29 d’abr. 2009

¿De dónde venimos...?

(...)

La vida son los amigos
El otro día le entrevistaban por la tele y a la pregunta de cómo le gustaría que le recordasen, Francisco González Ledesma, de 82 años, respondió: “querría que me recordasen por ser una persona con buenos amigos”. Periodista toda su vida hasta que lo jubilaron, siguió escribiendo novelas policíacas protagonizadas por el comisario Ricardo Méndez; ahora ha presentado la última “No hay que morir dos veces”. Estas personas no necesitan de un análisis intelectual para entender la vida ya que ésta viene explicada por su relación con los demás.En el curso de la entrevista comentó el caso de un amigo de profesión que estuvo a punto de palmarla y al que le preguntó ¿viste el túnel con la luz blanca? y ¿qué sentiste? A lo que el otro contestó: curiosidad. ¡¡¡Periodista hasta el final!!!

(...)

El planeta Syrinx, 29 de abril de 2009

'No hay que morir dos veces' de Paco González Ledesma (En Días Como Hoy)

El inspector Méndez vuelve con un nuevo caso en 'No hay que morir dos veces'. Su creador el veterano periodista Paco González Ledesma presenta el libro en el programa 'En Días Como Hoy' (29/04/09).




Radio Nacional de España / En días como hoy, 29 de abril de 2009

26 d’abr. 2009

Reflexió de González Ledesma

En aquesta ocasió us voldria recomanar la lectura d’aquest escrit: Papá, papá, mamá, mamá. El títol desperta una enorme curiositat i si procediu a la seva lectura descobrireu que es troba molt allunyat de les posicions políticament correctes però em sembla tremendament interessant i a més compta amb un valor afegit important. El seu missatge provoca que al nostre interior neixi una sensació que inequívocament evoca a la reflexió.
L’autor d’aquest escrit és una persona amb un reconegut prestigi dins el món literari, Francisco González Ledesma. A més, en clau estrictament local, González Ledesma es troba molt vinculat al Vendrell, concretament al barri marítim de Sant Salvador. Recordo que en una sessió plenària, concretament la del passat mes de gener, Esquerra Republicana va presentar una proposta de resolució sobre les actuacions relacionades a una millor integració i identificació amb la nostra ciutat. Un dels elements que es trobaven vinculats aquesta proposta era precisament retre un homenatge aquelles persones que han contribuït a la difusió en diverses esferes i nivells el nostre municipi, El Vendrell.
Concretament, Francisco González Ledesma va ocupar un lloc important dins el desenvolupament de la proposta perquè aquest escriptor fa molts anys que té una residència a la nostra vila i a més en moltes de les seves obres apareix el Vendrell com a escenari important.
Tot i aquesta realitat, hi ha una sèrie de regidors del consistori vendrellenc, concretament els quatre regidors de Plataforma per Catalunya que sense cap mena de pudor van votar en contra aquesta proposta i transcric literalment de l’acta de la sessió plenària l’argumentació que Teresa Montserrat va emprar per defensar el posicionament del seu grup: “hem fet una enquesta per aquí al Vendrell i ningú el coneixia (referint-se a González Ledesma) i jo, sense anar més lluny l’he tingut que anar a buscar a Internet que tampoc n’havia sentit mai parlar d’ell. Per tant, votarem que no”. Aquest comentari sembla més propi d’una tertúlia de bar abans que l’argumentació emprada per una regidora per defensar un posicionament sobre un punt de l’ordre del dia d’una sessió plenària.
Fa un parell de dies que vam acomiadar Sant Jordi, espero que aquells regidors que al·legaven el desconeixement d’aquest escriptor hagin tingut la més mínima curiositat per descobrir que amaguen les seves obres, concretament la seva darrera publicació, No hay que morir dos veces. En tot cas, en aquesta ocasió deixo al marge una extensa obra literària i centro la meva atenció vers un escrit prou interessant com és Papá, papá, mamá, mamá en el qual trobareu opinions, idees i missatges que es formulen sense pèls a la llengua.

El bloc de la Laia Gomis, 26 d'abril de 2009

19 d’abr. 2009

Francisco González Ledesma: "He pillado incongruencias a Stieg Larsson"

Premio Planeta, autor de 'No hay que morir dos veces

Alfonso Basallo

Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) es uno de los mejores cultivadores de la serie negra en España, junto con Lorenzo Silva o Vázquez Montalbán. Periodista y abogado antes que escritor, y autor de novelas del Oeste (con el pseudónimo de Silver Kane) antes que novelista policiaco, ganó el Premio Planeta en 1984 por Crónica sentimental en rojo. Ha creado un arquetipo de sabueso, el viejo policía Méndez, escéptico con sus jefes y comprensivo con los débiles. Vuelve con la novela No hay que morir dos veces (Planeta).
- Fue usted redactor jefe de La Vanguardia muchos años y antes reportero. ¿Qué le debe Ledesma escritor a Ledesma periodista?
- Tres cosas: en primer lugar, la capacidad de asimilar una noticia y que se entienda; en segundo lugar, la capacidad de construir diálogos reales, no retóricos; y en tercer lugar, el amor a la calle.
- Está claro que no es usted un escritor para escritores como decía Borges
- En absoluto: quiero escribir para el gran público. Y de cosas reales, que es lo que estoy haciendo desde que empecé a los 12 años: historias de mi barrio, el Poble Sec barcerlonés, en tiempos duros y sacrificados, llenos de inmigrantes castellanos en contacto con catalanes.
- Pero tendrá un referente literario...
- Sí. Me interesa mucho Simenon y sus novelas de Maigret, por su vertiente social, pero también Edgar Wallace o el francés Frédéric Dard, padre del comisario San Antonio. Aunque lo que más admiro es la gan novela francesa del XIX: Victor Hugo, Dumas, por su capacidad de abarcar la vida
- ¿Concilia usted el estajanovismo con la inspiración?
- Blasco Ibáñez decía que la inspiración no viene de la cabeza sino de las posaderas. Puede. Y yo he trabajado a destajo produciendo novelas sin parar en la editorial Bruguera o en Molino y puedo decir que es una escuela.
- Muchos lectores le conocen más por su pseudónimo de Silver Kane, autor de novelas del Oeste, que por haber ganado el premio Planeta.
- Así es. Durante años escribía dos novelas semanales de 80 folios cada una. Y sin repetir argumentos y personajes.
- ¿Y no acabó harto de saloons, tiroteos y vacas?
- No crea. Las novelas del Oeste tienen temas muy sugestivos como la dama del saloon, el héroe solitario, la corrupción de los poderosos...
- La corrupción es el motor de la novela negra.
- Es un leitmotiv. Y la serie negra es, a la vez, espejo de la corrupción.
- ¿Ingredientes imprescindibles de una buena novela policiaca?
- No hay recetas demasiado rígidas pero una buena fórmula es la suma de enigma más denuncia social más calle.
- ¿Y asesinos?
- Por supuesto debe haber malhechores... pero niguno debe ser del todo malo, ni el héroe debe ser del todo bueno. Como en la vida real.
- Su héroe, el viejo policía Méndez recuerda a Philip Marlowe, el personaje creado por Raymond Chandler.
- No me convence mucho Chandler, porque es demasiado cínico para mi gusto. Aunque más de uno ha dicho que Méndez recuerda a Marlowe. Pero mi personaje es la combinación de cuatro policías reales a los que conocí, como periodista y también como abogado.
- ¿Y no eran cínicos?
- Eran duros, escépticos y despistados. Uno de ellos era guardaespaldas del capitán general de Barcelona, durante el franquismo, y siempre se dejaba la pistola en casa. Pero también eran humanos, como Méndez que cree que todo delincuente tiene derecho a una segunda oportunidad.
- Ahora dominan la informática y pueden ser mujeres emancipadas como 'Lisbeth Salander', la heroína de Stieg Larsson.
- Me da una sana envidia Stieg Larsson, porque es un fenómeno en ventas. Aunque sea un éxito postumo. Y creo que tiene un gran instinto de novelista, con obras como La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina... aunque le he pillado incongruencias.
- ¿Cuáles?
- Que uno de los personajes sea muy rico y Hacienda no se dé cuenta. Son fallos de lógica que otro novelista pueda captar. Pero, con todo, el de Stieg Larsson es un notable trabajo y la suya, una obra magnífica.

La Nacion, 19 de abril de 2009

16 d’abr. 2009

Francisco González Ledesma: "Mi atmósfera es la de las calles tristes y las historias tiernas"

Miguel Pato y Ana Avellano (PD)-. Una mujer y una niña especial en un lugar olvidado de Barcelona. Una boda que acaba con un disparo y una muerte y un hombre al que le piden que vuelva a matar. Son tres historias de las calles tristes en las que se mueve el inspector Méndez. Un personaje creado hace 27 años por Francisco G. Ledesma que ahora se enfrente a un nuevo rompecabezas en “No hay que morir dos veces” (Ed. Planeta).
¿Cómo es la atmósfera en la que se mueven sus personajes?
Absolutamente realista. La atmósfera de las profesiones que he tenido. La atmósfera del inspector Méndez, donde vive la gente pobre, la de los lugares olvidados. La atmósfera de las calles tristes y las historias tiernas.
¿Cómo nacen sus historias?
Siempre de mi contacto con lo vivido. Yo soy incapaz de hilvanar un argumento. Cuando empiezo una novela no sé como va a terminar, no soy capaz de tener toda la trama en la cabeza.
Toda la vida entorno a mí, todas las personas que me rodean, lo que leo… Todo eso lo incorporo a ese pedazo de mi vida mientras escribo la novela. Esto hace que la novela sea (aunque suene a frase hecha) la vida misma.
Desde ha 27 años comparte su carrera literaria con este singular personaje del inspector Méndez. ¿Llega un momento, después de tanto tiempo, que el personaje adquiera autonomía propia?
Desde luego que tiene autonomía. Méndez hace lo que quiere. Muchos casos los resuelve él mismo lo que me da poco trabajo y los editores acabarán por no pagarme. Le acabarán pagando al propio Méndez.
¿Y como es Méndez?
Méndez cree en la ley de la calle no de los tribunales. Por eso nunca será ascendido a comisario. No deja de ser un rebelde con un gran sentido de la humanidad.


Periodista Digital, 16 de abril de 2009


"Quan deixen de recordar-te, has mort dues vegades"

El periodista i escriptor Francisco González Ledesma ha publicat el llibre "No hay que morir dos veces". Té la teoria que "no mors mentre deixes un record". És el soci periquito número 301, i sacrificaria l'èxit del llibre per tal que l'Espanyol es mantingués a Primera Divisió.


TV3 / El Club, 16 d'abril de 2009

Nueva novela del detective Méndez por sus 25 años

González Ledesma publica ‘No hay que morir dos veces’

Ana López Varela

Una boda con muerto, un asesino a sueldo que espía a su próxima víctima y una distinguida señora que recibe en su casa a tres individuos inquietantes. Tres misterios que confluyen en No hay que morir dos veces (Ed. Planeta).
La novela con la que Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), gurú de la novela policiaca española, celebra los 25 años de la creación de su personaje, el inspector Méndez. Un tipo "un poco cínico, pues en realidad la novela negra ha de serlo. Creo que nuestra sociedad también lo es y hay que sobrevivirla con buena fe".
Este libro, que ayer presentó en Madrid, podría ser de los últimos de la saga protagonizada por el policía catalán. "No lo jubilaré nunca, al igual que yo tampoco lo haré, pero reconozco que cada vez es más complicado trabajar con él. Durante años no encontré temas interesantes, dignos de Méndez, y rompí muchos proyectos de novela" explica este abogado reconvertido en periodista.

Una carrera de peso

Ganador del Premio Planeta en 1984 por Crónica sentimental en rojo -la primera aparición de Méndez-, González Ledesma recibió en 2005 el Premio Pepe Carvalho en reconocimiento a toda su trayectoria.

UN POLICÍA ATÍPICO

'No hay que morir dos veces'
F. González Ledesma
Ed. Planeta

Todo el cuerpo espera que le llegue la jubilación. Mientras, tratará de resolver una intriga con las pasiones de siempre (venganza, lujuria y ambición) y trazas de terrorismo islámico.

ADN, 16 de abril de 2009

15 d’abr. 2009

In uscita il libro di Francisco Gonzalez Ledesma "Storia di un Dio da marciapiede"

Una novità della Casa Editrice Giano

Il libro

Méndez è un poliziotto che ama ancora fare servizio in strada e passare le notti nei quartieri malfamati di Barcellona, dove soltanto i cani possono tenergli compagnia. E, anche se è una vecchia carogna ormai, i cani randagi, coi loro occhi umidi e imploranti nella notte, lo commuovono ancora. Non è strano, perciò, che si sia avventurato oggi dalle parti del Cimitero Nuovo di Barcellona per una missione che nessuno gli ha ordinato: trovare e soccorrere un cucciolo che si è smarrito da quando, in ottemperanza alle ordinanze del Comune e a tutte quelle cose che sanno di peto di segretario, al canile municipale hanno deciso di ammazzare la madre, una cagnolina coraggiosa e intraprendente. Dei ragazzi gli hanno detto che il cucciolo si è perso in una specie di magazzino con le pareti sul punto di crollare, e Méndez si è spinto fin lì, in mezzo ai calcinacci, nel buio più pesto e col miagolio dei gatti a mo’ di colonna sonora. Nel magazzino cade e inciampa più volte, bestemmia e maledice i ragazzi e persino la cagna che ha messo al mondo il cucciolo, poi urta col piede un muretto e precipita in una specie di buca dove resta a gambe larghe, senza alcun decoro.
Insieme alla sgradevole sensazione di aver perso ogni dignità, Méndez ne ha un’altra piú grave e pressante, quella di toccare una specie di animale morto. Con gesti precipitosi tira fuori il suo accendino e un chiarore rosato si diffonde sul fondo della buca, dove brillano due cose: un braccialetto di metallo e gli occhi spaventati del cucciolo. Poi la fiammella rischiara un polso e, infine, un volto femminile dagli occhi opachi. L’ispettore si accorge solo allora di avere al suo fianco una morta: il cadavere di una bambina. Méndez non è che l’ultimo commissario di quartiere di Barcellona. L’uomo delle pensioni da due soldi, dei negozi di preservativi, dei portoni pieni di siringhe che puzzano di piscio, dei marciapiedi con le gatte in calore. Davanti agli occhi di quella bambina, però, occhi in cui sembra sia entrato il cielo, comprende subito che nessuno gli toglierà il caso, nessuno lo costringerà questa volta in un angolo.
Romanzo in cui un vecchio ispettore, per il quale il cinismo è una virtù cardinale, una regola di vita intangibile, scopre l’evidenza di ciò che sospettava da tempo: che il mondo, cioè, è ormai insensibile al male e la virtù è solo un pallido ricordo del passato, Storia di un dio da marciapiede è una splendida conferma del talento di Francisco González Ledesma, «uno dei grandi padri del noir spagnolo» (El Pais).

NonSoloCinema, 15 aprile 2009

14 d’abr. 2009

«Nadie muere del todo mientras alguien te recuerda»

El maestro indiscutible de la novela negra española celebra los 25 años de la creación de su personaje, el inspector Méndez, con una nueva entrega que presenta a los lectores.

Francisco González Ledesma maestro indiscutible de la novela negra española, celebra los 25 años de la creación de su personaje, el inspector Méndez, perro viejo de la policía barcelonesa. Una boda con muerto, un asesino a sueldo que espía a su próxima víctima y una distinguida señora que recibe en su casa a tres individuos inquietantes, son los tres misterios que se cruzan en el camino del Méndez de la vieja escuela: comprensivo con los débiles y de espíritu justiciero. El autor presenta la obra y responde a las preguntas de los lectores.

ABC, 14 de abril de 2009

Francisco González Ledesma

Presenta su nueva novela: «No hay que morir dos veces»

Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), maestro indiscutible de la novela negra española, celebra los 25 años de la creación de su personaje, el inspector Méndez, perro viejo de la policía barcelonesa. Una boda con muerto, un asesino a sueldo que espía a su próxima víctima y una distinguida señora que recibe en su casa a tres individuos inquietantes, son los tres misterios que se cruzan en el camino del Méndez de la vieja escuela: comprensivo con los débiles y de espíritu justiciero. El autor presenta la obra y responde a las preguntas de los lectores.

González Ledesma es uno de los nombres imprescindibles cuando hablamos de novela criminal. En 1984 recibió el Premio Planeta por «Crónica sentimental en rojo». Firmó numerosas novelas del Oeste con el seudónimo Silver Kane. El franquismo prohibió sus primeras obras: «Sombras viejas» y «Los Napoleones».

También es autor de «Expediente Barcelona» y «Las calles de nuestros padres», donde adquiere pleno protagonismo el desengañado policía Méndez, hijo de los barrios bajos y conocedor impío de los altos. El regreso de Méndez en «El pecado o algo parecido» (2002) fue aplaudido por la crítica y logró el Premio Dashiell Hammett; «Cinco mujeres y media» (2005) se publicó con gran éxito; «Una novela de barrio» (2007) obtuvo el Premio Internacional de Novela Negra RBA.

En dos ocasiones recibió en Francia el Premio Mystère a la mejor novela extranjera. El Premio Pepe Carvalho 2005 le fue otorgado en reconocimiento a toda su trayectoria. También con el seudónimo Enrique Moriel ha firmado «La ciudad sin tiempo» y «El candidato de Dios».

Francisco González Ledesma (Despedida)
Siento no haber tenido más tiempo para responderos a todos pero os manifiesto mi admiración por vuestro interés y por vuestra paciencia. Milagrosamente no se ha estropeado el ordenador estando yo delante, de modo que podéis atreveros a preguntarme alguna otra vez.
¿Qué recuerda de Manuel Vázquez Montalbán? ¿Qué obra suya recomendaría? Ánimo (Valentína)
Con Manuel éramos compañeros de periodismo de novela y compañeros de la izquierda, es decir, personas que pensaban o que soñaban en otra España. De todos modos, éramos muy distintos como personas y por eso me emocionó el recibir el Premio Pepe Carvalho, que era un premio a mi memoria más entrañable.
¿Qué sorpresas le depararán de nuevo a nuestro querido inspector? ¿qué nos vamos a encontrar en esta entrega? Lucas (Lucas)
En mi última novela se concentran todo lo que he sentido como problemas de mi país mientras lo estaba escribiendo. Son cosas que he visto cada día y que hoy se siguen discutiendo, por ejemplo la pederastia, el acoso sexual en el trabajo, el problema del aborto en una mujer que ama y la posibilidad de un terrrible atentado terrorista. Toda persona sabe que eso pasa cada día y que son grandes preocupaciones nacionales y sentimentales. Por eso la novela tiene varios temas a la vez, es muy sincera y me ha costado muchísimo trabajo. Te diría que la tesis principal es que nadie muere del todo mientras alguien te recuerda y por eso los protagonistas buscan la pequeña inmortalidad del corazón.
Me encantaba la voz femenina de Silver Kane, esos personajes que usted creaba me parecen grandes mujeres, ¿en qué se inspiraba? (Héctor)
En realidad reconozco que se muy poco de mujeres y no puedo enseñar nada sobre ellas, pero ellas me han enseñado mucho con su sabiduría y su instinto. Creo que con las mujeres descubrimos verdades cada día, por lo tanto no es extraño que en las heroínas del oeste yo pusiese auténtico cariño y amor.
¿Qué fue de Silver Kane? Es necesario cambiar de identidad para poder abordar una temática tan distinta a la hora de escribir? Gracias (Pablo Rojas, Bilbao)
No, Silver Kane nació como una oportunidad que me dio un editor siendo yo muy joven. No podía escribir con mi nombre porque nadie hubiese dado crédito entonces de que yo hubiese estado en el oeste.
¿Qué tiene el salvaje oeste para inspirarle de esa manera? Fue un desfogue de juventud? (Edu, Málaga)
Cuando a causa de la censura, que no me permitía publicar novelas más importantes, el hambre me obligó a escribir novelas del oeste, no perdí el tiempo porque cada novela me enseñaba alguna cosa y porque el oeste era un mundo nuevo que me permitía soñar.
Superó una gran censura durante el franquismo y ahí sigue, en pie y con su mismo estilo de siempre. ¿qué fue lo más duro de aquella época? ¿le quita a uno las ganas de seguir o le da en cambio más fuerza? (Leire)
La censura, como mucha gente sabe, me quitó la primera oportunidad de mi vida, que fue el Premio Internacional de Novela y que vino a entregarme el propio Somerset Maugham cuando yo tenía 21 años. Consideraron que se notaba que yo era rojo, cosa en la que cual tenían un poco de razón porque hablaba de los bajos barrios de Barcelona y de su lucha por el trabajo y la libertad. Consideraron también que yo era pornógrafo porque un protagonista le tocaba la rodilla a su novia. Da risa pero la censura era eso, no me quitaron las ganas de escribir sino al contrario, escribía por las noches sin ninguna esperanza y pensaba que eso era lo único que podía dignificar mi vida.
Buenas tardes, señor Ledesma, el que debe primar la Ley de la Calle, ¿es una idea romántica o cree que es posible y necesario? Gracias por contestar (Manuel Tirado)
La ley de la calle no puede primar nunca sobre la ley oficial, y eso te lo digo yo que he trabajado tantos años de abogado. Pero el periodismo me ha enseñado que en las calles hay una verdad, un sentido común y unas realidades que las leyes políticas raramente contemplan. Puede haber mucha más razón en la mirada de una persona desvalida que en todos los discursos de los ministros.
¿Qué cree que le debe al inspector Méndez en su carrera? Un abrazo fuerte, eres un gran escritor (Lere, Toledo)
Méndez es un gran amigo mío que como seguramente sabes fue ideado a partir de cuatro policías reales que yo he conocido, osea que puede ser un personaje de carne y hueso y en cierto modo lo es. Digo que es amigo mío porque los dos conocemos muy bien las mismas calles, las hemos sufrido y comprendemos muy bien a la gente que vive en ellas. No en vano, yo soy hijo de esas calles, pero Méndez no me ha detenido nunca.
Usted es Premio Internacional de Novela Negra y muchos críticos consideran que usted es el Rey del género, ¿cómo lo ve usted? Gracias y suerte con su último libro (Ana, Valencia)
Ante todo, agradezco que me desees suerte porque todo escritor lo necesita más de lo que piensa. No soy el rey de la novela negra, aunque si quieres decir que soy el más viejo, has acertado. Pero si es esto último, no vuelvas a llamarme nunca más.
¿Cómo definiría la evolución de su personaje a lo largo de estos 25 años? Un saludo (Kiko)
La ventaja que tiene Méndez es que es fiel a sí mismo y a sus gentes, de modo que ha cambiado poco. Desconfíe usted amigo mío de la gente que cambia cada semana o cada elección, Méndez sigue creyendo en la bondad humana, en la necesidad de protección de la mujer y en la buena fe de los niños. Nunca ha perdonado un delito contra las personas desvalidas y nunca lo perdonará. Esto hace que muchas veces actúe un poco al margen de la ley, empezando por su Colt 45, que no es reglamentario.
¿Qué pasa entre Méndez y el comisario? Yo creo que en el fondo se aprecian mutuamente más allá de lo profesional si cabe, una preciosa amistad entre un sibarita y un inspector con un corazón de oro. Extraño pero bello. (Juanandrés)
En realidad Méndez y el comisario se necesitan pero no creen uno en el otro, razón suficiente para que sean buenos amigos. Méndez no cree en la policía oficial ni en las leyes de los tribunales, sino en las leyes de la calle, y por eso el comisario prefiere tenerlo en su despacho el menor tiempo posible. Al igual que él, los compañeros de Méndez quieren que se jubile aunque sea pagando ellos la jubilación y sueñan con que se retire y darle una cena de homenaje, eso sí, no dejando que Méndez escoja ni el menú ni el sitio.
¿Tendremos al inspector Méndez en estado puro de nuevo? No puedo perdérmelo. Un afectuoso saludo de un lector. (Javier Ericendi)
La novela «No hay que morir dos veces» es precisamente Méndez en estado puro y la que he empezado a escribir me lleva de fracaso en fracaso porque hasta ahora no he hecho más que romper páginas. Con una novela de Méndez sufro mucho, a pesar de que los dos conocemos demasiado bien las calles de Barcelona. Seguiré con Méndez, si no se me muere antes envenenado después de comer.
No pregunto, querido Francisco, solamente te felicito tras tantos años (desde La Vanguardia)sin vernos.Te sigo y te leo y me enorgullece haber sido tu amigo. Un abrazo (Manuel María Meseguer)
Muchas gracias, he estimado mucho tus palabras y me han llenado de nostalgia. Ojalá pudiera darte un abrazo en persona.
¿Qué debe de tener una buena novela negra? (Núr)
Una buena novela negra, desde mi punto de vista ignorante, porque siempre estoy lleno de dudas, creo que debe tener, ante todo, un enigma que resolver y por el cual el lector se sienta interesado. Un problema sentimental que llegue al corazón de los personajes y un análisis social que generalmente va en contra del poder establecido. La llamada novela negra es precisamente un género de análisis y de descripción de la sociedad que no coincide con la novela policíaca clásica tipo Patricia Highsmith.
Francisco González Ledesma (Bienvenida)
Amigos míos, os agradezco dos cosas, vuestra atención y vuestra temeridad porque yo estropeo todos los ordenadores y no estoy seguro de que podamos estar en contacto. Ante todo que conste mi gratitud.

El Correo Digital, 14 de abril de 2009

González Ledesma rescata al inspector Méndez quizás por última vez

E.V.

Vuelve el inspector Méndez. El más famoso de los personajes creados por el maestro de la novela criminal Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) se echa de nuevo a las calles de la capital catalana para combatir el delito, siempre fiel a su peculiar estilo. Con esta nueva entrega, «No hay que morir dos veces» (Planeta), Ledesma celebra los 25 años de la aparición de este protagonista y se embarca en una trama en la que se entrecruzan tres misterios con los ingredientes de la delincuencia más actual, desde el terrorismo internacional hasta la pederastia o el acoso sexual.Generoso con el ladrón de poca monta e implacable con los violadores, cínico e ingobernable, habitual de los bajos fondos y extraño en los despachos de los jefes, Méndez tiene muchas cuentas pendientes por saldar («sus compañeros se ofrecen para pagarle la jubilación o, en su defecto, la lápida», recuerda Ledesma), pero no será el autor quien se las ajuste. «No le jubilaré nunca –afirma–, pero tengo claro que el día que yo ya no pueda escribir dignamente le dejaré morir en un rincón. De hecho, es posible que ésta sea la última novela, porque ya soy un viejecito venerable y cada vez que me pongo a escribir tiro a la basura más páginas, y eso no es buena señal».Ledesma ha sido escritor, con seudónimo, de novelas del Oeste, que le sirvieron para comer. Ha sido, también, abogado, una profesión de la que se hartó a tiempo, pero que le ha dado argumentos para sus tramas. Y ha sido, sobre todo, periodista, su mayor orgullo. El cóctel, aderezado con muchos paseos callejeros por las madrugadas de Barcelona, le sirve para seguir alimentando a su personaje: «Esta sociedad sigue siendo muy cínica. Por eso sigue necesitando a un cínico como Méndez».

La Razón, 14 de abril de 2009

Las apariencias engañan

NO HAY QUE MORIR DOS VECES (Francisco González Méndez, Novela)

Patrizia Tenorio.

Francisco González Ledesma nos trae de nuevo al inspector Méndez. No hay que morir dos veces es su última novela policíaca y de espionaje que añade a su lista de obras y en la que el inspector participa.

La novela se desarrolla en el corazón de las calles más transitadas de Barcelona, desde el Poblenou a Vallvidrera y desde la calle Nou de la Rambla (donde nace el escritor) hasta las mismísimas entrañas del barrio del Raval.

Ya desde el principio de la novela nos plantea una serie de casos que a priori no parecen tener nada que ver: una niña que recibe demasiadas visitas en su casa en la que vive sola, un hombre que acepta el planteamiento de volver a matar a alguien y una novia en plena boda con pistola en mano que dispara a su prometido.

A lo largo de la obra, en las calles de la Ciudad Condal se van a ir descubriendo las pistas que harán que puedan estar relacionados, los al parecer, tan diferentes casos de crimen.

En la novela se reúnen a un tipo de personajes que "no quieren morir del todo" y que reflejan de alguna forma la vida que se da en Barcelona. Y aunque no lo parezca, en la cara oculta de la obra de Ledesma se tratan una serie de temas que actualmente tenemos en nuestro día a día, como el terrorismo, el aborto, el acoso sexual y la pederastia.

El autor, en la presentación de su libro el pasado 3 de abril, aseguró que es "una novela de la que se podrían sacar cuatro", ya que con tan sólo la historia de los propios personajes llenarían una novela entera por separado.

Francisco González Ledesma (Barcelona 1927) es uno de los mejores escritores de novela criminal. En 1984 recibió el Premio Planeta por su obra Crónica Sentimental en rojo y en 2005 fue premiado con el premio Pepe Carvalho a toda su trayectoria.

No hay que morir dos veces
Autor: Francisco González Méndez
Editorial: Planeta
Género: Novela
Páginas: 468 páginas
Precio: 19,90 euros

La Semana, 6-12 de abril de 2009

"No hay que morir dos veces", nueva obra de González Ledesma

El inspectos Méndez, personaje creado por Francisco González Ledesma, cumple 25 años con una nueva novela, "No hay que morir dos veces" que ha sido presentada hoy.

Público, 14 de abril de 2009

Francisco González Ledesma

Presenta su nueva novela: No hay que morir dos veces

Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), maestro indiscutible de la novela negra española, celebra los 25 años de la creación de su personaje, el inspector Méndez, perro viejo de la policía barcelonesa. Una boda con muerto, un asesino a sueldo que espía a su próxima víctima y una distinguida señora que recibe en su casa a tres individuos inquietantes, son los tres misterios que se cruzan en el camino del Méndez de la vieja escuela: comprensivo con los débiles y de espíritu justiciero. El autor presenta la obra y responde a las preguntas de los lectores.
González Ledesma es uno de los nombres imprescindibles cuando hablamos de novela criminal. En 1984 recibió el Premio Planeta por «Crónica sentimental en rojo». Firmó numerosas novelas del Oeste con el seudónimo Silver Kane. El franquismo prohibió sus primeras obras: «Sombras viejas» y «Los Napoleones».
También es autor de «Expediente Barcelona» y «Las calles de nuestros padres», donde adquiere pleno protagonismo el desengañado policía Méndez, hijo de los barrios bajos y conocedor impío de los altos. El regreso de Méndez en «El pecado o algo parecido» (2002) fue aplaudido por la crítica y logró el Premio Dashiel Hammet; «Cinco mujeres y media» (2005) se publicó con gran éxito; «Una novela de barrio» (2007) obtuvo el Premio Internacional de Novela Negra RBA.
En dos ocasiones recibió en Francia el Premio Mystère a la mejor novela extranjera. El Premio Pepe Carvalho 2005 le fue otorgado en reconocimiento a toda su trayectoria. También con el seudónimo Enrique Moriel ha firmado «La ciudad sin tiempo» y «El candidato de Dios».
Francisco González Ledesma (Bienvenida)
Amigos míos, os agradezco dos cosas, vuestra atención y vuestra temeridad porque yo estropeo todos los ordenadores y no estoy seguro de que podamos estar en contacto. Ante todo que conste mi gratitud.
¿Qué debe de tener una buena novela negra? (Núr)
Una buena novela negra, desde mi punto de vista ignorante, porque siempre estoy lleno de dudas, creo que debe tener, ante todo, un enigma que resolver y por el cual el lector se sienta interesado. Un problema sentimental que llegue al corazón de los personajes y un análisis social que generalmente va en contra del poder establecido. La llamada novela negra es precisamente un género de análisis y de descripción de la sociedad que no coincide con la novela policíaca clásica tipo Patricia Highsmith.
No pregunto, querido Francisco, solamente te felicito tras tantos años (desde La Vanguardia) sin vernos.Te sigo y te leo y me enorgullece haber sido tu amigo. Un abrazo (Manuel María Meseguer)
Muchas gracias, he estimado mucho tus palabras y me han llenado de nostalgia. Ojalá pudiera darte un abrazo en persona.
¿Tendremos al inspector Méndez en estado puro de nuevo? No puedo perdérmelo. Un afectuoso saludo de un lector. (Javier Ericendi)
La novela «No hay que morir dos veces» es precisamente Méndez en estado puro y la que he empezado a escribir me lleva de fracaso en fracaso porque hasta ahora no he hecho más que romper páginas. Con una novela de Méndez sufro mucho, a pesar de que los dos conocemos demasiado bien las calles de Barcelona. Seguiré con Méndez, si no se me muere antes envenenado después de comer
Qué pasa entre Méndez y el comisario? Yo creo que en el fondo se aprecian mutuamente más allá de lo profesional si cabe, una preciosa amistad entre un sibarita y un inspector con un corazón de oro. Extraño pero bello. (Juanandrés)
En realidad Méndez y el comisario se necesitan pero no creen uno en el otro, razón suficiente para que sean buenos amigos. Méndez no cree en la policía oficial ni en las leyes de los tribunales, sino en las leyes de la calle, y por eso el comisario prefiere tenerlo en su despacho el menor tiempo posible. Al igual que él, los compañeros de Méndez quieren que se jubile aunque sea pagando ellos la jubilación y sueñan con que se retire y darle una cena de homenaje, eso sí, no dejando que Méndez escoja ni el menú ni el.
¿Cómo definiría la evolución de su personaje a lo largo de estos 25 años? Un saludo (Kiko)
La ventaja que tiene Méndez es que es fiel a sí mismo y a sus gentes, de modo que ha cambiado poco. Desconfíe usted amigo mío de la gente que cambia cada semana o cada elección, Méndez sigue creyendo en la bondad humana, en la necesidad de protección de la mujer y en la buena fe de los niños. Nunca ha perdonado un delito contra las personas desvalidas y nunca lo perdonará. Esto hace que muchas veces actúe un poco al margen de la ley, empezando por su Colt 45, que no es reglamentario.
Usted es Premio Internacional de Novela Negra y muchos críticos consideran que usted es el Rey del género, ¿cómo lo ve usted? Gracias y suerte con su último libro (Ana, Valencia)
Ante todo, agradezco que me desees suerte porque todo escritor lo necesita más de lo que piensa. No soy el rey de la novela negra, aunque si quieres decir que soy el más viejo, has acertado. Pero si es esto último, no vuelvas a llamarme nunca más.
¿Qué cree que le debe al inspector Méndez en su carrera? Un abrazo fuerte, eres un gran escritor (Lere, Toledo)
Méndez es un gran amigo mío que como seguramente sabes fue ideado a partir de cuatro policías reales que yo he conocido, osea que puede ser un personaje de carne y hueso y en cierto modo lo es. Digo que es amigo mío porque los dos conocemos muy bien las mismas calles, las hemos sufrido y comprendemos muy bien a la gente que vive en ellas. No en vano, yo soy hijo de esas calles, pero Méndez no me ha detenido nunca.
Buenas tardes, señor Ledesma, el que debe primar la Ley de la Calle, ¿es una idea romántica o cree que es posible y necesario? Gracias por contestar (Manuel Tirado)
La ley de la calle no puede primar nunca sobre la ley oficial, y eso te lo digo yo que he trabajado tantos años de abogado. Pero el periodismo me ha enseñado que en las calles hay una verdad, un sentido común y unas realidades que las leyes políticas raramente contemplan. Puede haber mucha más razón en la mirada de una persona desvalida que en todos los discursos de los ministros.
Superó una gran censura durante el franquismo y ahí sigue, en pie y con su mismo estilo de siempre. ¿qué fue lo más duro de aquella época? ¿le quita a uno las ganas de seguir o le da en cambio más fuerza? (Leire)
La censura, como mucha gente sabe, me quitó la primera oportunidad de mi vida, que fue el Premio Internacional de Novela y que vino a entregarme el propio Somerset Maugham cuando yo tenía 21 años. Consideraron que se notaba que yo era rojo, cosa en la que cual tenían un poco de razón porque hablaba de los bajos barrios de Barcelona y de su lucha por el trabajo y la libertad. Consideraron también que yo era pornógrafo porque un protagonista le tocaba la rodilla a su novia. Da risa pero la censura era eso, no me quitaron las ganas de escribir sino al contrario, escribía por las noches sin ninguna esperanza y pensaba que eso era lo único que podía dignificar mi vida.
¿Qué tiene el salvaje oeste para inspirarle de esa manera? Fue un desfogue de juventud? (Edu, Málaga)
Cuando a causa de la censura, que no me permitía publicar novelas más importantes, el hambre me obligó a escribir novelas del oeste, no perdí el tiempo porque cada novela me enseñaba alguna cosa y porque el oeste era un mundo nuevo que me permitía soñar.
¿Qué fue de Silver Kane? Es necesario cambiar de identidad para poder abordar una temática tan distinta a la hora de escribir? Gracias (Pablo Rojas, Bilbao)
No, Silver Kane nació como una oportunidad que me dio un editor siendo yo muy joven. No podía escribir con mi nombre porque nadie hubiese dado crédito entonces de que yo hubiese estado en el oeste.
Me encantaba la voz femenina de Silver KAne, esos personajes que usted creaba me parecen grandes mujeres, ¿en qué se inspiraba? (Héctor)
En realidad reconozco que se muy poco de mujeres y no puedo enseñar nada sobre ellas, pero ellas me han enseñado mucho con su sabiduría y su instinto. Creo que con las mujeres descubrimos verdades cada día, por lo tanto no es extraño que en las heroínas del oeste yo pusiese auténtico cariño y amor.
¿Qué sorpresas le depararán de nuevo a nuestro querido inspector? ¿qué nos vamos a encontrar en esta entrega? Lucas (Lucas)
En mi última novela se concentran todo lo que he sentido como problemas de mi país mientras lo estaba escribiendo. Son cosas que he visto cada día y que hoy se siguen discutiendo, por ejemplo la pederastia, el acoso sexual en el trabajo, el problema del aborto en una mujer que ama y la posibilidad de un terrrible atentado terrorista. Toda persona sabe que eso pasa cada día y que son grandes preocupaciones nacionales y sentimentales. Por eso la novela tiene varios temas a la vez, es muy sincera y me ha costado muchísimo trabajo. Te diría que la tesis principal es que nadie muere del todo mientras alguien te recuerda y por eso los protagonistas buscan la pequeña inmortalidad del corazón.
¿Qué recuerda de Manuel Vázquez Montalbán? ¿Qué obra suya recomendaría? Ánimo (Valentína)
Con Manuel éramos compañeros de periodismo de novela y compañeros de la izquierda, es decir, personas que pensaban o que soñaban en otra España. De todos modos, éramos muy distintos como personas y por eso me emocionó el recibir el Premio Pepe Carvalho, que era un premio a mi memoria más entrañable.
Francisco González Ledesma (Despedida)
Siento no haber tenido más tiempo para responderos a todos pero os manifiesto mi admiración por vuestro interés y por vuestra paciencia. Milagrosamente no se ha estropeado el ordenador estando yo delante, de modo que podéis atreveros a preguntarme alguna otra vez.

La Verdad, 14 de abril de 2009

10 d’abr. 2009

El 'deseo' de María Rovira (El Ojo Crítico)

La coreógrafa María Rovira toma al deseo como punto de partida de su nuevo espectáculo, 'Désir', inspirado en el libro 'Las arquitecturas del deseo', de José Antonio Marina. Rovira y su compañía Trànsit Dansa proponen una exploración del deseo más positivo, como recurso humano para imaginar una felicidad superior, en un espectáculo que se representará en una sola función en el Sant Andreu Teatre de Barcelona dentro del festival Dansat. Maria Rovira viene a 'El Ojo Crítico' a hablarnos de su montaje y de la realidad de la danza contemporánea actual. También contamos con nuestro Taller de Relato, que nos enseña como abordar la escritura de un relato policíaco, el género que Francisco González Ledesma lleva cultivando 25 años. Los ha celebrado y hablamos de ello, de la misma manera que presentamos 'La casa de los siete pecados', primer premio Caja Granada de novela histórica y última novela de Mari Pau Domínguez.




RNE / El Ojo Crítico, 10 de abril de 2009

7 d’abr. 2009

El inspector Méndez

Hace ya veinticinco años que el inspector Méndez se pasea por las calles de Barcelona, utilizando su instinto para resolver casos. Mientras tanto, ha ido acumulando problemas en el trabajo por su carácter poco diplomático y menos protocolario y, a lo largo de ocho novelas (o siete, si no contamos su breve aparición en Expediente Barcelona), se ha convertido en uno de los personajes fundamentales de la literatura negra en castellano, con la ciudad de Barcelona como centro y fondo. Su palmarés es impresionante, nada menos que un Premio Planeta por Crónica sentimental en rojo, en 1984, un Premio Hammett por El pecado o algo parecido en 2002 y el Premio Internacional de Novela Negra RBA por Una historia de barrio, en 2007.
Para celebrar estos 25 años se publica una nueva historia de con Méndez como protagonista, No hay que morir dos veces, y la editorial Planeta ha pensado una curiosa forma de promoción, nada más y nada menos que una
entrevista al inspector Méndez por parte de su creador, Francisco González Ledesma, probablemente el autor que más ha hecho junto a Vázquez Montalbán por el género en España.

Ledesma: Me han dicho que es usted el antigourmet, que come en los peores sitios de Barcelona.
Méndez: Bueno, deje que me defienda. En primer lugar nunca se sabe cuáles son los peores sitios de Barcelona, y además la pobreza tiene su ley. Yo suelo comer en los sitios baratos de los barrios bajos, pero cada vez tengo menos lugares adonde ir, porque Sanidad los va cerrando. A veces he invitado a almorzar a periodistas como usted y se han mareado antes de salir por la puerta de la calle. Pero, eso sí, veo con esperanza que la gente de los barrios se muere de otras cosas.

González Ledesma es uno de tantos autores que tuvieron que dedicarse a las novelas de duro para poder escribir, sobreviviendo bajo el seudónimo de Silver Kane como escritor de novelas del oeste. Se ha dedicado al periodismo y a ejercer como abogado, ya que como escritor “serio” tenía problemas con la censura; su novela Sombras viejas fue prohibida por roja y pornógrafa y no fue hasta la transición que empezó a ver publicadas sus obras.

Lecturalia, 7 de abril de 2009

4 d’abr. 2009

El inspector Méndez, personaje de González Ledesma, cumple 25 años

El autor publica la vertiginosa 'No hay que morir dos veces'

Rosa Mora

"Todos vivimos mientras alguien nos recuerda". Esta frase es el motor de No hay que morir dos veces (Planeta), una novela de casi 400 páginas en la que pasan tantas cosas que su autor, Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), deja sin aliento a sus lectores más entusiastas. Este veterano y joven autor, no hay otra manera de decirlo, se ha volcado en el libro de tal manera que hay cuatro historias que bien podrían haber sido cuatro novelas distintas. Se entrecruzan hasta encajar un puzzle sorprendente.
Primero, la vida de Nadia, una "niña Down", conmovedora, explotada sexualmente y preparada luego para el gran sacrificio del terrorismo. La de Gabri, un tipo que ha pasado ocho años en la cárcel por cortar la cabeza del hombre que violó a su mujer. La de Sandra, la novia que mata a su prometido de un tiro en la frente el día de su boda. La del sinvergüenza Conde, un acosador sexual de la peor especie... Todo desemboca en la preparación de un ataque terrorista de proporciones insospechadas en un trasatlántico atracado en el puerto de Barcelona.
Con esta novela de vértigo, el inolvidable inspector Méndez cumple 25 años, aunque en realidad son 27. Nació como personaje secundario en Expediente Barcelona y se hizo popular en Crónica sentimental en rojo, que obtuvo el Premio Planeta en 1984. "Méndez ha cambiado, como han cambiado las calles de Barcelona. Y sí, esta novela es un poco un homenaje a este policía que siempre está contra la autoridad constituida y que es un poco anarquista como yo".

'Bocata' de chorizo

Méndez, el detective que peor come de España, sigue siendo asilvestrado, no obedece órdenes y cree más en la justicia de la calle que en la de los tribunales. Para celebrar estos 25 años, González Ledesma, en nombre de Méndez, sopló ayer en la librería Negra y Criminal, en el barrio barcelonés de la Barceloneta, las velas de un presunto pastel, en realidad un bocata de chorizo: "¡Hay tantos en todas partes...!".
Ledesma ha elegido como uno de los hilos conductores de esta novela, a Nadia, "la nena Down". "Siento gran simpatía, no diré piedad, hacia estas personas incapaces de concebir el mal. Y como Méndez, no perdono a quienes les hacen daño". Periodista y abogado, Ledesma se negó hace años a defender a un violador. "El Colegio de Abogados me pidió que al menos hablara con él una vez. Lo hice y me di cuenta de que no había violado a nadie. Lo saqué de la cárcel".
"Siempre se ha especulado con la edad de Méndez, pero imagino que aún no tiene los 65 años porque sigue trabajando. Nunca se prejubilará". "Tengo un problema. No sé cuánto tiempo me queda para escribir. Probablemente, mi próxima novela será el último Méndez y será más sentimental que nunca". En No hay que morir de veces, Méndez, por orden de su comisario, estrena móvil, aunque no sabe cómo funciona. Ledesma promete que se modernizará tanto que en el siguiente libro incluso utilizará el ordenador.

El País, 4 de abril de 2009

3 d’abr. 2009

González Ledesma: "Mientras alguien te recuerda no mueres"

Europa Press

El periodista y escritor Francisco González Ledesma recupera en su nueva novela, 'No hay que morir dos veces' (Planeta), el personaje del policía Méndez, para abordar un pensamiento que considera fundamental: "Mientras alguien te recuerda no mueres".

La novela, publicada por Planeta, reúne "un trozo" de la vida de Barcelona "muy intenso" en una trama que retrata a unos personajes que "no quieren morir del todo", situándo además en el transfondo temas de tanta actualidad como el terrorismo, el aborto, el acoso sexual y la pederastia.
Durante la presentación de la novela González Ledesma reconoce ciertas dificultades a la hora de tratar estos temas: "No he podido desarrollar más los episodios de la pederastia porque me crispaban", y añadió: "Me produce un asco particular, pero no lo podía obviar porque es algo que existe". Uno de los personajes víctimas de esa "crueldad" es Sandra, que le llegó "al alma" y al que le hubiera gustado dedicar "más tiempo": "Sandra permitiría crear una novela para ella sola", confiesa.
'No hay que morir dos veces' es, en palabras de González Ledesma, "una novela de la que se podrían sacar cuatro", una ciudad "auténtica" metida en la novela. Barcelona, representada en escenarios que van desde el Poblenou a Vallvidera, es también una de las protagonistas de la novela, además de una constante en la literatura del escritor, nacido en la calle Nou de la Rambla, en el corazón del barrio del Raval. A pesar de la aparición de personajes como los de Sandra o El Conde --"un personaje muy complejo"--, el peso de la trama sigue recayendo en Méndez, que González Ledesma construyó a partir de cuatro policías auténticos que conoció en sus tiempos de periodista.

"MÉNDEZ SOY YO MISMO"

González Ledesma admite que le resulta "tremendamente sencillo" escribir sobre Méndez: "No me cuesta nada porque en cierta manera soy yo mismo". El escritor, que se autodefine como "el más anticuado de España" se enfrenta en esta ocasión a un "reto", ya que esta es la primera novela en la que Méndez usa el teléfono móvil. "El móvil es el primer paso para la modernización de Méndez", dijo, y adelantó que en el próximo libro le hará trabajar con el ordenador, "aunque primero debería aprender a hacerlo yo mismo", apunta entre risas.
González Ledesma (Barcelona, 1927) es uno de los escritores más prolíficos de novela criminal. En 1984, recibió el Premio Planeta por 'Crónica Sentimental en rojo', mientras que en 2005 fue galardonado con el premio Pepe Carvalho a toda su trayectoria. El escritor se muestra emocionado por el aniversario del personaje que le dio la fama, aunque afirma divertido: "Hay algo que me inquieta: si Méndez tiene 25 años, yo al menos tengo 30".

Europa Press, 3 de abril de 2009

El comisario Méndez vuelve con un nuevo caso

El inspector Méndez sigue en activo 25 años después de su nacimiento literario y continúa patrullando por las calles de Barcelona, donde se enfrenta a asuntos tan turbios y actuales como la pederastia y el terrorismo, según ha explicado hoy su creador, el escritor Francisco González Ledesma.

EFE "No hay que morir dos veces" (Planeta) es el título de la novela que hoy ha presentado en la librería "Negra y Criminal" este veterano escritor, que conoció la Barcelona menos complaciente en su época de abogado y periodista de sucesos, y que continúa al cabo de la calle.
"Escribo las novelas sobre la marcha, sin planificación inicial, recogiendo todo lo que encuentro paseando por la ciudad", ha explicado González Ledesma.
Unos paseos que siempre le llevan a las zonas más duras de la ciudad, puesto que los asuntos que encuentra el inspector Méndez en este libro son especialmente sórdidos.
"El tema de la pederastia no lo he desarrollado más porque me crispaba", ha reconocido Ledesma, que, al igual que el inspector Méndez, siente especial repulsión hacia las personas "capaces de abusar de alguien tan inocente como una niña".
El terrorismo también se ha filtrado en las páginas del libro, porque "la constante vigilancia que la policía lleva a cabo sobre potenciales terroristas demuestra que en Barcelona podría pasar lo que pasó en Madrid".
Este tema "preocupa" a González Ledesma, que en el libro describe los preparativos de un atentado ideado por fanáticos que "no son islamistas, porque fanáticos hay de muchos tipos", según ha dicho.
El acoso sexual en el trabajo es otro asunto que aborda el escritor, porque "en esta época de crisis resulta especialmente lamentable las presiones que sufren algunas mujeres para conservar su puesto de trabajo".
En definitiva, "No hay que morir dos veces" es una novela repleta de personajes y conflictos, porque "Barcelona es cada vez más dura y peligrosa", según el escritor.
Durante estos 25 años de ejercicio profesional, el inspector Méndez ha apreciado "un aumento de la delincuencia debida a tres razones: no se ha desterrado la pobreza, se han extendido las redes internacionales de delincuencia y las leyes no son suficientemente duras", según González Ledesma.
A pesar de que ya debería estar jubilado, el inspector Méndez sigue gastando "suela tras suela pateando las calles" y sabe cómo abordar las nuevas formas de delincuencia.
Sin embargo, le resulta más difícil adaptarse a las nuevas tecnologías y necesita de la ayuda de una mujer policía que le busca información en los ordenadores, porque él es tan incapaz de acercase a un ordenador como el propio autor, que sigue escribiendo a máquina.
"Pero ya tiene móvil", ha anunciado con entusiasmo González Ledesma, que ha salpicado la novela de divertidas anécdotas relacionada con la incompatibilidad de Méndez con "estos artilugios que sus jefes le obligan a utilizar".
Anécdotas a parte, la idea que sobrevuela toda la novela es la de la inmortalidad, ya que "hay varios personajes que esperan dejar su recuerdo en la memoria de los hombres porque confían en que mientras les recuerden no estarán muertos", según el autor que, tal como reza en el título, espera no morir dos veces.

Diario de Ibiza, 3 de abril de 2009

El escritor González Ledesma celebra con 'No hay que morir dos veces' los 25 años de Méndez

El periodista y escritor Francisco González Ledesma recupera en su nueva novela, 'No hay que morir dos veces' (Planeta), el personaje del policía Méndez, para abordar un pensamiento "fundamental": "Mientras alguien te recuerda no mueres", afirmó hoy el escritor.
La novela reúne "un trozo" de la vida de Barcelona "muy intenso" en una trama que retrata a unos personajes que "no quieren morir del todo", situándo además en el transfondo temas de tanta actualidad como el terrorismo, el aborto, el acoso sexual y la pederastia.
González Ledesma reconoció hoy en la presentación de la novela en Barcelona ciertas dificultades a la hora de tratar estos temas: "No he podido desarrollar más los episodios de la pederastia porque me crispaban", y añadió: "Me produce un asco particular, pero no lo podía obviar porque es algo que existe".
Uno de los personajes víctimas de esa "crueldad" es Sandra, que le llegó "al alma" y al que le hubiera gustado dedicar "más tiempo": "Sandra permitiría crear una novela para ella sola", confesó el autor.
'No hay que morir dos veces' es, en palabras de González Ledesma, "una novela de la que se podrían sacar cuatro", una ciudad "auténtica" metida en la novela. Barcelona, representada en escenarios que van desde el Poblenou a Vallvidera, es también una de las protagonistas de la novela, además de una constante en la literatura del escritor, nacido en la calle Nou de la Rambla, en el corazón del barrio del Raval.
A pesar de la aparición de personajes como los de Sandra o El Conde --"un personaje muy complejo"--, el peso de la trama sigue recayendo en Méndez, que González Ledesma construyó a partir de cuatro policías auténticos que conoció en sus tiempos de periodista.
González Ledesma reconoció que le resulta "tremendamente sencillo" escribir sobre Méndez: "No me cuesta nada porque en cierta manera soy yo mismo". El escritor, que se autodefinió como "el más anticuado de España" se enfrenta en esta ocasión a un "reto", ya que esta es la primera novela en la que Méndez usa el teléfono móvil.
"El móvil es el primer paso para la modernización de Méndez", dijo, y adelantó que en el próximo libro le hará trabajar con el ordenador, "aunque primero debería aprender a hacerlo yo mismo", afirmó entre risas.

González Ledesma (Barcelona, 1927) es uno de los escritores más prolíficos de novela criminal. En 1984, recibió el Premio Planeta por 'Crónica Sentimental en rojo', mientras que en 2005 fue galardonado con el premio Pepe Carvalho a toda su trayectoria.
El escritor se mostró hoy emocionado por el aniversario del personaje que le dio la fama, aunque afirmó divertido: "Hay algo que me inquieta: si Méndez tiene 25 años, yo al menos tengo 30".

Qué, 3 de abril de 2009

El inspector Méndez se enfrenta al terrorismo y a la pederastia en su 25 aniversario

EFE

El inspector Méndez sigue en activo 25 años después de su nacimiento literario y continúa patrullando por las calles de Barcelona, donde se enfrenta a asuntos tan turbios y actuales como la pederastia y el terrorismo, según ha explicado hoy su creador, el escritor Francisco González Ledesma.
"No hay que morir dos veces" (Planeta) es el título de la novela que hoy ha presentado en la librería "Negra y Criminal" este veterano escritor, que conoció la Barcelona menos complaciente en su época de abogado y periodista de sucesos, y que continúa al cabo de la calle.
"Escribo las novelas sobre la marcha, sin planificación inicial, recogiendo todo lo que encuentro paseando por la ciudad", ha explicado González Ledesma.
Unos paseos que siempre le llevan a las zonas más duras de la ciudad, puesto que los asuntos que encuentra el inspector Méndez en este libro son especialmente sórdidos.
"El tema de la pederastia no lo he desarrollado más porque me crispaba", ha reconocido Ledesma, que, al igual que el inspector Méndez, siente especial repulsión hacia las personas "capaces de abusar de alguien tan inocente como una niña".
El terrorismo también se ha filtrado en las páginas del libro, porque "la constante vigilancia que la policía lleva a cabo sobre potenciales terroristas demuestra que en Barcelona podría pasar lo que pasó en Madrid".
Este tema "preocupa" a González Ledesma, que en el libro describe los preparativos de un atentado ideado por fanáticos que "no son islamistas, porque fanáticos hay de muchos tipos", según ha dicho.
El acoso sexual en el trabajo es otro asunto que aborda el escritor, porque "en esta época de crisis resulta especialmente lamentable las presiones que sufren algunas mujeres para conservar su puesto de trabajo".
En definitiva, "No hay que morir dos veces" es una novela repleta de personajes y conflictos, porque "Barcelona es cada vez más dura y peligrosa", según el escritor.
Durante estos 25 años de ejercicio profesional, el inspector Méndez ha apreciado "un aumento de la delincuencia debida a tres razones: no se ha desterrado la pobreza, se han extendido las redes internacionales de delincuencia y las leyes no son suficientemente duras", según González Ledesma.
A pesar de que ya debería estar jubilado, el inspector Méndez sigue gastando "suela tras suela pateando las calles" y sabe cómo abordar las nuevas formas de delincuencia.
Sin embargo, le resulta más difícil adaptarse a las nuevas tecnologías y necesita de la ayuda de una mujer policía que le busca información en los ordenadores, porque él es tan incapaz de acercase a un ordenador como el propio autor, que sigue escribiendo a máquina.
"Pero ya tiene móvil", ha anunciado con entusiasmo González Ledesma, que ha salpicado la novela de divertidas anécdotas relacionada con la incompatibilidad de Méndez con "estos artilugios que sus jefes le obligan a utilizar".
Anécdotas a parte, la idea que sobrevuela toda la novela es la de la inmortalidad, ya que "hay varios personajes que esperan dejar su recuerdo en la memoria de los hombres porque confían en que mientras les recuerden no estarán muertos", según el autor que, tal como reza en el título, espera no morir dos veces.

Público, 3 de abril de 2009

El Inspector Méndez, creado por Francisco González Ledesma, se enfrenta al terrorismo y la pederastia

El escritor presenta 'No hay que morir dos veces', en el 25 aniversario del personaje de novela negra, que en esta ocasión se adapta a los nuevos tiempos

El inspector Méndez sigue en activo 25 años después de su nacimiento literario y continúa patrullando por las calles de Barcelona, donde se enfrenta a asuntos tan turbios y actuales como la pederastia y el terrorismo, según explicó este viernes su creador, el escritor Francisco González Ledesma, en la presentación de su última novela No hay que morir dos veces (Planeta). En ella, Méndez sigue al pie de la calle, enfrentándose a nuevas formas de delincuencia, pero con dificultades para adaptarse a los avances tecnológicos.

No hay que morir dos veces (Planeta) es el título de la novela que este viernes presentó en la librería "Negra y Criminal" el veterano escritor Francisco González Ledesma, quien conoció la Barcelona menos complaciente en su época de abogado y periodista de sucesos, y que continúa al cabo de la calle. "Escribo las novelas sobre la marcha, sin planificación inicial, recogiendo todo lo que encuentro paseando por la ciudad", explicó el autor.
Unos paseos que siempre le llevan a las zonas más duras de la ciudad, puesto que los asuntos que encuentra el inspector Méndez en este libro son especialmente sórdidos. "El tema de la pederastia no lo he desarrollado más porque me crispaba", reconoció Ledesma, que, al igual que el inspector Méndez, siente especial repulsión hacia las personas "capaces de abusar de alguien tan inocente como una niña".
El terrorismo también se ha filtrado en las páginas del libro, porque "la constante vigilancia que la policía lleva a cabo sobre potenciales terroristas demuestra que en Barcelona podría pasar lo que pasó en Madrid". Este tema "preocupa" a González Ledesma, que en el libro describe los preparativos de un atentado ideado por fanáticos que "no son islamistas, porque fanáticos hay de muchos tipos", según dijo.

"Ya tiene móvil"

El acoso sexual en el trabajo es otro asunto que aborda el escritor, porque "en esta época de crisis resulta especialmente lamentable las presiones que sufren algunas mujeres para conservar su puesto de trabajo". En definitiva, No hay que morir dos veces es una novela repleta de personajes y conflictos, porque "Barcelona es cada vez más dura y peligrosa", según el escritor.
Durante estos 25 años de ejercicio profesional, apareció "un aumento de la delincuencia debida a tres razones: no se ha desterrado la pobreza, se han extendido las redes internacionales de delincuencia y las leyes no son suficientemente duras", según González Ledesma. A pesar de que ya debería estar jubilado, el inspector Méndez sigue gastando "suela tras suela pateando las calles" y sabe cómo abordar las nuevas formas de delincuencia. Sin embargo, le resulta más difícil adaptarse a las nuevas tecnologías y necesita de la ayuda de una mujer policía que le busca información en los ordenadores, porque él es tan incapaz de acercase a un ordenador como el propio autor, que sigue escribiendo a máquina.
"Pero ya tiene móvil", anunció con entusiasmo González Ledesma, que ha salpicado la novela de divertidas anécdotas relacionada con la incompatibilidad de Méndez con "estos artilugios que sus jefes le obligan a utilizar". Anécdotas a parte, la idea que sobrevuela toda la novela es la de la inmortalidad, ya que "hay varios personajes que esperan dejar su recuerdo en la memoria de los hombres porque confían en que mientras les recuerden no estarán muertos", según el autor que, tal como reza en el título, espera no morir dos veces.

Estrella Digital, 3 de abril de 2009

2 d’abr. 2009

González Ledesma entrevista a Méndez, tras 25 años juntos

Juan Carlos Rodríguez

González Ledesma es Silver Kane y también es Enrique Moriel. Fue escritor de novelas de 'a peseta' en Bruguera, que ni él sabe cuántas escribió, tan sólo que estuvo años a una por semana. Alejandro Jodorosky las colecciona; él dice que 2.400 tan sólo del oeste, de Kane y otros heterónimos. Pero, González Ledesma, que fue abogado y periodista, es, ante todo, Méndez, que no es precisamente un pseudónimo, sino un alter ego: su gran personaje literario.
Perseguir a Méndez por el Barrio Chino y adentrarse en esas calles de Barcelona en donde el mundo se ve y se prostituye desde una esquina es una tarea imprescindible. Una Barcelona que un día fue real, pero que ya es sólo escenario y nostalgia del inspector de González Ledesma.
Méndez cumple 25 años, según Planeta, y lo celebra con 'No hay que morir dos veces' (Planeta), una novela que Lorenzo Silva describe como la "más rotunda y esencial" de la serie del policía más célebre de los bajos fondos de la novela negra y criminal española.
Méndez hizo su aparición con 'El expediente Barcelona' (1983), aunque lo hizo de un modo marginal inspirado, según la confesión del propio autor, en cuatro policías que conoció en sus tiempos de redactor de sucesos. Sin embargo, el agazapado Méndez emergió en 'Las calles de nuestros padres' (1984), reivindicando un protagonismo angular y transformándose, novela a novela, en un tipo inolvidable.

Méndez vuelve

Veinticinco años o veintiséis, qué más da: la cuestión es que Méndez vuelve después de novelas extraordinarias y muy premiadas, como 'Crónica sentimental en rojo' (Premio Planeta de Novela 1984), 'La Dama de Cachemira' (Premio Mystère, 1986), 'El pecado o algo parecido' (Premio Hammett, 2002), 'Cinco mujeres y media' (Premio Mystère, 2005) y 'Una novela de barrio' (I Premio Internacional de Novela Negra RBA, 2007).
El propio González Ledesma, a petición de la Editorial Planeta ante el cumpleaños de su inspector, ha entrevistado a Méndez, a "su socio literario" como promoción de la nueva novela. Pero no tiene desperdicio. Genial:

Méndez: Amigo Ledesma, me han dicho en un bar que usted fue un periodista de la vieja escuela, de los que se pateaban la calle, salía a las cuatro de la madrugada y encima se iba a la Rambla a comprar su propio periódico recién salido. Por eso le concedo esta entrevista, sorprendido de que no le hayan detenido alguna vez.
Ledesma: Es que yo era amigo de los policías, los primeros trabajadores de la mañana y las últimas trabajadoras de la noche. Eso me salvaba. Como además era un abogado lleno de dudas le pregunto: ¿Cree usted en la ley?
M: En la de los tribunales no, en la de la calle sí. La ley oficial responde a intereses políticos y económicos, a veces transitorios, en los que siempre interviene el poder. Así se explican monstruosidades como la sanción económica a un juez (casi como si se hubiera saltado un semáforo) por dejar libre a un asesino que luego pudo asesinar a una niña; y en cambio pedir un año para un hambriento que robó media barra de pan (eso sí, con el agravante de que tiró de ella). La ley de la calle es más igualitaria, más humana y a veces con más sentido común.
L: ¿Es cierto que a veces hace usted recados para los presos de las cárceles y hasta les lleva los periódicos?
M: Creo en la humanidad, y por eso, cuando conozco a un joven delincuente, le suelo llevar a algún viejo café y le hablo para que reflexione. Soy tan latoso, que me hace caso o se suicida. Incluso una vez adopté al hijo de un pobre, pero me arrepentí porque el crío resultó berreante y maricón. Cuido de él y quizá acabemos siendo amigos. En cambio, con los inhumanos sin redención posible, como los violadores o los asesinos de niños, gasto leche negra. Cuando encima les dan permisos para que vuelvan a delinquir, siento ganas de utilizar mi Colt 45. Por cierto, ¿Sabe usted si alguien me lo quiere comprar a buen precio?
L: Me han dicho que es usted el antigourmet, que come en los peores sitios de Barcelona.
M: Bueno, deje que me defienda. En primer lugar nunca se sabe cuáles son los peores sitios de Barcelona, y además la pobreza tiene su ley. Yo suelo comer en los sitios baratos de los barrios bajos, pero cada vez tengo menos lugares adonde ir, porque Sanidad los va cerrando. A veces he invitado a almorzar a periodistas como usted y se han mareado antes de salir por la puerta de la calle. Pero, eso sí, veo con esperanza que la gente de los barrios se muere de otras cosas.
L: Siento envidia porque me han dicho ?puede ser una calumnia? que usted tiene más libros que yo.
M: Si quiere, un día los contamos y le invito a comer (¡no aceptará!) pero es verdad que mi vida no tendría sentido sin los libros. Los libros son el único sitio donde aún está la voz y la amistad de los muertos. Verá, yo soy como un tío rico de Barcelona con la casa tan llena de libros que su mujer le dijo en plan ultimátum: "Los libros o yo". Y él contestó:"Los libros".
L: Usted, amigo Méndez, no presuma de gran personaje literario, porque es más real de lo que parece. Usted no es más que la comunión literaria de cuatro policías reales que he conocido, de modo que menos alardear y más fijarse en las calles.

Eco Diario, 2 de abril de 2009

1 d’abr. 2009

Le polar du City Guide: le Barcelone de Ledesma

Pierre Maury

Deux vieux amis avocats, Miguel Blay et Sergi Mora, complotent dans une ville qui a changé depuis leur jeunesse. Ici, les banques et les boutiques luxueuses ont fait place à des bars et à des fast-food. Ailleurs, dans la vieille ville, les cafés ont tous disparu… Il ne reste que les souvenirs. En particulier celui, douloureux, de la mort de Blanca. Ils l'aimaient tous les deux, elle s'est suicidée après avoir été violée.
Le coupable, Guillermo Grandes, n'a jamais payé pour son crime. Arrivés presque au terme de leur vie, Miguel et Sergi ont décidé de le faire mourir afin de retrouver, à leurs propres yeux, un semblant de dignité.
Dans presque tous ses livres, Francisco González Ledesma arpente Barcelone, où il est né en 1927. Cendres, extérieur au cycle de l'inspecteur Méndez, le personnage récurrent du romancier, n'échappe pas à la nostalgie d'une cité autrefois plus humaine. Ni aux traces du franquisme. Le passé est plein de zones troubles. Le présent aussi: en condamnant Guillermo à mort, Miguel et Sergi vont découvrir que leur vérité ne correspond peut-être pas à la réalité. Les deux justiciers semblent poursuivre leurs propres fantômes. Ceux-ci peuplent des rues où cohabitent toutes les histoires des habitants, ainsi que leur mémoire. Rien n'est vrai dans la vie, finira par dire Sergi à son fils, comme l'improbable morale d'une aventure dérisoire.

Cendres, Francisco González Ledesma. Traduit de l'espagnol par Isabelle Gugnon. Série noire, 271 pages. Ce roman introduit le 2e numéro de notre série de City Guides. 3,50 euros plus le prix du Soir (1 euro). Disponible en librairie, hors grandes surfaces.

Le Soir, 1 avril 2009

Las calles de Méndez

Paco Camarasa

El inspector de González Ledesma, 25 años pateando los bajos fondos

No hay que morir dos veces (Planeta), el nuevo título de Francisco González Ledesma, es novela de aniversario. Con su décimo libro como protagonista, el inspector Ricardo Méndez cumple veinticinco años entre nosotros, los lectores. Su edad real no la ha confesado nunca (mucho nos tememos que ni aún pasando por Guantánamo, centro globalizado de la tortura internacional, conseguiríamos que la confesara), pero quizá este repaso a su carrera por los peores barrios de Barcelona sirva para conocerlo en más profundidad.
Méndez nace no como protagonista, sino como personaje auxiliar, en Expediente Barcelona. Un abogado es el narrador de una dura denuncia de la trastienda de las bombas y atentados que trataban de frenar la consolidación de la recién nacida democracia. Abogados de a pie frente a bufetes de renombre, industriales de pro frente a obreros de los de antes del consumo desenfrenado, comisarios que vienen desde los altos despachos de Madrid frente a inspectores que conocen las esquinas y las interioridades de los cines de barrio. En uno de ellos, el Arnau, Méndez encuentra al Andrade, un pederasta que está con su sobrina. Y Méndez necesita saber donde se esconde “el Paces”…
Las primeras descripciones de nuestro viejo policía no auguraban mucho atractivo. Es un viejo fósil salido de los archivos de la Brigada Social, o de las casa de gomas de San Olegario; es elocuente por que siempre te dice “Joputa, Joputa, Joputa” aunque sólo te esté pidiendo fuego; cuando dice “te la corto aquí mismo”, el Andrade cree a aquel policía de la vieja escuela, mil veces entrenado en los calabozos de Vía Layetana. “Méndez, policía de la calle Nueva, de la Calle Unión, de la calle Lancaster, de la calle Arrepentidas, perseguidor de maricas, untador de confidentes, hostiador de nazarenos le torció un dedo con tanta rabia que …”; es “el hombre del bar Las Ninfas, el de la esquina de la calle del Cid, el que alternaba con mister-madam Arthur, el policía que quizá había visto más pulgas y más chinches de toda la plantilla barcelonesa”.
La ley y la justicia
Un año más tarde, Las calles de nuestros padres es la primera novela donde Méndez es el “prota”. Entre abogados y periodistas, un asesinato extraño, anómalo, como todos los asesinatos, hace que un policía de barrio sea el que lo resuelva frente a la eficacia probada de la Brigada de Homicidios. Sólo alguien que sabe leer las señales en el aire podrá llegar a la resolución del caso. Méndez, el conocedor a fondo de una Barcelona por la que nos hace sentir afecto. “Quizás es necesario que alguien ame las calles de la ciudad y descubra su sentido, para que la ciudad no sea destruida”. Y su interlocutor, el comisario, no entenderá nada, como todos los comisarios y banqueros que hablan con Méndez. Pero no importa. “Salió a la calle ruidosa, a la calle viva, la calle que no dormía nunca. Y se alejó poco a poco”.
Pero menos mal que no se alejó mucho y, el mismo año, el de 1984, cuando en Madrid se gritaba “No nos gusta Barrionuevo, nos gusta nuestro barrio”, en Barcelona los barrios bajos ganaban el Premio Planeta, el gordo de la lotería cultural, con Crónica Sentimental en rojo. De nuevo Méndez, el superviviente. Un comisario insensible lo mandó al sol y al yodo de las playas del sur de la ciudad. Menos mal que un pecho de mujer seccionado y dejado en la mesa de una juez le rescata del aire puro. Sabremos que Méndez nunca come en sus habitaciones, en las que no hay ni siquiera un simple infiernillo de alcohol. Por supuesto, ni teléfono ni televisión (no es el tiempo aún del video y mucho menos del DVD), ni siquiera reloj. Y el calendario de pared… hace cinco años que es el mismo. Elemental querido Amores: la chica del calendario excita a Méndez.
Cronica sentimental en rojo, que después sería película con Jose Luis López Vázquez poniéndole rostro a Méndez. Una herencia complicada. Amplia, generosa, pero a repartir entre cuatro. Un periodista como posible beneficiario. Primos y matrimonios separados. Un pintor supuestamente desaparecido. Unas personas tienen un mundo y otras personas tienen otro. Y los mundos no suelen ser intercambiables. Méndez tiene que desenfundar su Colt, modelo de 1912, antes de que se lo requisen para cualquier Museo. La ley es la ley, pero él sólo entiende de justicia. Y en demasiadas ocasiones no coinciden. Por ejemplo, en ésta. El o la (¿aún no la han leído?) culpable seguirá pisando las moquetas de la parte alta de la ciudad. Esa parte de la ciudad donde no hay especulación porque es la residencia de los especuladores.
De especulación habla La dama de Cachemira, la siguiente novela de un sorprendido Méndez. Él, que es experto en todo tipo de culos, felaciones, matronas gallegas y ventanas de prostíbulos donde siempre se encuentra un grito de mujer, reconoce que no está preparado para el amor. Máxime si los dos miembros de la pareja son del mismo sexo. Pero acepta el amor entre Paquito y Abel Gimeno, ambos controlados por la policía en un fichero de estetas. Lo que no entenderá ni aceptará nunca es la especulación. Una vez más, la novela no hubiera pasado el estrecho cedazo del Código Hays o la censura del Rouco Varela. El culpable no es siempre el asesino. Y Méndez lo sabe.
Los cuatro policías
Pero, ¿de dónde ha salido Méndez? ¿Es real o producto de la imaginación de su creador? Francisco González Ledesma ha explicado que tiene rasgos de cuatro policías que conoció. El primero de ellos ejercía de guardaespaldas del Gobernador Civil. Y una de las veces que coincidió con él le confesó su esperanza de que no pasara nada, ya que no estaría bien visto que el guardaespaldas del gobernador se hubiera dejado la pistola en casa. El segundo tenía la mala costumbre de enseñar la “galleta” (en argot, la placa identificativa de un inspector) sobre la palma de la mano. Y los delincuentes de poca monta tenían la buena costumbre de golpearle la mano, lanzar la “galleta” al aire y salir corriendo. El tercero era un no violento contumaz, llevaba pistola detonadora y piedras o vainas vacías en los bolsillos. Cuando daba el alto a un malhechor que huía, disparaba la pistola detonadora y le lanzaba a la espalda las vainas o las piedras. El otro se detenía en seco. O no.
Con el cuarto policía hay una historia de cama de por medio. Era director de la Escuela de Policía. En Taormina (Sicilia) se celebra un Congreso sobre la Mafia. Funciona todo tan bien que todos quedan convencidos de que está organizado por la propia Mafia. El director de la escuela camina desolado por el vestíbulo del hotel. Por un error de la organización, no tiene habitación. González Ledesma le ofrece compartir su habitación. El otro acepta, pero el escritor aún no ha comprobado que sólo hay una cama de matrimonio. Fue una larga noche de hablar de casos y anécdotas.
De la historia de Méndez, conocemos poco. Sabemos que cuando era joven trató de alquilar una máquina de escribir con doble teclado, uno para las mayúsculas y otro para las minúsculas, “porque tenía pinta de ser la más económica”. Fue un policía joven pero que nunca tuvo problemas con las amenazas disciplinarias, ya que, cuando le entregaron su primer nombramiento, le comunicaron también su primera sanción. Sabemos que en 1968, el año que hizo que Mayo sea siempre francés, se dedicaba a detener comunistas. Sabemos que nunca hizo deporte pero que es mañoso: “Tengo buenos dedos, y en mi juventud hacía trampas con las cartas en una casa de putas en la calle Lancaster. No crean, era una buena escuela, porque las putas sabían hacer más trampas que yo”.
En La dama de Cachemira, soñaba con viajes. Méndez no lo desea pero lo mandan a Madrid, y termina imitando a Doña Agatha y viaja en un crucero por el Nilo. Pendiente de un Nilo debía titularse la novela que terminó como Historia de Dios en una esquina. ¿ Se imaginan a Méndez en el Palace? Y no había 23-F por medio. Pero sí banqueros, sicarios, terroristas, comisarios y otras gentes de mal vivir. Ningún periodista en Egipto. Ningún abogado en Madrid. Acción y matariles. Y Méndez, como caballero andante, defendiendo el honor de una niña con síndrome de Down pero que sabe sonreír y apretar los dedos del viejo policía. Una lección de ética: “Una puta que mantiene a seis hijos merece más respeto que un banquero que mantiene a seis putas”. Policías que son miembros del Consejo de Administración de un banco; señoras de Valladolid, ciegas pero con dos padres, ricos ambos además; policías venales, asesinos de niñas especializados en civilización egipcia, niños que protegen el cachorro de un perro huérfano. Y Méndez que no entiende nada pero actúa.
De El Cairo, de Luxor, no sabremos nada. O intuiremos que son ciudades que no le dicen nada a nuestro policía con mirada de serpiente vieja. No encuentra las mujeres que le gustan. “Usted, Méndez, sólo tiene amistad con mujeres llenitas y pervertidas que usan combinaciones color malva y tienen discos de canto gregoriano para acompañar a los pecados”.
Un perro callejero
Y pasaron once años. Once largos e interminables años. Los diarios nos tenían entretenidos. Corcuera se empeñaba en pegar patadas en las puertas y regalar, con nuestro dinero, joyas a las mujeres de sus amigos-colaboradores ( ya no eran rojos sino colorados); Aznar, con voz de pito, repetía como cacatúa “¡Váyase señor González!” mientras soñaba (para los iraquíes era una pesadilla) con las Azores y la foto con Bobo Bush, Durao Baboso y el Blair, detergente y exorcista.
Once años sin Méndez son muchos años. Pero Ledesma nos recompensó. Y a finales de 2002 nos regalaba El Pecado o algo parecido. Una historia en la que nada es lo que parece, sobre todo si hay banqueros de por medio. Méndez volverá a Madrid, pero no a descubrir a nadie sino a tapar un asunto. Es una orden. Alguien ha muerto en un lugar muy sociable y poco anunciable. Pero Méndez es un perro callejero y los perros callejeros no obedecen ordenes. Y un asesinato. La hija de un banquero. Madrid fascina al policía de los bolsillos llenos de libros, a punto de jubilarse, que padece artrosis, reúma, ciática, impotencia y seguramente sífilis congénita. “Hay ciudades que no nacen, se inventan. Madrid es una invención de reyes cristianos, reinas cachondas, validos prepuciales, pintores de cámara, ministros en crisis, periodistas en paro, funcionarios en cese, paseantes en corte, catedráticos de café, banqueros yanquis, futbolistas brasileños y putas tailandesas”.
Una vez más, Méndez averiguará la verdad, sin ADN ni sofisticadas pruebas de laboratorio. Pero fijándose en los detalles que a la policía no le importan: el miedo en los ojos de un jubilado, la amargura en los labios de una mujer o la prepotencia de un banquero: “nunca he conocido a un criminal que no trate de huir, nunca he conocido a un criminal que me trate con tanto desprecio, eso me hace pensar que nunca he conocido a un criminal tan rico”. Méndez, no detendrá a nadie, como tantas veces, porque es de los que piensan que te detiene la muerte, aunque a veces también te puede detener la vida.
La ciudad está cambiando. Méndez camina, pregunta, observa, husmea, no para nunca aunque parezca que no trabaja. Sigue teniendo la mala costumbre de leer incluso cuando está haciendo vigilancia de esquina, “por eso los delincuentes se me escapan”. Una muchacha de clase modesta ha sido violada y asesinada. Su hermana gemela puede seguir el mismo camino. Los abogados de ética baja y tarifa alta consiguen que los asesinos campen a sus anchas. Méndez actuará “porque hay sentimientos que valen más que las leyes, y quizá porque hay gente que merece ayudas que la ley no ha previsto jamás”. La gente, piensa Méndez, mata por odio, por honor, por dinero o por sexo, pero él aspira a una justicia que proteja a las victimas. Por eso se lleva mal con cualquier régimen. Con las dictaduras porque siempre patean los huevos a los inocentes y con las democracias porque nunca patean los huevos a los culpables. Cinco mujeres y media era la novela en la que Méndez pasaba a un segundo plano, ante el protagonismo de mujeres de armas tomar, y en la que aprendía que “la cama no es la medida universal de las mujeres aunque suele ser la medida universal de los hombres”.
Más cambios en la ciudad y hasta cambios en la vida de Méndez. En Una novela de barrio nos enteramos de que ha dejado su cuarto maloliente al final del mostrador de uno de los pocos bares donde se encuentra Gandesa o Cariñena a granel y las sardinas son frescas, del mes pasado. Ahora vive en un pisito frente a las Atarazanas y las malas lenguas (es decir, las de sus comisarios, no las de sus viejas amigas retiradas) dicen que está tan lleno de libros que es posible que debajo esté sepultada la última mujer de la limpieza.
Méndez deja su barrio para ir a Horta, en la parte alta de la ciudad, con gran preocupación de su médico, que está convencido de que el aire puro le sentará mal, aunque después regrese a los pocos bares donde aún guardan el sitio a los clientes muertos. Es uno de esos policías que visitan varias veces los sitios porque sabe que los sitios hablan.
Los pedazos de tu vida
Veinticinco años con Méndez. No hay que morir dos veces. Es más, aunque haya que buscarla muy en el fondo, siempre existe alguna razón para vivir según el policía experto en caídas y edades de culos, incapaz de distinguir entre una rosa y un gladiolo pero que mirando a los ojos sabe que hay hombres que sólo tienen pasado. En su (por el momento) última novela, Méndez tiene móvil, aunque no lo sepa hacer funcionar muy bien. Piensa que un SMS es una nueva postura sexual y está algo frustrado porque no ha conseguido detener a nadie con su viejo grito de guerra: “Alto o te afeitaré el capullo cuando te coja”. Siguen sin aparecer asesinos en serie, ni CSI, ni ADN, aunque la colaboración de una compañera experta en informática sea fundamental, ya que lo de los ordenadores no es lo suyo. Se nos ha vuelto menos procaz y menos escatológico, pero sigue siendo el único policía de Barcelona que sólo se fija en las sombras.
Afirma que no cree en nada, pero asegura que siempre hace falta que quede alguien con memoria. Siguen sin gustarle los banqueros y los ejecutivos. Salva vidas, en especial la de una niña con síndrome de Down, y causa estupor en las dependencias policiales del Raval que obedezca una orden e inicie una investigación. Triunfará. La superioridad quiere darle una medalla y sus compañeros, una cena homenaje. Con la condición de que no elija ni el menú ni el lugar.
Y después, ¿qué? “Ahora ya puedes volver a caminar en la soledad, Méndez, y a buscar en los pedazos de las calles los pedazos de tu vida. Ya puedes encontrar las esquinas conocidas y confesarte en ellas, apoyar la frente en los cristales de los bares donde tus amigos iban a despedirse del tiempo, leer los pensamientos de las mujeres que quieren olvidar su pasado, de las niñas que están fabricando un futuro. Aquí están tus calles, Méndez, tus ventanas conocidas, tus pensamientos y tus perros”.
Hay que ver la de cosas que has aprendido en tus calles, Méndez. Y nosotros, los lectores, contigo.

Qué Leer, abril de 2009