bondad, entre otras cosas porque no ha conocido ni conocerá el mal. Una niña con síndrome de Down que lo da todo a cambio de una sonrisa, que sólo será capaz de ofrecerle una mujer atormentada que se llama Sandra, y que está deseando morir. Las mujeres, las mujeres. Siempre las mujeres. Como ocurre en casi todas las novelas de Francisco González Ledesma, son ellas los personajes más potentes, las que encienden la mecha de la trama.
Con el talento que sólo tienen las grandes maestros, González Ledesma nos va envolviendo, engañando, que a fin de cuentas de eso se trata cuando hablamos de ficción. Lo que parece la preparación de un asesinato realizado por encargo, lo que intuimos como un asunto de prostitución, la más sórdida, la que tiene como víctimas a los menores, se va ramificando hasta encontrarnos con un caso de terrorismo internacional. Y otra vez Méndez, el de los procedimientos poco ortodoxos, el que elige los peores menús, pero poseedor de una lucidez que está más allá de los métodos, de un corazón que no suele entrar en el pecho de los detectives que se nos aparecen en el camino de tantas lecturas. Es él el único que puede impedir la muerte de centenares de personas que disfrutan insensatamente los acordes de un vals ajenos a la tragedia que está a punto de producirse sobre la cubierta de un yate de recreo.
He leído, siempre con placer, otras novelas de González Ledesma. Aquí reseñé su exitosa Una novela de barrio, premio RBA. Pero me atrevo a decir que esta es incluso mejor, la más redonda, la que presenta más matices. Estoy con Lorenzo Silva. Dice en la faja que acompaña No hay que morir dos veces que esta novela es tierna en su ironía. Y esa es la palabra: ternura. Esa es la gran protagonista de esta novela. Obviamente, de género femenino.

La tormenta en un vaso, 4 de junio de 2009

2 de juny 2009

"Il Camilleri di Spagna" e la sua "novela negra"

Il più grande scrittore contemporaneo di romanzi criminali si chiama Francisco Gonzalez Ledesma, ha 82 anni e ha pubblicato il suo primo romanzo nel 1948: la guerra era appena finita e i giallisti oggi al vertice delle classifiche erano bambini o nemmeno nati! Ledesma è nato, cresciuto e invecchiato a Barcellona.
È senza ombra di dubbio il padre del noir di matrice sociale, quel genere letterario finalmente riscattato dalla marginalità e tra i pochi capaci oggi - insieme alla narrazione civile, al giornalismo divenuto romanzo- di raccontare un luogo, un popolo, un tempo.
Il suo primo romanzo, Vecchie ombre, fu premiato come il migliore del tempo da una giuria in cui sedeva Somerset Maugham, e Ledesma aveva allora appena 21 anni.
È stato censurato da Franco come "scrittore rosso e pornografo", ha pubblicato in Francia come facevano durante la dittatura gli scrittori perseguitati in Spagna, è stato avvocato e giornalista, è arrivato alla massima notorietà in patria insieme al gruppo di Vásquez Montalbán. Ha a lungo pubblicato i suoi romanzi sotto pseudonimo, è stato amato e letto sotto falso nome, sempre e comunque.
Maestro di scrittura, Ledesma è un virtuoso del sarcasmo, un acrobata dell'ironia disincantata. Il suo vecchio poliziotto, Méndez, naturalmente gli somiglia. Vive come un fiero superstite tra le strade di quartieri che non esistono più, trasformati dal benessere ad uso dei turisti, eppure ancora pulsanti, a saperli cercare negli angoli pieni di polvere.
Giano editore pubblica ora i suoi ultimi romanzi, a cominciare da Mistero di strada, e Storia di un Dio da marciapiede: romanzi che sono favolosi viaggi in una Barcellona che nessuna guida vi racconterà mai.

"Capisco, Méndez. Il suo mondo si sta spegnendo. I vecchi caffè di Barcellona in cui si proclamava la Repubblica e in cui lei vedeva finire le giornate hanno chiuso, molti a causa delle nuove norme igieniche. Il vecchio Raval non è più quello di una volta: hanno aperto un viale, hanno inaugurato negozi di prodotti dietetici, se ne sono andate le maîtresse e sono arrivati i dentisti. Non lo chiamano più nemmeno Barrio Chino. Il fatto è che il paese ha perso la serietà, amico Méndez. Le vecchie puttane che le raccontavano la vita sono morte, sono tornate a casa, si sono sposate in municipio con una collega o sono deputate in Parlamento".
da Mistero di strada, pag. 15

Questo ed altro a Furbo chi legge di giovedì 4 giugno !
RSI Rete Uno, "Furbo chi legge", 2 giugno 2009