25 de març 2009

Crónica sentimental en rojo

Gabriel Ruiz Ortega

Gracias a su ardua labor, al viejo policía Méndez se le ha designado que vigile las playas de Barcelona. Méndez suele pensar que su trabajo no es respetado, más si valorado. Sus métodos de investigación son una cachetada a los lineales protocolos policiales. Para él, la única forma de llegar a la verdad, o su verdad, es a través de la incorrección. “En realidad había sido un premio para él, lo sabía. Por primera vez en este siglo Méndez había despertado entre sus compañeros, sin saber cómo, oleadas de solidaridad. Fuese porque estaba demasiado blanco o demasiado débil, fuese porque olvidaba las colillas dentro de los vasos de whisky de los amigos o porque las ladillas –decía- ya le asomaban por los bordes de la corbata, a Méndez le fue ofrecido un servicio lleno de las tres cosas que hacen más feliz al funcionario hispano: sol, vagancia y mujeres en sazón.”
Estamos a inicios de los años ochenta del siglo pasado, España vive los fuertes cambios de lo que es el proceso de la Transición. Los círculos de poder, sean religiosos, económicos y políticos, luchan, a su modo, por lo poco que les queda de las prerrogativas que solían gozar en el franquismo. Méndez es muy conciente de que esos cambios tarde o temprano le llegarán, tiene todo para jubilarse y llevar una vida tranquila, muy ajena a sus andadas nocturnas por los barrios más peligrosos de Barcelona, ni siquiera el supuesto premio que se le ha dado en los núcleos de vigilancia de playas hará que tramite sus documentos. En este trabajo bajo el sol, lo único que debe hacer es reportar, nada más. Para su comodidad, establece su oficina en el bar Can 60, en el que tiene los adminículos necesarios para ejercer sin contratiempos su labor: cervezas y cigarros. Además, para el viejo policía las mejores fuentes de información nunca dejarán de estar en los bares.
Desde su mesa tiene un panorama privilegiado de los veraneantes que yacen en las playas, de los que solo una mujer llama su atención, y no por el hecho de tomar sol en topless, ni mucho menos por las turgentes carnes que conforman sus piernas, sino por el aura de fortísimo carácter impregnado en su rostro. Esta mujer no es otra que la juez Olvido Montal, quien aparte de sacar provecho de su apartamento frente al mar, es la encargada jurídica de velar la herencia de Óscar Bassegoda, quien en vida fue un poderoso y acaudalado empresario.
Cierta tarde, la juez Olvido, luego de tostar su piel en la playa, encuentra en su apartamento el pecho de una niña. Como es de esperarse, la juez se conmociona, le es imposible ocultar la templanza ante un acontecimiento como este, pese que a lo largo de su carrera no pocas veces ha tenido que hurgar en muchos asesinatos.
Aprovechando el hallazgo del pecho de la niña, Méndez no demora en flirtear con la jueza. Las investigaciones siguen su curso, muchas hipótesis se tejen alrededor del pecho encontrado, hasta que Olvido le pide a Méndez que la acompañe a una de las propiedades vacías de Bassegoda, puesto que desea mostrarle uno de los cuadros que hay en allí. Dicho cuadro sí sorprende a Méndez, el cual tiene como inspiración a Nuria Bassegoda, hermana del difunto empresario, a la que le falta, vaya coincidencia, un pecho.
La fortuna de Bassegoda tiene cuatro herederos: Blanca Bassegoda (su hija), Eduardo Contreras (su yerno), Dani Ponce (primo y ex amante de Blanca) y Carlos Bey, el elegido a repartir parte del dineral entre las personas que más lo necesiten, ergo: labor social.
A primera impresión es nula la relación que puede existir entre el pecho de la niña y el pecho ausente de la mujer del cuadro, pero no por nada Méndez ha sabido desarrollar una acuciosa mirada que le permite detectar senderos luminosos en donde la confluencia de sangre, dinero y sexo no pueden ser tomados como hechos aislados, sino que en la aparente carencia de puntos lógicos existe un “algo más”.
Méndez ata cabos, junta eslabones en los que aparecen ciertos personajes: un ex boxeador, y amigo suyo, que acaba de salir de la cárcel, a quien se le presenta el trabajito de ser el guardaespaldas de una millonaria que quiere librarse de los enfermizos acosos de su esposo; un periodista irresponsable que lo sabe todo y pone al día al viejo policía con las idas y vueltas que rodean a los beneficiados, directos e indirectos, de la herencia de Bassegoda; el dueño de una galería de arte a quien chantajea con su pasado delictivo a condición de que le brinde ayuda; y por supuesto, muchos, muchos más…
Crónica sentimental en rojo, del barcelonés Francisco González Ledesma (1927), tiene todos los ingredientes de la buena novela negra. El mérito de la misma no se conduce por la trama intrincada en sus más de trescientas páginas, sino por los perfiles de los personajes y la recreación de los espacios geográficos que son la base de la acción, el condimento de la historia. A esto sumemos el corrosivo humor que destila Méndez en cada una de sus interpelaciones guiadas por las inquietudes personales que lo han ayudado a mantenerse por muchos años en un oficio que ama y odia a la vez: ¿por qué la gente actúa así?, ¿debido a qué pasan estas cosas?
Los cadáveres llegan, los personajes continúan sumándose, por momentos la historia amenaza con perderse en razonables digresiones, los verdaderos culpables dejan cabos sueltos para que Méndez los siga y llegue a lo que ellos quieren: a un falso culpable. Pero Méndez es un zorro viejo, lo suficientemente astuto para concatenar esas falsas pesquisas, lo que le permite ahondar en sus posibles teorías, muchas veces desde los bajos fondos de Barcelona y algunas otras desde lugares delineados por la opulencia.
Crónica sentimental en rojo fue premiada en 1984 con el Premio Planeta de Novela. Su autor es muy conocido en Europa, y para la gran mayoría de españoles en fase cinco y seis, es una referencia ineludible ya que sin su prolífica imaginación no hubieran disfrutado sus momentos de ocio durante la dictadura franquista: durante mucho tiempo escribió, para la editorial Bruguera, novelas de bolsillo, pura cowboyada, bajo el seudónimo de Silver Kane. Las escribía a razón de una por semana. Bajo ese ritmo entregó quinientos títulos que se vendían por cientos de miles en los quioscos de toda España. En sus contados momentos libres, dedicaba todas sus energías a crear las novelas “de verdad”, de la cual Crónica sentimental en rojo es fruto.
Por lo demás, las novelas “de verdad” de González Ledesma nos ofrecen algo que no es muy usual en el policial hispanoamericano: los policiales seriales, puesto que el viejo Méndez no solo aparece en Crónica sentimental en rojo, sino que es protagonista de la saga de policiales del autor, con la que también nos cuenta la verdadera historia del devenir español. Como se sabe, los crímenes nos permiten conocer todo tipo de sociedad.
(Sería bueno que Planeta Perú "traiga" los libros de Francisco González Ledesma (casi toda su obra está editada en Planeta), en ocasiones este blogger se ofusca al darse cuenta que poca gente en Lima los ha leído. Si en caso se diera el milagro de que pueda encontrarse en nuestras librerías las novelas de este maestro del policial (porque a todas luces lo es), prometo no molestarme por el fiasco que Planeta Perú publicará a fin de año: las memorias carcelarias de la difamadora Magaly Medina.)

La fortaleza de la soledad, 25 de marzo de 2009

24 de març 2009

La ville intemporelle

Francisco Gonzàlez Ledesma: La ville intemporelle ou Le vampire de Barcelone – l’Atalante, 2008.

«Je viens d’années sans frontières, de villes ensevelies, de cimetières qui me parlent, de chants dont nul n’a le souvenir. Je viens d’un temps lointain. Quand je suis né, la grande plaine barcelonaise qui s’étendait au-delà des murailles gothiques était dévolue au vice. On y trouvait des lupanars bon marché qui n’avaient pas été admis dans la ville close et décente, des bateleurs, toutes sortes de saltimbanques affamés, des mendiants et des hors-la-loi. Ma mère était une esclave. Il ne faut pas s’en étonner.Que quelqu’un ait cherché à nous tuer tous les deux n’a rien d’étonnant là encore.Ce quelqu’un, c’était l’Autre. Je tairai son nom car il m’arrive souvent de le croiser.»
Ce roman est pour moi une découverte. J’avoue n’avoir jamais été attirée par la littérature espagnole, ni par les romans retraçant l’histoire d’une ville à travers ses personnages. Mais ce livre-ci est érudit sans être pédant, j’y ai appris une foule de choses que je ne soupçonnais même pas, y compris sur les bourreaux professionnels et leur amour du travail bien fait.
Le personnage principal, à part Barcelone, est un vampire qui ne sait pas qui il est au départ, ce qui permet à l’auteur de développer une réflexion sur le Bien et le Mal, la religion, l’éternité, l’humanité, la tolérance et les différentes facettes d’une même personne. Et je vous assure qu’on ne s’ennuie pas ! J’ai eu beaucoup de mal à lâcher ce bouquin pour des activités aussi essentielles que travailler et dormir. C’est un beau roman, passionnant, profond et envoûtant, écrit par un auteur humain qui sait nous communiquer ses passions.

Lennadenn, 24 mars 2009

23 de març 2009

Francisco González Ledesma : "La novela negra es la que explica toda la verdad de lo que ocurre en nuestras calles"

Antonio Rodriguez

LUGAR DE NACIMIENTO BARCELONA (1927).

TRAYECTORIA ABOGADO Y PERIODISTA. AUTOR DE MAS DE 400 TITULOS DE NOVELAS POLICIACAS Y DEL OESTE. PREMIO PLANETA EN 1984 CON CRONICA SENTIMENTAL EN ROJO. HA OBTENIDO NUMEROSOS RECONOCIMIENTOS.

Francisco González Ledesma ha participado en el ciclo Conversaciones en la Central, celebrado en la Biblioteca Central de Córdoba. Realizó un coloquio con el también escritor Eugenio Fuentes.

--Comenzó a escribir a los 15 años. ¿Qué le impulsó a afrontar esa tarea?
--El hambre. Realmente yo pertenecía a una familia muy triste, de los que perdieron la guerra. Ganábamos muy poco. Un tío mío que era periodista represaliado y se ganaba la vida escribiendo cómics me dijo que me ayudaba. Firmaba él y yo hacía de negro. Creé luego un personaje muy famoso que se llamaba Inspector Dan y más tarde, el Doctor Niebla.
--Escribió usted varios cientos de ´bolsilibros´. ¿Cómo fue aquella experiencia y de qué manera le influyó para convertirse en un novelista serio?
--Yo siempre fui un novelista serio, desde los primeros libros. Había escrito una novela titulada Sombras viejas, que se ha publicado ahora. Me dieron por ella el Premio Internacional de Novela cuando tenía 21 años. Pero la censuraron. Me dijeron que era rojo y pornógrafo. Lo primero era verdad, pero lo segundo no. Me la prohibieron. Me quedé desanimado porque en casa seguía habiendo pobreza. El dueño de Bruguera me animó a escribir novelas de aventuras. Me hizo un contrato de dos años. Ahí fue cuando me inventé el pseudónimo de Silver Kane y duró 22 años. Me renovaba los contratos y eso me permitió, por un lado, salir de la pobreza y aprender a escribir. Porque escribir es un oficio muy duro, muy cruel y muy largo. No se aprende nunca.
--¿Iba alternando un tipo de novela y otra?
--Yo alternaba lo que era escribir para Bruguera con escribir para mí. Escribía para mí por las noches. Entonces a partir de las 2 de la madrugada hacía las novelas que yo pensaba que no se publicarían nunca. Pero pensaba que lo único importante en mi vida era escribir esas novelas. Yo pensaba: ¿Para qué has nacido si no haces eso? Escribí en esa línea Los Napoleones, una historia de la burguesía catalana, que en aquella época decía ser liberal, pero en realidad era franquista. Después escribí el Expediente Barcelona, que también trataba sobre la burguesía. Pero la mejor novela que yo he escrito en mi vida se titula Soldados y no tiene nada que ver con la guerra. Después escribí una pensando en el inspector Méndez y gané el Premio Planeta.
--¿Cómo ganó el Planeta en 1984?
--Ha sido el único Planeta de la historia al cual no invitaron al autor a la cena. No pensaban que lo fuese a ganar yo. Me enteré de que lo ganaba porque soy periodista. Yo estaba en el periódico como un día cualquiera y me llamaban para decirme que lo ganaba y yo les decía que ni siquiera me habían invitado. Uno del periódico me aseguró que yo ganaba, que el viejo Lara le dijo simplemente, "¡Mírate el ombligo!" y él, que sabía que yo me había presentado, me dijo que era yo seguro. Entonces, mi mujer fue a comprar varias invitaciones y nos fuimos con los hijos, aunque cada uno caímos en una mesa diferente. En la editorial me dijeron que podía ganar o ser finalista, porque la novela estaba muy bien puntuada, pero también me dijeron que podía no ganar. Y como ni siquiera me invitaron, yo pensé que la habían descartado.
--¿Por qué la novela policíaca?
--Hay que distinguir entre novela policíaca y novela negra. La novela negra es la que explica toda la verdad de lo que ocurre en nuestras calles. En la novela negra se puede trabajar con más libertad y puedo comentar lo que veo. Si hay algo en la ciudad que no funciona. Pero tienes que vivir en democracia, porque en la época de Franco no podía haber novela negra porque nunca pasaba nada.
--¿Por qué hay tan buenos representantes de novela negra en España?
--Hay muy buenos. Aparte de Vázquez Montalbán están Andréu Martín, yo mismo, Juan Madrid y una generación nueva, como Eugenio Fuentes, que ha escrito Las manos del pianista, una novela espléndida. Hay gente nueva de mucha valía. Hay una gran generación de novelistas.
--¿A qué aspira un escritor como usted en estos momentos?
--Ya no aspiro a nada. Aspiro a seguir escribiendo, a ver las cosas que pasan en la calle, a estar bien conmigo mismo.
--¿Qué espera de la vida?
--Soy un hombre de 82 años. Tengo buena salud. El trabajo me da vida. Sólo puedo esperar seguir escribiendo hasta el final.
--¿Está preparando algo ahora?
--El día de San Jordi presento una novela de Méndez titulada No hay que morir dos veces

Diario de Córdoba, 23 de marzo de 2009

9 de març 2009

La città senza tempo

Carlotta Vissani

La città senza tempo
Enrique Moriel
Traduzione:
Beatrice Gatti
Romanzo Storico
Bompiani
2008

Marcos Solana è un avvocato di quelli tosti, di quelli di alto rango, abituati a un certo stile di vita e nonostante tutto impegnato, appassionato nel suo lavoro. La sua carriera viene improvvisamente scossa da un caso difficile da risolvere, che coinvolge un collega trovato deceduto per mano di quella che sembrerebbe essere una bestia feroce, forse un vampiro. Il protagonista si muove tra le strade di una Barcellona contemporanea, intrisa di mistero, pullulante di gente e di storia. Con un tuffo nel passato, le vicende di Marcos corrono in parallelo all’inquietante storia del figlio di una prostituta del Medioevo. Un ragazzo dalle fattezze oscene, il volto a ricordare il simbolo per eccellenza delle case di appuntamenti, la natura ambigua e maligna. Come sono collegate le due vicende? Quali i fili che legano le indagini di Marcos a un periodo storico tinto di nero?
Enrique Moriel (pseudonimo di Francisco González Ledesma), spagnolo classe ’27, non ha avuto un percorso in discesa: perseguitato dal regime franchista per scritti definitivi eccessivamente spinti, decide di cimentarsi, con La città senza tempo, in una prova che lo allontana dalle sue abitudini di narratore, scegliendo il giallo storico, il thriller che si abbevera a uno tra i periodi storici più intriganti di sempre, il Medioevo, ricco di leggende, dicerie, storie di streghe e torture. Lo fa con una scrittura fluida, incalzante, ricalcando le orme dei connazionali Idelfonso Falcones e Carlos Ruiz Zafòn, celebri per i loro romanzi ambientati in Barcellona mistica e ‘nebbiosa’, capace di esercitare un fascino fortissimo sul lettore. Ci riesce, ma solo in parte. A parte la traduzione poco curata e i frequenti errori di ortografia, il romanzo stenta a decollare, impiega quasi centocinquanta pagine per entrare nel vivo della vicenda e pecca di ingenuità, ricalcando modelli precostituiti e attingendo a piene mani alla narrativa vampiresca, gotica e classicamente thriller del genere, ripescando la lotta eterna tra il Bene e il Male, forze opposte eppure necessariamente complementari. Piacevole, senza essere imprescindibile.

Mangialibri, [9 de març de 2009]

5 de març 2009

Una novela de barrio

Novela negra española, de Francisco González Ledesma, en Barcelona, en la actualidad. Se lee rápidamente y tiene los arquetipos esperados en el género. Mujeres malas, hombres resabiados y de vuelta de todo, crímenes impunes, venganza. No decepciona en absoluto, con un estilo claro y directo, con un dominio de los recursos y con bastante humor negro.
Méndez, el policía a punto de jubilarse al que de tanto moverse por los bajos fondos se le han contagiado algunos tics del hampa. Miralles, un tipo amargado de la vida y que pudo tener un futuro mejor. Eva, la chica joven maltratada por su destino. Putas, corruptos, todo esto tiene cabida en "Una novela de barrio".Hacía tiempo que no leía una novela en la que la forma de escribir de su autor es original y nueva. Compruébenlo.

El hombre tranquilo, 5 de marzo de 2009