22 de nov. 1984

Entre las brumas de la nostalgia

Montse Alomà

"Crónica sentimental en rojo", recientemente premiada con el Premio Planeta,es la última de las novelas de Francisco González Ledesma, en la que el inspector de policía Méndez, ya aparecido en otra de sus obras, adquiere. pleno protagonismo en el desarrollo de la trama de esta nóvela de suspense eminentemente urbana y visceralmente humana.

Francisco González Ledesma
Crónica sentimental en rojo
Premio Planeta 1984
282 páginas
Editorial Planeta
Barcelona, 1984

A menudo el hombre nace a la vida creando para sí un complejo sistema de afirmaciones vitales, definiciones personales, compartimentaciones sociales, históricas, humanas, artísticas o estéticas, y pretende convertirlas en dogmas de fe para reafirmar su yo intimo ante sí mismo y ante los demás. Pero a veces sus creencias más firmes se desvanecen como castillos en el aire y le llevan a presentir algo inevitable, que la verdad nunca es univoca e indivisible, que no todo es blanco o negro, matemáticamente cartesiano; y esta intuición se hace evidente y extensible a todos los aspectos de la realidad, de una realidad diversificada y plural, tanto más en un terreno tan ambiguo como es la literatura, y en este caso concreto, la novela.
Hablaba de una plurirrealidad, para referirme con ello a una novela que también conserva el distintivo de lo plural en el sentido literario de la palabra, que no puede encasillarse dentro de un único género, aunque más de uno pueda pensar lo contrario.
"Crónica sentimental en rojo", de Francisco González Ledesma, no puede determinarse únicamente —al igual que su anterior novela,. "Las calles de nuestros padres"— con el calificativo de novela policíaca o novela negra, sencillamente porque va más allá.
Si bien es cierto que se inscribe perfectamente dentro de los cánones de la novela de suspense, aunque sin pretender imitar el estilo americano tan utilizado por muchos autores de este género y que ha llegado a tomar su forma más característica en autores como Chandler o Hammett, no por ello hay que ignorar todo aquello que la convierte en una novela eminentemente urbana y viscerairnente humana, envuelta en las brumas de la nostalgia constante por el pasado, y teflida por el rojo de las pasiones, de los intereses y de la sangre.
"Crónica sentimental en rojo" es primeramente, como afirma su autor, una crónica sentimental, dotada en ciertos momentos de una ternura entrafiable, y en otros, de un sarcasmo crudo y brutal, reflejo de la mismísima realidad; una confirmación de que la historia indefectiblemente se repite, generación tras generación.

En las raíces de la ciudad

La novela se inscribe, espacialmente, dentro de un marco muy bien definido y estimado por el autor; un marco conocido y particular, no americano, sino nacional. Se trata como en el resto de sus obras de una historia barcelonesa. Barcelona es el lugar de los hechos, de las investigaciones, de las diversas relaciones entre los personajes. La Barcelona antigua, nocturna, lupanaria y lúdica, la de los barrios más bajos, la del Ensanche, la de las élites burguesas. Una Barcelona pluralisima y compleja, llena de connotaciones y contraposiciones.
La odisea urbana no es más que una progresión en desorden, ascendente o descendente. No importa, todo se mezcla, mundos sociales, ambientes y personajes, pasado y presente se funden envueltos en un halo de matices desengañados y nostálgicos.
Francisco González Ledesma nos introduce en las raíces más profundas de la organización social de la ciudad revelándonos su historia pasada y reciente (de todos conocida), así como los diversos ambientes que la caracterizan. Ambientes muy determinados y concretos, perfectamente conocidos por el autor, como por ejemplo el mundo del periodismo, sobre el que se extiende en algunos capítulos con una visión crítica y a la vez nostálgica, con un punto de desengaño por la situación actual del periodismo computerizado, a la manera de los americanos, y,
por otra parte, dando rienda suelta a su sentido lúdico al introducir la anécdota y la bufonada en la descripción del mismo.
Francisco González Ledesma consigue relacionar a la perfección sus personajes con el entorno que los posibilita, la Barcelona de hoy y ayer, la de nuestra historia, dando así entrada en la narración a toda una serie de temas subliminales infinitamente tratados, las revoluciones estudiantiles, la represión política y social, el franquismo, la situación política actual... etc, que ponen de manifiesto el sustrato de nuestra historia más mmediata y la situación actual, dando coherencia a la realidad expresada en la novela, y marcando de este modo su dimensión vital y humana.
Al igual que otros autores, González Ledesma vuelve sobre su obra presentándonos personajes que ya han aparecido en novelas anteriores. La referencia a algunos de ellos resulta sucinta, casi superficial, como de pasada. Otros, en cambio, adquieren verdadera relevancia, como Méndez, personaje fundamental en la novela, perfecto conocedor de esa Barcelona nocturna, asesina y voraz de los barrios bajos, y que sirve de vaso comunicante entre los mundos diversos y opuestos de los personajes de la novela, perfectamente inscritos en la realidad socioeconómica de la Barcelona de ayer y de hoy, eje fundamental de la obra. Podemos hablar, además, de personajes simbólicos o premonitorios, como el Amores, cuya presencia introduce siempre el factor del suspense, pues como ya ha ocurrido en novelas anteriores, su aparición va siempre ligada a la de algún asesinato u homicidio.

Madurez narrativa

Francisco González Ledesma utiliza casi siempre la misma gama de arquetipos humanos que le permite deslizarse por los ambientes más diversos de la ciudad. Sin embargo, su modo de aludir a ellos presenta ciertas concomitancias con la novela decimonónica. Personajes y situaciones aparecen siempre vistos y analizados desde la perspectiva del narrador, que es quien conduce en definitiva toda la novela mediante la utilización de un punto de vista ornnisciente que le permite explicar los acontecimientos y adentrarse en lo más íntimo de las conciencias y reacciones de sus personajes, captando con ello la complicidad del lector, siempre informado de hasta los más infimos detalles.
Otra de las características destacables de la novela es la alusión constante del autor al mundo del sexo, reflejado normalmente en sus aspectos más bajos y mórbidos: el mundo de los prostíbulos, el distrito quinto, los travestis, las prostitutas de la calle, los chorizos, los macarras... Ello conlleva a su vez la utilización de un lenguaje a veces sórdido y poco cuidado, pero perfectamente entendible dentro de su propio contexto, teniendo en cuenta los ambientes en que se mueven algunos de sus personajes; aunque a veces resulte excesivamente crudo o realista, le permite desarrollar al máximo su estilo propio en el que se entremezcla lo trágico y lo cómico, lo dramático y lo bufonesco, lo sarcástico y lo nostálgico.
Todo ello no le impide, por otra parte, introducirnos en determinados ambientes y situaciones, describiéndolos con un cierto lirismo que en algún momento presentan visos de autenticidad. La estructuración de la obra mediante secuencias correlativas permite al autor hilvanar la obra de forma lineal, sin saltos en el tiempo. Los episodios escénicos se estructuran dotando a la obra de un ritmo constante y dinámico, caracterizado principalmente por el dominio del suspense que nos hace contínua la lectura sin interrupciones, hasta el final.
"Crónica sentimental en rojo" pone de manifiesto la madurez narrativa de Francisco González Ledesma, determinada en este caso por todo el haz de matices y connotaciones que se derivan de su visión crítica de esta Barcelona, envuelta en la nostalgia.

La Vanguardia, 22 de noviembre de 1984

21 de nov. 1984

El Premio Planeta fue entregado en el Ateneo de Madrid


El Premio Planeta de novela fue entregado ayer a los ganadores de la última edición en un acto celebrado en el Ateneo de Madrid. El ganador fue Francisco González Ledesma, por su novela Crónica sentimental en rojo, que tiene una dotación de 12 millones de pesetas. El libro ha aparecido ya a la venta, en una edición de 185.000 ejemplares. El premio a la obra finalista, con tres millones de pesetas, fue entregado a Raúl Guerra Garrido, autor de El año del wolfram. Ha sido publicada también, en una edición de 60.000 ejemplares.En el mismo acto, el catedrático de Literatura de la universidad de Madrid, Francisco Ynduráin, habló sobre La creación literaria, hoy. Realizó un análisis de los últimos diez años de narrativa, campo en el que, según dijo, hay aportaciones valiosas. En otro momento aludió a la proliferación de premios literarios, con lo que existe el peligro de caer en cierto ruralismo. Según dijo, la proliferación de libros y de premios inhibe algo al escritor y deja un poco perdido al lector.
Francisco González Ledesma es redactor jefe del diario La Vanguardia, de Barcelona.
Raúl Guerra Garrido ha obtenido los premios Nadal de novela y el Ciudad de Nueva York de cuentos. En la actualidad es consejero del ente Radiotelevisión Vasca y es colaborador de EL PAIS.


El País, 21 de noviembre de 1984


8 de nov. 1984

El suspense y la novela urbana

Montse Alomà

Francisco González ledesma
Las calles de nuestros padres

267 páginas
Plaza& Janés
Barcelona 1984

¿Qué pensaría usted si un buen día al irse a descansar surgiera una mano apergaminada y fría de debajo de su cama? ¿Y si en alguna de las escapadas clandestinas de su rutina habitual hacia mundos que le prometen un eventual divertimento, descubriera un cadáver encerrado en un armario, por ejemplo? (Probablemente se llevaría un susto de muerte. Y, a lo sumo, si padece del corazón, un infarto) ¿Huiría? ¿Lo comunicaría a la Policía? O tal vez su espíritu aventurero y detectivesco le llevaría a investigar por su cuenta como hace Méndez en ‘Las calles de nuestros padres", un viejo policía relegado a servicios de segundo orden, perfecto conocedor de la Barcelona nocturna y del zoológico humano de los barrios bajos y, cuyo dominio absoluto de la filosofía de las calles, sumado a su experiencia y sorprendente intuición, le llevan a serpentear por los ambientes más recónditos y oscuros de la ciudad en busca de una pista, de una información que le permita desentrañar el turbio asunto de unos asesinatos cuyas implicaciones marginales le introducirán en un mundo totalmente ajeno a él, mundo en el que se entremezclan el dinero, los abogados, políticos y periodistas.
Francisco González Ledesma ha sido capaz de escribir, o me jor, de imaginar, si admitimos la calidad de "ficticio", la "invención" o la "imaginación" como característica distintiva de la literatura, algo que no puede definirse únicamente con la calificación de novela policíaca o de suspense, que, además, se distancia de sus homólogas americanas por su.estilo personalísimo, por los temas tratados sublirninalmente y por el emplazamiento de los hechos en esa Barcelona múltiple y diversificada en la que cohabitan personas y ambientes contra puestos, equidistantes, aunque a veces lleguen a conectar unos con otros en el entramado de esta complicada telaraña urbana.

Historia pasada y reciente

Decía más arriba que esta no es sólo una novela policíaca, sino una novela, a mi entender, eminentemente urbana, cuya literariedad reside en su capacidad para crear un mundo ficticio autónomo que en algunos pasajes llega a identificarse con la realidad empírica, hecho que marca el carácter vivo y humano de la novela y, con ello, su universalidad.
Por otra parte, la presencia del autor es visible a lo largo de toda la novela, principalmente en los comentarios y juicios que hace constantemente acerca de los personajes y de los hechos narrados, así como en su intervención directa en la conducción de la trama, aunque sus interferencias nunca llegan a perturbar el ritmo de la novela, caracterizado por un dinamismo total y un dominio del suspense que constituyen dos de los mejores alicientes para la lectura de la misma. Así pues, el narrador, conocedor de todos los acontecimientos en sus más pequeños detalles, nos introduce en la situación particular de todos los personajes, en lo más íntimo de sus conciencias, así cómo en todos los intrincados recovecos de la organización social de ‘la ciudad, marcada por una historia pasada y reciente que aparece a lo largo de la novela, y por unos ambientes muy determinados, como por ejemplo el mundo del periodismo, o el de la Barcelona más antigua, que el autor parece conocer la perfección, y en los que nos introduce gracias a su estilo a veces agresivamente irónico o sarcástico, pero siempre con un matiz nostágico por lo que fue, por lo que ya no volverá, por el tiempo que ya no se puede recuperar; en definitiva, por el Tiempo, con mayúscula, que se nos escapa de las manos, una vez más.

La Vanguardia, 8 de noviembre de 1984